CULTURA

Ángeles Blancas Gulín: "Me encanta el mestizaje porque en el arte no hay fronteras"

  • Tras el éxito extraordinario obtenido en el Teatro de la Maestranza con su intervención en la ópera 'Jenufa', la soprano Ángeles Blancas Gulín ofrecerá mañana sábado, en el Espacio Turina, un concierto íntimo y muy personal junto al pianista Tommaso Cogato

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La soprano Ángeles Blancas Gulín en Sevilla.

La soprano Ángeles Blancas Gulín en Sevilla. / José Ángel García

Indescriptible, pletórica, impresionante, conmovedora… Son algunos de los adjetivos que pueden encontrarse en las críticas a su último trabajo en Sevilla: el personaje de Kostelnicka, de la ópera Jenufa de Léos Janácek, presentada en enero, con dirección de escena de Robert Carsen, en el sevillano Teatro de la Maestranza. Un éxito que volvió a poner a la soprano Ángeles Blancas Gulín en la cima de una carrera de más de 30 años que ella, por su carácter, ha llevado siempre con una discreción extraordinaria y con más trabajo en el extranjero que en su propio país.

-Nacida en Alemania y criada en Madrid, usted es hija del barítono Antonio Blancas y de la también soprano Ángeles Gulín, ambos ya fallecidos. ¿Le ha facilitado eso mucho las cosas?

-Ha sido maravilloso, porque me he criado rodeada de música, de arte, de creatividad, pero a mí nadie me ha regalado nada. Mis padres me repetían continuamente que en esta profesión hay que trabajar, trabajar y trabajar, y eso es lo que he hecho siempre. Me costó mucho tomar la decisión, pero entré en la Escuela Superior de Canto de Madrid y cuatro años después ya debuté mi primer papel en el Teatro de la Zarzuela.

-Desde entonces la lista de los grandes directores con los que ha trabajado y de los importantes teatros donde se ha presentado se ha hecho interminable. Es curioso, sin embargo, observar cómo al principio cantaba un repertorio belcantista mientras que ahora parece centrada en la música llamada contemporánea, menos conocida y muy exigente para una cantante.

-Efectivamente. Y los quince años que estuve con el repertorio belcantista me han servido muchísimo para afianzar mi técnica, pero la voz, como sucede con los buenos vinos, se va transformando con el tiempo. Yo era una soprano lírico ligera y ahora soy una soprano dramática; mi voz se ha vuelto más sólida, más oscura, y he tenido que tomar decisiones a ese respecto.

-Además de su voz, su capacidad expresiva o actoral es siempre destacada unánimemente, y no paran de llamarla para interpretar personajes poco convencionales.

-La verdad es que estoy interpretando muchos papeles de heroínas atormentadas, de locas, de prostitutas… Y me divierte mucho porque en realidad yo quería ser actriz. Resulta muy estimulante interpretar personajes tan complejos como el de Kostelnicka. Me impresionaba la mezcla de fortaleza y ternura que había en ella. El acto tan violento que tiene que llevar a cabo, arrastrada por la sociedad machista en la que vive, la rompe completamente por dentro.

"La voz, como sucede con los buenos vinos, se va transformando con el tiempo"

-¿Y hay otras mujeres extraordinarias en su futuro inmediato?

-Ahora vuelvo a la Deusthe Oper de Berlín, para interpretar de nuevo a Lucía en la ópera de Giorgio Battistelli El teorema de Pasolini. Y el próximo enero me las tendré que ver con la mala malísima de Goneril, una de las hijas del shakesperiano rey Lear. Será en la producción del Teatro Real de Madrid Lear, una ópera compuesta por Aribert Reimann, con Calixto Bieito como director de escena. Luego llegarán otros proyectos, como El ángel de fuego de Prokofiev o la Lady Macbeth de Sostakóvich.

-Papeles muy exigentes desde el punto de vista vocal y escénico, ¿cómo hace para prepararlos?

-Normalmente, busco, rebusco, escucho y leo todo lo que puedo sobre ellos. Trato de mantener frescos mi cabeza y mi corazón y de ser muy sincera artísticamente. Interpretarlos sin fingimientos, sin querer agradar por agradar sino estando abierta a todo tipo de discursos. También protejo mucho mi mundo interior, me encanta pintar y, como los deportistas que somos, trato de comer sano. Soy vegana desde hace años y vivo en el campo, con mis perros y otros animales. Cuando no trabajo, vivo como una verdadera anacoreta porque estoy muy, muy harta de la violencia que nos rodea y ante la que estamos cada día más sordos. Siento que cada vez es mayor esa violencia, que maltratamos más el planeta, y los artistas tenemos una gran responsabilidad. Hay que cambiarlo todo.

"Estoy muy harta de la violencia que nos rodea y ante la que estamos cada día más sordos"

-Tal vez por eso aprovecha sus conciertos para cantar sus músicas preferidas, siempre bajo el signo del mestizaje, y sus ideas sobre el mundo. Como ese Viaje a Oriente, el concierto que tendrá lugar mañana sábado en el espacio Turina junto al pianista Tommaso Cogato con músicas de Ravel, Debussy, Rachmaninoff…

-Me encanta el mestizaje porque en el arte, en la música, no hay fronteras. Oriente nos ha nutrido siempre con sus creaciones y los idiomas no son un obstáculo cuando se quiere comunicar. Estoy absolutamente en contra de los nacionalismos porque, por encima de los confines y de las divisiones políticas, el pueblo sabe y quiere comunicarse.

-En el concierto, amén de recordar al compositor armenio Komitas y de terminar con el Black Earth del pianista turco Fazil Say, va usted a recitar un poema suyo.

-Sí, me encanta recitar, experimentar el silencio de la palabra hablada. Es en el silencio donde hay más música. He escrito este poema como una oda al amor, pero en realidad trata de la violencia, de esa terrible violencia que está tocando techo, y frente a la cual todos, especialmente los y las artistas debemos hacer algo. Tenemos que defender de un modo u otro algo tan vital para la vida como es la paz.

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