PARECÍA que había prisas por declarar el estado de crisis en el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié. Inmerso en la racha agradable más larga de su contemporaneidad han bastado dos tropiezos para que la alarma cunda. Hasta se dispara desde algunas trincheras a los gestores con esa munición que permanecía en el arsenal y que atiende por el concepto ABA, ese Ahora Betis Ahora que fue eslogan de Haro y la compaña.

Y es curioso porque ABA no salió a relucir cuando aquel fantástico 22-A en la Cartuja y tampoco con eso de jugar tantas veces en Europa de forma consecutiva. ABA como elemento arrojadizo en cuanto la racha triunfal se quebró. Hubo una especie de vamos a ver qué pasa cuando lo del Rangers paliado por las actuaciones ante los dos que encabezan la tabla, pero perder en Vigo y en Vitoria ha desencadenado el tsunami y no más parece que el Betis anda al borde del descenso.

Efectivamente, el equipo estuvo a un nivel muy deficiente en Vigo con el defecto crónico de dejarse puntos en la cuneta tras haber dado primero. Y lo de Vitoria ya fue mucho peor, con el problema añadido de cómo 2024 hace valer su condición de bisiesto con la sobredosis mufa que ello conlleva. Y en estos dos tropiezos se ha podido comprobar de forma indudable que el crédito de los entrenadores nunca es ilimitado, pues ni la figura del enorme Manuel Pellegrini se libra.

Crisis suena ridículo cuando se está en la posición que ocupa el equipo y suena a aurora boreal cuestionar al entrenador que ha logrado tener más tiempo al equipo en la confortable zona que ocupa. Quiere decirse que no procede perder la calma así, pero sin que se caiga en un dolce far niente habitualmente pernicioso. Creo que es momento de tranquilizar ánimos en la confianza de que aquellas buenas manos que tan bien manejaban el juguete siguen siendo las mismas.