Calle Rioja

Francisco Correal

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Viaje de Sevilla a Burgos, de Burgos a París

Hermanamiento. Once académicos de Buenas Letras viajan a Burgos para una sesión conjunta con la Academia castellana de Historia y Bellas Artes. Alfonso Guerra hablará de Antonio Machado

Alfonso Guerra, junto a Gutiérrez-Alviz, Rogelio Reyes y Jacobo Cortines en las jornadas sobre Cernuda.

Alfonso Guerra, junto a Gutiérrez-Alviz, Rogelio Reyes y Jacobo Cortines en las jornadas sobre Cernuda.

Manuel Machado viaja de Burgos a París y Antonio Machado viaja de Sevilla a Burgos. El primero de esos viajes es literario, lo narra Joaquín Pérez Azaústre en su bellísimo libro ‘El querido hermano’ (La Galaxia Gutenberg). El segundo es académico, figurado, cristaliza el próximo viernes, 9 de febrero, el mes de la muerte de Antonio Machado (22 de febrero de 1939, Colliure, Francia), con la sesión conjunta que celebrarán en la capital castellana la Academia Burgense de Historia y Bellas Artes y la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, con sus respectivos directores, René Jesús Payo Hernanz y Pablo Gutiérrez-Alviz. En dicha sesión, el académico Alfonso Guerra dará una conferencia titulada ‘En torno a Antonio Machado’.

En la ciudad donde el 25 de febrero de 1939, huésped de la pensión Filomena con su esposa Eulalia Cáceres, se enterará Manuel Machado de la muerte de su hermano. El primero de los Machado (nacido en 1874) conoce la pérdida del segundo (1875), precisamente en la ciudad convertida por Franco, tras sus escalas en Sevilla, Cáceres y Salamanca, en bastión del nuevo Régimen. “Joder, otro Lorca”, cuenta Pérez Azaústre que dijo en Burgos José María Pemán al conocer la muerte del poeta. El académico gaditano llegó a formar parte del gobierno fundacional. Manuel Machado, desoyendo los consejos de su familia, viajó con su mujer para celebrar el 16 de julio de 1936 el santo de Carmen Cáceres, su cuñada, monja de clausura en un convento burgalés. Dos días antes del Alzamiento. Cuando fueron a coger el tren de regreso, lo perdieron porque había salido con media hora de antelación.

En ese viaje en coche desde Burgos a París, acompañado por su esposa en un automóvil que conduce un falangista, Manuel Machado evoca la Ciudad de la Luz cuando la descubrió a finales del siglo XIX. A la que unos meses después, con 23 años, llegó su hermano Antonio para descubrir el legado de Rimbaud, Verlaine y Baudelaire; los ecos del caso Dreyfuss; para compartir el trono del escritor destronado Oscar Wilde. En París Manuel convivirá con Rubén Darío y Alejandro Sawa. Este poeta sevillano, que le inspiró a Valle-Inclán el Max Estrella de sus ‘Luces de bohemia’, nació en la misma calle San Pedro Mártir donde viene al mundo Manuel Machado. Su hermano ya nace en el palacio de Dueñas, donde su padre, Antonio Machado Álvarez, Demófilo, ejercerá las tareas de administrador de la Casa de Alba. El París donde compartirán mantel con Pío Baroja. El que les muestra el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo.

Manuel Machado volvió a Sevilla para estudiar en el instituto San Isidoro. En uno de los pasillos de este centro figura su expediente académico. Se vio atrapado en Burgos por el Alzamiento y la guerra civil, aunque el más castellano de los dos era su hermano Antonio, profesor en Segovia y en Soria, soriano consorte cuando se casó con Leonor, a la que perdió cuando era una chiquilla de 19 años. Esta aventura novelada pero con aromas de verdad son los Campos de Castilla inéditos de Manuel Machado, esos campos que recorre en el Bugatti que conduce el falangista para llegar a tiempo de despedir al hermano muerto. Los dos hijos mayores de Antonio Machado Álvarez y Ana Ruiz, laberinto trianero (ella nace en la calle Betis, él muere en la calle Pureza), criados en una familia numerosa, morirán sin descendencia. Tenían tal predicamento entre sus hermanos que José Machado le puso a una de sus hijas Eulalia, como la esposa de Manuel; y Francisco Machado, el más pequeño, eligió Leonor para la más pequeña de las suyas, como la efímera esposa de Antonio.

