Ninfómana, un término que demuestra que la igualdad sexual no existe
Éste y otros términos contribuyen a que igualdad sexual siga siendo inalcanzable y se perpetúen los mismos roles y estereotipos
Horarios y recorridos de las manifestaciones por el 8M de 2023 en Sevilla
Según la Real Academia de la Lengua Española, la ninfomanía no es otra cosa que la apetencia sexual insaciable en la mujer. En el apartado de la definición se observa el origen etimológico de la palabra y el significado cobra sentido, no así las interpretaciones que se hacen de la misma desde hace siglos. Ellas son ninfómanas, con todas las connotaciones negativas que conlleva la palabra, ellos adictos al sexo.
En materia de igualdad sexual las palabras, su significado y el valor que les damos juegan un papel muy importante. Herramientas a través de las que configurar una identidad propia, las palabras y su libre interpretación de las mismas parecen haberle ido a la contra a las mujeres, que encuentran en el diccionario una barreras más derribar a la hora de alcanzar la igualdad de género.
Con motivo de la celebración del Día de la Mujer, este 8M las calles, las redes y las mesas de debate se vuelven a inundar de mensajes que abogan por esa igualdad y buscan romper con los eternos estereotipos perpetuados. Estereotipos que son sólo la punta del iceberg y que la sociedad, en su mayoría femenina, tratan de derribar para llegar a la base y alcanzar, por fin, una igual de género equitativa satisfactoria.
Sobre igualdad sexual, roles de género, estereotipos y barreras a derribar (en este 8M y para siempre) hablamos con Rosa Navarro, sexóloga de Diversual.
-¿Qué es la ninfomanía y por qué sólo hace alusión a las mujeres?
-La palabra ninfómana se ha usado durante mucho tiempo para describir a mujeres con adicción al sexo o hipersexualidad. Es un término que deriva de la palabra ninfa. Las ninfas eran jóvenes divinidades femeninas griegas expertas en seducir con su belleza y cantos a hombres hasta arrastrarlos a la locura. La ninfomanía es una disfunción sexual y hasta hace unos años aún era la forma correcta de referirse a una adicción al sexo, eso sí, solo en el caso de las mujeres. Es una apetencia sexual insaciable, fuera de control. Es un término con una clara connotación negativa, utilizándose habitualmente de forma despectiva para insultar o señalar a las mujeres.
-¿Existe algún término homólogo referido a los hombres?
-Hay un vocablo que se refiere a los hombres con un insaciable apetito sexual, pero este es mucho más amable y considerado que el que se usa en el caso de las mujeres: satiriasis. Cuando es un hombre el que tiene ese deseo compulsivo de practicar sexo se le llama sátiro. Aunque el origen de este concepto está asociado a la misma disfunción que en el caso de las mujeres, un sátiro es un personaje con un perfil mucho más afable, era una criatura mitológica alegre y pícara. Y es eso lo que nos evoca la palabra sátiro: picaresca.
-¿Es un ejemplo de desigualdad sexual?
-Es un claro ejemplo de desigualdad sexual y de la importancia y poder que tiene el uso del lenguaje. Analizando muy por encima nuestro día a día y nuestra forma de comunicarnos podemos ver asomar la punta del iceberg. Todos tenemos en mente algún personaje famoso que ha saltado a la actualidad por sufrir hipersexualidad. Britney Spears, David Duchovny, Lindsay Lohan, Michael Douglas... Sólo hay que tirar un poco de hemeroteca para ver el tratamiento que se le ha dado a cada uno de ellos en los medios. Ellos, adictos al sexo y ellas, ninfómanas. ¿Casualidad? Para nada. Las mujeres, gracias a su poder sexual, son peligrosas y manipuladoras. Ellos, sin embargo, se dejan llevar por una pulsión incontrolable, sin poder hacer nada para remediarlo. Y eso es lo que ejemplifica el uso concreto de estos dos términos. Nosotras arrastramos de forma irremediable a los hombres a la perdición, al mal camino; en el caso de ellos, se trata de una enfermedad y sufren mucho por ella. Nótese la ironía, por favor.
