La lluvia en Sevilla

Mala sombra

Sevilla será con sombras verdes o, dentro de poco, no será ni su sombra. A este paso, nos va a visitar Sanani

Con esperanza. Así recibieron algunos amigos que José Luis Sanz, al día siguiente de su triunfo, destacara Parques, Jardines y Arbolado como una de sus grandes áreas. Cada vez somos más las personas conscientes de la importancia y urgencia de repensar las alianzas entre naturaleza y ciudad, más aún aquí. Necesitamos cuidar y potenciar el patrimonio natural, dicho sea por nuestra salud y supervivencia y la de nuestros hijos, y por convivir con la belleza viva, que instruye más que cualquier perorata. A los conservadores, por coherencia etimológica, cabe exigirles que conserven el patrimonio cultural y natural, digo yo.

Lasciate ogni speranza. El lema escrito a las puertas del infierno comienza a esbozarse en la frente de quienes saben que Sevilla será con sombras verdes o, dentro de poco, no será ni su sombra. Dicho sea, incluso, en términos economicistas: a este paso, nos va a visitar Sanani. A los pocos días de su victoria, Sanz se mostró partidario de dedicar 200 hectáreas de Tablada –terreno con gran valor ambiental protegido en el PGOU– a uso residencial. La respuesta ciudadana no ha tardado. De la ciudadanía que sabe lo que Sevilla se juega si esquilma su naturaleza. Lejos del retrato simplista con el que se la pretende ridiculizar, esa ciudadanía la componen gentes de muy diversas ideologías y credos, unidas por una evidencia: nos va la vida en recuperar el diálogo entre sociedad y naturaleza.

En cambio, otra parte de esta sociedad parece no querer saber nada de estas cosas. La comisión organizadora de la Velá de Triana ha distinguido como Trianero Adoptivo a Javier Rodríguez, párroco de San Jacinto, responsable del cuidado del ficus cuya falta de mantenimiento nos puso en peligro –de hecho, un terrible accidente postró en la cama a una mujer–, y que promovió la tala como único remedio a todos los problemas (tanto se dijo, que todavía hay gente que cree, erróneamente, que hay que elegir entre árbol o templo, que no hay más solución o que, de haberla, es carísima). Con la venia consistorial, se puso a ello a todo trapo, y tuvo que llegar un juez a parar la tala y, además, otra jueza le ha metido mano al caso, contra el Ayuntamiento, por lo penal. Lo que queda del ficus se lo debemos a dos trianeras y un trianero que pusieron sus cuerpos entre el hacha y la savia. La orden que regenta la parroquia va a recibir una subvención municipal, aprobada por el anterior gobierno sin publicidad ni concurrencia, de 111.000 euros –un pastizal– para estudiar lo que dejaron de árbol y, ahora, el reconocimiento como Trianero Adoptivo de su representante, cuyos méritos no sé si serán mayores que los de otros vecinos unánimemente admirados –vinculados, sin ir más lejos, al mundo cofrade, o al eclesiástico– que nunca recibieron tan alto honor.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios