La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El verano es sinónimo de sol, playa y vacaciones. Aunque, llegados a esta estación (la favorita de la mayoría) muchas nos volvemos locas a la hora de ligar moreno. Antes de ir a la playa ya nos hemos aplicado algunos de los mejores autobronceadores para presumir de moreno, pero esa práctica, tan extendida entre la población, puede conllevar muchos riesgos, desde la aparición de manchas, a otros mucho más graves. Por eso, al igual que seguimos los trucos de belleza para presumir de piel en verano, es importante que tengamos en cuenta diversos factores a la hora de tomar el sol y prevenir posibles riesgos para la piel.
En primer lugar, hay que recordar que no pasa nada por no ponernos morenas en verano. Nos han vendido que estar morenas es lo mejor del universo, pero no es así. A pesar de que el sol aporta diferentes beneficios a nuestra salud, como el desarrollo de la vitamina D, la cual ayuda al cuerpo a absorber el calcio o la producción de serotonina, también tiene una cara B: insolaciones, quemaduras, manchas, arrugas prematuras, lunares, alteraciones del sistema inmunitario, afecciones oculares e incluso cáncer de piel.
De hecho, cada año, se diagnostican en el mundo unos tres millones de casos de cáncer de piel. Sólo en España, más de 21.000 personas cada año sufren esta enfermedad. La única manera eficaz que realmente tenemos de evitar los efectos dañinos del sol es utilizar protectores solares o fotoprotectores.
Por ello, los expertos de DosFarma han elaborado una guía con todo lo que tenemos que saber este verano antes de exponernos al sol en playas y piscinas. Así, esto es todo lo que debes saber para tomar el sol y ponerte morena sin olvidarte de prevenir los riesgos para la piel, según los expertos dermatólogos.
"Se acerca el verano y con él las vacaciones de muchos españoles y una mayor exposición al sol por parte de la mayoría. Un momento en el que debemos prestar especial atención al cuidado de nuestra piel y a protegerla convenientemente de los rayos solares. Por ello, es muy importante saber elegir el protector solar que mejor se adapte a nosotros y a nuestras necesidades. En cualquier caso, no hay que olvidar que cada piel es un mundo y que también es muy importante, en caso de tener algún tipo de duda, acudir a un especialista que nos indique el mejor tratamiento para nuestra piel", explica Clara Motos, farmacéutica de DosFarma.
Lo primero que tenemos que saber es que el sol emite diferentes tipos de radiaciones, entre las que destacan los rayos solares llamados UVA y UVB (conocidos comúnmente como rayos ultravioleta), los rayos infrarrojos y la luz visible.
Una vez visto esto, está claro que es conveniente asegurarse de que el fotoprotector que vayamos a utilizar sea de alto espectro y que nos proteja frente a todos los tipos de radiaciones solares, ya sean rayos ultravioleta (UBV y UVA), rayos infrarrojos y luz visible. Una manera muy sencilla de asegurarnos en ver que en el envase las letras UVA Y UVB están rodeadas con un círculo.
El factor de protección solar o SPF es la medida de capacidad que tiene un fotoprotector para evitar que los rayos UVB provoquen quemaduras y problemas en la piel. Existen diferentes factores de protección solar, que abarcan desde el SPF 5 hasta el SPF 50+ y para entender en que consiste el número que lo acompaña debemos de saber primero qué tipo de piel tenemos o cuál es nuestro fototipo.
Es decir, si nuestra piel es de las más claras o de fototipo I significa que podemos resistir al sol sin quemarnos aproximadamente durante 10 minutos. Si utilizáramos una crema con un SPF 20 tendríamos que multiplicar por 20 el tiempo que podemos estar expuestos al sol. O lo que es lo mismo: 10 minutos * SPF 20 = a 200 minutos. Este es el tiempo que podríamos estar al sol sin quemarnos antes de volvernos a aplicar fotoprotector.
