La lluvia en Sevilla

Lugares comunes

Muchos ‘lugares comunes’ de Sevilla se están convirtiendo en un puritico no-lugar

Donde menos te lo esperas, salta un artículo. Y hasta un poema. Haciendo cola en El Arca de Noé, por ejemplo, comercio del barrio en el que, como su propio nombre indica, puedes encontrar, a pares y a mares, cualquier cosa que busques. El establecimiento en sí, y los pasadizos por los que se pierden los mancebos (cuando se internan en ellos temo que jamás regresen) me conducen a otros mundos propios que continúan en este: al de la infancia, edad en la que eran exactamente así las droguerías, ferreterías y esos comercios donde vendían desde aliños para la matanza a medias finas; y al mundo onírico, pues a menudo, en sueños, me interno en ciudades invisibles con bazares de este estilo. Del techo y las paredes penden cosas que, seguro, no tienen nombre, y muestrarios, jaulas para braseros, regletas, bragas, san pancracios, ventiladores... En la pandemia, en vez de mamparas, instalaron entre los dependientes y la clientela un hule transparente, como el plástico de forrar los libros, que la brisa ondulaba de modo que, al pedir algo, se me antojaba estar mirando al fondo de un estanque o preguntando al oráculo. “Seguro que, lo que me va a pedir, lo tengo”, creo ver escrito en la frente de quien me atiende y que, antes de apuntar el precio de la cosa en un misterioso papelito que lleva a la caja, me mira a la cara, como quien confirma que es el precio que merezco. Jamás he salido de allí sin lo que buscaba.

Lo que más me gusta de este y otras especies de espacios de los barrios de Sevilla –copisterías, mercerías, fruterías, bares, librerías, puestos…– es el trajín de la clientela, parroquianos habituales que encontramos ahí no sólo un producto o servicio, sino un lugar común donde todavía nos saludamos, conversamos, bromeamos, e interceptamos a la que dice “sólo voy a preguntar una cosa” y al final la tía lista se nos cuela. Les aseguro que este mismo paisanaje, en uno de esos grandes supermercados y nuevas franquicias de la zona, ni nos miramos. Los espacios construyen distintas formas de relación, o de no relación.

Mientras espero –los codos apoyados en el mostrador de madera– a que me despachen, no logro evitar imaginarme las retículas rojas sobre solares, fachadas, recovas y bares que salen en el flipante videoclip del tema Casa Carreras, del grupo Vera Fauna. Véanlo. Líneas rojas y rectas que proyectan sobre casas, solares y los lugares del común de los barrios de Sevilla un 24h lockers, veladores y más veladores, franquicias, alojamientos turísticos, tornos de acceso, requeteconstrucciones, que convierten de los lugares comunes en –válgame, Marc Augé– un puritico no-lugar, y a la gente como usted (vecina mía, vecino mío) y yo en perfectos desconocidos.

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