Coachella, un paraíso hipster en la tierra
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Estos días las redes sociales están plagadas de fotografías del festival más famoso del mundo: Coachella, un paraíso hipster al alcance de muy pocos
La gastronomía, el arte y todo tipo de placeres “hipster” y experiencias VIP encuentran un marco ideal en el Festival de Coachella (EE.UU.), el mediático evento musical en el que los conciertos de artistas como Eminem, Beyoncé o Cardi B son el ingrediente principal, pero no el único.
Beyoncé, The Weeknd y Eminem encabezan la edición de este año, que se celebra en dos fines de semana consecutivos (del 13 al 15 y del 20 al 22 de abril) en Indio (California) y que aspira a superar las cuentas del festival de 2017 cuando Lady Gaga, Radiohead y Kendrick Lamar fueron los máximos reclamos del cartel.
El (carísimo) precio del paraíso
Las entradas para disfrutar de sus actuaciones se lanzaron aun precio de 429 dólares para el abono sencillo con acceso a los tres días. Se agotaron prácticamente en cuanto se pusieron a la venta el pasado enero y, un día antes del comienzo de los conciertos, esos mismos pases superaban los 900 dólares en el portal de reventa de tickets StubHub.
Por lo visto, es lo que hay que pagar para disfrutar de actuaciones épicas como la de Beyoncé en el Empire Polo Club o la de la potente Cardi B.
“Cardi B. Bronx”, se leía con mayúsculas en las gigantescas pantallas del escenario principal de Coachella a las seis de la tarde, una hora temprana para una cantante que, pese a no ser a priori una de las cabezas del cartel, ha irrumpido en el mundo del rap con una fuerza arrolladora.
Con Chance The Rapper y G-Eazy como invitados y un incansable grupo de baile que se atrevió hasta con malabares y barra americana, Cardi B abordó temas jaleados por sus fans, muy jóvenes en su mayoría, como “Be Careful”, “I Like It” o “Bodak Yellow”.
Y si la rapera latina representa el futuro del rap, junto a otros artistas que participaron en Coachella como Vince Staples o Tyler the Creator, Eminem defendió hoy más de dos décadas de éxito y popularidad y lo hizo, sin escatimar recursos, acogiendo sobre las tablas a dos mitos de este género: 50 Cent y Dr. Dre.
Con un decorado simulando un fondo industrial en progresiva descomposición y un público asombrado ante esta reunión de raperos “all-star”, Eminem exhibió su estilo frenético y afilado combinando temas recientes como “Walk on Water” con hitos de su larga colección de éxitos: “Stan”, “The Real Slim Shady”, “My Name Is…” o “Lose Yourself”.
Arte y postureo, los otros atractivos de Coachella
Pero Coachella no es un festival solo para jóvenes alternativos dispuestos a acampar bajo el duro sol del desierto: su hedonismo californiano remite más al lujo y el “glamour” de Malibú o Beverly Hills que al movimiento hippie surgido en San Francisco.
El abono VIP para el Coachella costaba 999 dólares, con acceso a zonas reservadas en el recinto del Empire Polo Club, y a partir de ahí la exclusividad de la experiencia de los asistentes depende de los ceros de su cuenta bancaria que estén dispuestos a sacrificar.
Si uno se quiere alojar en la lujosa y cercana zona de Lake Eldorado tiene que pagar al menos 2.458 dólares por un “tipi” para dos personas ó 3.316 por una tienda para cuatro huéspedes.
Y aunque la gastronomía en todo el recinto es un atractivo en sí mismo, con puestos como Trejo’s Tacos (del actor Danny Trejo) o Afters Ice Cream con helados veganos, la apacible área ajardinada de Rose Gardens ofrece cenas “gourmet” a 225 dólares el cubierto.
El transporte también puede ser motivo de distinción: el aparcamiento VIP se contrata al margen de las entradas por 150 dólares y hay compañías que ofertan desplazamiento en helicóptero desde Los Ángeles.
Pese a que decenas de miles de personas entran cada día al festival, el ambiente en Coachella es relativamente relajado, más allá de los atascos habituales en la entrada, con muchos de sus asistentes tumbados en el césped bajo las palmeras.
Entre concierto y concierto el público puede beber cerveza artesanal en una terraza alejada de los grandes escenarios, comprar música en una tienda en la que solo venden vinilos, o personalizar sus camisetas y pañuelos en un establecimiento donde con una máquina de coser permite colocar el nombre en cualquier prenda.
El arte también tiene su cuota de protagonismo y en el primer día de Coachella triunfaron en Instagram, más allá de la famosa noria del festival, las enormes instalaciones y esculturas con forma de supernova o torre multicolor firmadas por artistas y colectivos como Edoardo Tresoldi, Randy Polumbo, Simón Vega, Newsubstante o R&R Studios.
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