Vicente Noriega Martín

Peligrosa virilidad mal entendida

La crítica de la virilidad apenas se da en nuestra sociedad. Hombres y mujeres, de forma masiva y casi unánime, consideran la virilidad como una cualidad indisociable de la identidad sexual de los hombres y, por defecto, de las mujeres, quienes para ser reconocidas como "femeninas" deben estar precisamente a salvo de cualquier signo de virilidad. El resultado social y político de la connotación sexual asociada a la capacidad de usar esa fuerza y esa violencia contra el otro coloca a quien se niega a cometer violencia en una situación psicológica peligrosa, pues corre el riesgo de ser considerado por los demás hombres que sí ejercen violencia como un hombre que no es un hombre, como un ser a quien, por esa negativa, se le puede rehusar el reconocimiento de la pertenencia a la comunidad de los hombres. La deserción frente al ejercicio de la fuerza, la agresividad, la violencia y la dominación es inmediatamente considerada por la comunidad de los hombres como signo evidente de cobardía. La virilidad es lo que confiere a la identidad sexual masculina su capacidad de expresión, su potencia, y a través de la cual, supuestamente, tiene que ofrecer protección y seguridad. La pareja de un individuo viril le debe reconocimiento, gratitud, respeto y hasta sumisión a cambio de esos servicios. Hay que reflexionar sobre todo esto cuando leemos titulares del tipo "La mujer asesinada por su marido nunca había presentado denuncia". 

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