Ernesto Montero

Uso peligroso del patinete

La proliferación y definitiva implantación como medio de locomoción, y consiguiente modelo de negocio, del patinete, ha venido acompañada de un fenómeno que se me antoja peligroso: su uso en la ciudad por jóvenes -si se me termine el término- pandilleros, que desafiando todas las normas, desde las de mera urbanidad a las que regulan el tráfico, corretean a bordo de estos vehículos a la máxima velocidad que éstos les permiten. El resto de ciudadanos poco o nada les importa. Y lo mismo lo hacen, como si todo fuera un circuito, en anchas avenidas que en callejuelas, en el sentido de la circulación o a contramano, sobre las aceras, en una descarada invasión del espacio del peatón, en plazas, y lo que creo aún peor, en calles peatonales, vías comerciales atestadas de gente. Si nos atenemos a que el patinete ha venido para quedarse, y que tanto en su modalidad de vehículo privado como de alquiler es muy útil como medio de desplazamiento para miles de ciudadanos, habrá que dar por hecho también que su utilización debe estar sujeta al obligado cumplimiento de unas normas, circunstancia ésta, por cierto, también extensible a esos otros grupos de jóvenes extranjeros, turistas ellos, que viniendo a pasar unos días a Sevilla se suben a los patinetes (he llegado a ver hasta tres encima de uno) para, de la misma manera que lo hacen los nativos que he mencionado, corretean a toda pastilla por el centro de la ciudad en sus juergas etílico-nocturnas. ¿Y la Policía Local? ¿Qué hace? Habrá que preguntarle a su jefe, el delegado sr. Cabrera, al que parece que le interesa mucho más el negociado de Fiestas que el de Gobernación . 

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