Esta es la teoría, pero hay otros factores que influyen en el tiempo de protección, como la intensidad del sol en el momento en el que estemos expuestas, los roces de nuestro cuerpo con la ropa, la toalla o la arena de la playa, la sudoración, los baños que nos demos... Por lo que todos los expertos recomiendan aplicarnos crema al menos cada dos horas y siempre después de cada baño. Además, es muy importante evitar las horas con mayor radiación solar, que abarcan desde las 12:00 de la mañana hasta las 16:00 de la tarde.
Por lo tanto, lo más importante para escoger el SPF más conveniente para nosotros es saber qué tipo de piel tenemos.
Como se ha dicho anteriormente es fundamental conocer cuál es el fototipo de nuestra piel para poder elegir adecuadamente el mejor protector solar. Su clasificación se realiza según la clasificación que hizo en 1975 el dermatólogo de la Universidad de Harvard Thomas B. Fitzpatrick y que hoy en día se conoce como la escala Fitzpatrick, en la que se tiene en cuenta la tonalidad de la piel, el color de los ojos, del cabello, la capacidad para brocearse y el tiempo que tarda la piel en quemarse sin protección.
Una vez que sabemos el tipo de crema que debemos utilizar, es recomendable también saber cuánta debemos ponernos. Para la piel del rostro, la cantidad adecuada son dos líneas extendidas en dos dedos. En cuanto al cuerpo, dos miligramos de crema solar por centímetro cuadrado del cuerpo cada vez que nos expongamos al sol, es decir, lo que equivaldría a llenar la mano de crema en cada aplicación. Además, lo aconsejable es aplicarla 30 minutos antes de exponernos al sol.
Por otro lado, la piel de nuestro rostro y la del cuerpo tienen distintas características y por tanto, diferentes necesidades, por ello, los protectores solares que utilicemos también deben de ser diferentes ya que su formulación no suele ser la misma ni en textura ni en formato, por lo que es muy importante que utilicemos diferentes cremas para proteger nuestro rostro y nuestro cuerpo.
Una de las típicas preguntas que todos nos hacemos es: ¿los protectores solares caducan? Pues la respuesta es sí, hay una manera muy sencilla de saber cuánto dura una vez abierta. Basta con mirar en la descripción que encontramos detrás del producto, normalmente en la parte inferior, un símbolo de un tarro de crema abierta donde aparece un número y la letra M. Este es el tiempo en meses que dura el producto una vez abierto. Así, por ejemplo si vemos 12M significa que ese producto tiene una duración de 12 meses desde que se abre para su primera aplicación.
Por otro lado, es necesario conservar el producto en un cuarto seco y fresco donde la temperatura se mantenga estable, a unos 22 grados aproximadamente. Si al abrir el bote la crema huele mal, tiene un aspecto atípico o su textura es muy líquida, es probable que no se haya conservado bien y haya perdido su efectividad y será mejor desecharla.
Además de lo dicho anteriormente, no sólo debemos protegernos del sol cuando vayamos a la playa o a una piscina, si no siempre que salgamos de casa, el sol no distingue donde estamos y sus rayos nos alcanzan en cualquier lugar, por ello debemos protegernos siempre, especialmente si hacemos turismo y vamos a pasar largas horas al aire libre.
Por otro lado también hay que protegerse los días nublados, si bien podemos utilizar un factor de protección más bajo (como el 15 o el 20). Por otro lado es conveniente proteger nuestro cabello con una gorra o sombrero y nuestros ojos con unas gafas de sol, siempre homologadas y mantenernos bien hidratados en todo momento.
Tampoco debemos olvidar algo a lo que la mayoría de la gente no presta atención, al igual que puede quemarse nuestra piel, también nuestros labios, por lo que es fundamental utilizar un bálsamo labial con protección solar SPF alto, muy alto de amplio espectro.
Por último hay que recordar que la fotoprotección oral no es sustitutiva de la tópica, aunque la protección solar vía oral puede llegar a ser complementaria de la fotoprotección tópica, es necesario destacar, que en ningún caso estas cápsulas, utilizadas para proteger del sol nuestra piel y obtener un bronceado más moderado, deben sustituir a los protectores solares.
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