-¿Qué es la igualdad de género a nivel sexual? ¿Existe esta igualdad?
-La igualdad de género en cuanto a sexualidad está reconocida a nivel de derechos, presuponiendo que todos tenemos derecho a una vida sexual y reproductiva plena. Esto debería incluir autonomía sexual, educación sexual libre de estereotipos y juicios morales entre otras cosas. En la práctica se han hecho muchos cambios y se han conquistado algunas libertades superando algunos mandatos que nos hacían menos merecedoras de ciertos derechos o privilegios. Ya no existe la necesidad de que una mujer esté casada para que pueda tener relaciones sexuales, podemos hacerlo simplemente porque nos apetece, sin compromiso. Pero, aun así, seguimos cargando con culpas y etiquetas si nos comportamos de idéntico modo que los hombres, y eso es algo que no hay que olvidar.
-¿Qué otros ejemplos existen de desigualdad en nuestro vocabulario o forma de hablar?
-Existen miles de ejemplos. Lo negativo, lo despectivo va en general ligado a todo aquello asociado a lo femenino, a la construcción social de lo que implica ser una mujer. Un claro ejemplo son los insultos, que en la mayoría de los casos pasan por recurrir a la referencia de algo asociado a la feminidad. Nenaza, llorón, débil, entre otros. Otro ejemplo son muchas palabras que tienen masculino y femenino, un clásico usar la variante en femenino de zorro, gallo, sargento, brujo como algo con lo que atacar y con una clara connotación negativa. Usar estas palabras en determinados contextos ayudan a perpetuar el lenguaje sexista.
-¿Qué otros tipos de desigualdad sexual existen?
-Por desgracia esta desigualdad va desde la forma en que vivimos nuestra sexualidad hasta incluso cómo la medicina ha tratado problemas y cuestiones de salud sexual femenina. Por ejemplo, se ha hecho una innecesaria medicalización de procesos tan naturales como la menstruación y la menopausia. Y ya de la endometriosis mejor ni hablamos; una enfermedad que genera muchísimo dolor e incapacidad y que se ha invisibilizado en parte por culpa del desconocimiento y poco interés sobre el funcionamiento normal de la salud menstrual de las mujeres. La salud sexual y reproductiva de las mujeres no interesa y eso nos ha acabado pasando factura.
-¿Influyen los estereotipos de género en esta posible desigualdad? ¿Por qué?
-Los estereotipos de género afectan a las desigualdades que existen dentro del sistema patriarcal, y por supuesto a la desigualdad sexual. Los estereotipos son un reflejo de las creencias compartidas sobre características de todo tipo sobre cómo son las mujeres y los hombres. Influyen desde la infancia enseñándonos y justificando el comportamiento y la forma de actuar de hombres y mujeres en todos los ámbitos, especialmente en la forma de comportarse en el sexo.
-¿Qué se puede hacer para conseguir una igualdad sexual?
-Tenemos que hacer un mayor esfuerzo en cuanto a educación sexual. Aparte de proporcionar datos científicos contrastados sobre la sexualidad humana también tenemos que deconstruirnos y ser conscientes de los efectos tan negativos que tiene una visión de la sexualidad femenina pobre, incompleta y sesgada. Necesitamos una educación sexual integral, con perspectiva de género que garantice que se cumplan los derechos sexuales de todas las personas, independientemente de su género u orientación sexual. La sumisión en el terreno sexual y la invisibilización de la sexualidad de las mujeres ha sido una de las herramientas favoritas de control del patriarcado. Mantenernos alejadas de nuestro placer y hacernos sentir culpables por expresar nuestro deseo y por ser activas sexualmente es una buena formar de convertir el sexo en algo con lo que disciplinarnos. A título personal, como mujeres otro aspecto importante es luchar contra los estereotipos y apropiarnos de nuestro placer y de cómo construimos nuestro deseo y su expresión. Hablar de lo que deseamos, de lo que queremos y tener presente que somos sujetos activos en nuestra sexualidad; porque lo personal sigue siendo político.
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