Salvador Illa necesita un milagro

Los independentistas no dejarán que Illa sea presidente, y mucho menos si Puigdemont acaba por delante de ERC

Salvador Illa

Salvador Illa / Dpto. de Diseño

SALVADOR Illa tendrá muy difícil presidir la Generalitat, pese a que gane con autoridad esta noche. La lógica de los pactos invita a pensar, según las encuestas, en un tripartito entre socialistas, ERC y los Comunes, pero los de Pere Aragonès no harán presidente a alguien que no sea independentista, por más presiones que reciban del PSOE. No avalarán a Illa ni en el caso de que el Gobierno de Sánchez les prometa como señuelo un referéndum a la carta, algo que no se puede descartar a estas alturas. Una nueva ceremonia de la confusión se abrirá paso, sobre todo, si Junts ocupa el segundo lugar al finalizar el recuento. Puigdemont se postularía de entrada como presidente tanto si suma con las fuerzas separatistas como si no reúne los apoyos suficientes. Y si no se sale con la suya, nadie duda de que forzará nuevas elecciones.

Sánchez tiene razones de peso para preocuparse, porque si no le salen los números a su socio catalán, no sólo bloqueará la situación en Cataluña: es más que probable que también deje caer a su Gobierno. Ya sin nada que perder y con la amnistía a su favor, ¿por qué razón iba a seguir apoyando a los socialistas en Madrid? Si Junts acaba por delante de ERC se verá legitimado para exigir la Presidencia a Aragonès y compañía. ¿Y qué hará Sánchez si no suman los independentistas? Esa es la ecuación que más le preocupa. Porque si el PSOE gana, en ningún caso podría apoyar a la segunda fuerza: ¿cómo iba a explicarlo a sus votantes? No sólo perdería Cataluña, también perdería el Gobierno. Y ante este panorama, no es raro que el líder del PSOE cruce los dedos para que los Comunes -que al fin y al cabo son partidarios de un referéndum acordado- le despejen el camino a Puigdemont, para que no peligre su futuro en Moncloa. Sin duda, a Illa las cuentas le salen, pero Junts no permitirá que ERC se lo piense dos veces, porque significaría su muerte política al dejar a Puigdemont como el único que defiende los intereses de Cataluña.

Para mayor desesperación de su propio candidato, Sánchez, tras perder el oremus con su retiro espiritual, ha cometido otro error no forzado al romper la campaña de Illa, más volcada desde el principio en la mejora de los servicios públicos, que en las cuestiones identitarias. Tras la reaparición mitinera del presidente, el debate de la gestión diaria se ha visto solapado por el ideológico, dando alas a los independentistas hasta el final. Si a la postre los separatistas se quedan cerca de la mayoría absoluta, intentarán atraer a los Comunes para evitar el bloqueo y el PSOE se pondrá de perfil. Quizá la opción más viable y remota para Illa pasaría por un resultado espectacular y que el PP diga: “¡Aquí estoy yo, para arrebatarle la posibilidad de gobernar a los independentistas!”. Lo mismo que dijo al apoyar a Collboni para dejar a Colau sin la Alcaldía de Barcelona. Por tanto, más que ganar, Illa necesita un milagro: que Cataluña recupere su seny.

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