Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Caiga quien caiga

¿Nos preguntamos qué números preferimos?No hace falta. Está claro, los de la caja registradora

Sevilla, 17 de octubre de 2020, siete meses y tres días después del estado de alarma. ¿Sólo hemos avanzado en las hojas del calendario? No, ha habido otros avances. En las cifras de muertos y en las de contagios. Progresamos adecuadamente. Sevilla ya es la primera. Por delante de Málaga incluso. Ya no tiene rival. También en eso es líder. Sevilla a la cabeza de todo.

Para hablar, o escribir, acerca de lo que está ocurriendo -la segunda oleada se llama, ¿no?- quizá ya no haya otra forma de hacerlo que con un lenguaje tabernario, un estilo suburbial, y soltarlo con una claridad académicamente callejera: mucha peña está haciendo lo que le sale de los cojones. Esto salta a la vista vayas a donde vayas y mires a donde mires, así que constatas lo que se veía venir. Aciertas, pero no tiene ningún mérito. Era un pronóstico facilón, no era una apuesta arriesgada. Y encima, la rotundidad de esa expresión malsonante tampoco parece que sirva ya de mucho. Si se la espeta usted a alguien a modo de reprobación porque considera que no está haciendo las cosas como debe, el otro saca a relucir al Gobierno, que se la pone botando: ¿Por qué y para qué voy a hacer bien las cosas yo si el que debe dar ejemplo lo está haciendo de forma nefasta? Esto parece que va ya de un "de perdidos al río" o de un "para lo que me queda en el convento…".

No hace falta ser un científico social para detectar que gran parte del personal, cuando llega la hora, se pasa por el forro las medidas de seguridad. No hay más que recurrir al todavía cercano puente del 12 de octubre. Qué alegría, cuánto alborozo. Las calles plenas, las terrazas llenas, los veladores abarrotados, la fiesta nacional del socializador bebercio en todo su esplendor. Brindis, abrazos, besos y aplausos. El paripé del gel hidroalcohólico, la carta en el código QR, las servilletas contadas y la mascarilla Quitaypón no le faltaron al carajal patrio-gastronómico ¿El Covid-19? Buscadle un hueco, aquí hay sitio. Y si no, compartimos el que tienen los de al lado. Dabuten. Así conocemos a nuestro contagiador, que uno de cada cuatro andaluces no sabe quién es. ¿Acaso cabe mayor vida social?

La orquesta no deja de tocar, amenizando el lento naufragio, y la música acompaña los números que están obligando a reconfinamientos. Ya ven en Francia: toque de queda en las grandes ciudades. Y en Portugal se decreta el estado de calamidad. ¡Gracias vecinos por acudir a nuestro consuelo de tontos, que somos el país de Europa con mayor número de contagios! Y la fiesta continúa. Ya estamos en otro fin de semana. Todos a la calle a la feliz rebujina. ¡Cuánta dicha! Sevilla -líder en contagios- ya se ve exultante. ¿Nos preguntamos qué números preferimos? No, no hace falta. Está claro: los de la caja registradora. Esto es así. Caiga quien caiga.

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