En un viaje desde Jonás a Darwin, con la sombra del Moby Dick de Melville, Pérez Azaústre cuenta que el abuelo de los poetas, el catedrático que fue alcalde de Sevilla y rector de su Universidad, vio ballenas en las costas de Huelva. Los padres de Manuel y de Antonio se conocieron en un desfile de delfines por el río Guadalquivir. Trasvase con el Sena en este nuevo tributo a los Machado.

Un trayecto parecido hizo hace muchos años el propio Alfonso Guerra. Un año después del Congreso de Suresnes (octubre de 1974), el político socialista participa el 1 de noviembre de 1975, el último mes en la vida de Franco, en el homenaje a Antonio Machado en Colliure. Será uno de los que intervenga, junto a José Maldonado, presidente de la República en el exilio; Fernando Varela, primer ministro de la República; y el hispanista francés Marcel Bataillon. Guerra da cuenta de este homenaje en el primer volumen de sus Memorias, ‘Cuando el tiempo nos alcanza’. Después del acto cogió un tren en la frontera hasta Barcelona, pero decidió seguir el consejo que le dio en una de las paradas un policía de la Brigada Político-Social: “Bájese dos o tres estaciones antes de llegar a Barcelona, porque allí, en la estación, le están esperando para detenerle”. El 14 de noviembre estaba en Mannheim, Alemania, para participar en un Congreso del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) liderado por Willy Brandt. Seis días después moría Franco, cuyo Régimen nació formalmente en Burgos, como un Cid de pacotilla.

Los once académicos viajarán en Ave hasta Madrid y a Burgos irán en un microbús. No iban tantos sevillanos a la capital bañada por el río Arlanzón desde aquella expedición de mayo de 1994, penúltima jornada de Liga. Un triunfo le valía al Betis en El Plantío para ascender matemáticamente a Primera después de una travesía de tres años en Segunda, incluido el de la Expo. Les acompañó un autobús en el que viajamos con, entre otros, Rodríguez de la Borbolla, Rogelio Trifón y José el de la Tomasa. La alineación del Betis fue la siguiente: Diezma; Márquez, Olías, Roberto Ríos, Ureña; Alexis, Merino, Cañas; Julio Soler, Aquino y Cuéllar. Márquez y Aquino marcaron los goles. Gordillo salió a cinco minutos del final. Al Betis lo entrenaba Lorenzo Serra Ferrer.

El once de los académicos lo forman: Antonio Collantes de Terán, Antonio Narbona, Emma Falque, Pablo Emilio Pérez-Mallaína, Antonio Caballos, Jacobo Cortines, José Antonio Gómez Marín, Eva Díaz Pérez, Ignacio Camacho, Alfonso Guerra y Pablo Gutiérrez-Alviz, director de la Academia, que hace las veces de entrenador-jugador. Echarán en falta a un Burgos académico, Antonio de nombre, que defendió el patrimonio de la ciudad de Sevilla con el nombre de Abel Infanzón, uno de los poetas del Cancionero Apócrifo de Antonio Machado, nacido en Sevilla en 1825, muerto premonitoriamente en París en 1887. Junto al que aparecen los versos más misteriosos sobre la ciudad natal de los poetas: “¡Oh maravilla, / Sevilla sin sevillanos, / la gran Sevilla!”.

Se desconoce el once que pondrá en liza el entrenador burgalés, René Jesús Payo Hernanz, director de la Academia Burgense de Historia y Bellas Artes. El equipo donde jugaron Juanito, Magdaleno, Requejo o Sergio Kresic, que ese año 1994 entrenó al Betis y eliminó al Barcelona de Cruyff en la Copa del Rey pero fue relevado por Serra Ferrer. El año que muere Antonio Machado y su hermano Manuel se entera de la mala nueva en la pensión Filomena de Burgos, donde convive con toreros y periodistas, al frente de la diócesis hispalense estaba un obispo de Burgos, Pedro Segura, curioso caso de antifranquismo tridentino. Burgos tiene un Cristo en Sevilla, en la iglesia donde bautizaron a Velázquez; y a Burgos volvió uno de los mejores conocedores de la obra de Manuel Machado, Pablo del Barco, poeta, pintor y galerista que fue muchos años vecino del palacio de Dueñas donde el 26 de julio de 1875 nació Antonio Machado. Su 24 cumpleaños lo celebró en París.

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