José María Portela

Una vida con exceso de velocidad

En nuestra sociedad acelerada, también la política, por no ser suficientemente rápida, no se puede hacer otra cosa que seguir con la mirada el desarrollo y los movimientos en el mercado. Se hace cada vez más difícil construir un marco estable para la actividad económica y los procesos sociales, a pesar de la avalancha de leyes con la que, sin demasiado entusiasmo, se intenta regular esta evolución. Es ante este estilo acelerado de vida y la correspondiente experiencia del tiempo cuando crece el número de estímulos que llegan simultáneamente y en densa sucesión al individuo, que de algún modo ha de reaccionar ante ellos. Pero al abordar dicha aceleración hay que entrar en una tergiversación en la que se incurre fácilmente: no es el tiempo lo que aceleramos. Los que se aceleran son los acontecimientos y los episodios en el tiempo. A ellos es a los que se imprime ese exceso de velocidad, ya no sólo desde los medios de comunicación, que eran los que antaño contaban con los recursos técnicos para imprimir esa mayor velocidad. Ahora, con el advenimiento, desarrollo y consolidación, y sobre todo en expansión permanente, de las redes sociales, la carrera y su ritmo se han multiplicado. Internet es el gran y único circuito por el que todo circula velozmente. Quizá, demasiado velozmente, tanto que ni nos da tiempo verlo pasar. Cuando no nos estrellamos... 

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