Solistas de la ROSS | Crítica

Romántica matinal de despedida

Postnikova, Farré, Wrobel, Delgado y Nancu en el Espacio Turina

Postnikova, Farré, Wrobel, Delgado y Nancu en el Espacio Turina / Marina Casanova

Cierre al ciclo de cámara de la ROSS con dos quintetos poco frecuentados de impronta romántica que fueron interpretados con una intensidad y una pasión desbordantes, y tal vez ahí radican las objeciones que pueden ponerse a este estupendo conjunto salido de la ROSS, sobre todo en la obra de Cesar Franck.

El Quinteto de Granados es obra de fama reciente, una partitura que apenas pasa del cuarto de hora, escrita en la década de 1890 y que bebe sobre todo del ambiente parisino, sin que el estilo nacionalista del leridano aparezca casi nunca, si acaso en el hermosísimo tiempo lento, una fantasía ensoñadora de carácter más bien faureano, tocada con sordina en la cuerda, que el grupo hizo con especial delicadeza y unción.

Fue prácticamente el único momento del concierto en que se reunieron en torno a las dinámicas más leves. El Quinteto de Franck también está en tres movimientos, y tiene un tiempo lento, que en la partitura se abre con un rotundo pp (pianissimo), que no apareció por ningún lado. Fue como si ese deseo de intensificar el aroma romántico de la música hubiera llevado al quinteto de la ROSS a forzar el fraseo, y con él las dinámicas, que en general resultaron poco contrastadas. Y poco más puede achacarse a una interpretación de extraordinaria solvencia técnica (magnífica siempre Alexa Farré, con un sonido firme, cálido, corpóreo; poderosa Tatiana Postnikova, que tenía que hacerse oír), claras articulaciones, trabajado equilibrio y, sobre todo, formidable, contagioso vigor rítmico, mantenido por encima de cualquier otra consideración.

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