Sevilla, el primer lugar de España en el que se implantó la Inquisición
El objetivo de la Inquisición era perseguir a quienes fueran contrarios a la religión católica.
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Si pasas por la calle Castilla, en el barrio sevillano de Triana, habrás podido observar que uno de los callejones que dan al río tiene el nombre de "Callejón de la Inquisición". Y es que, aunque la Santa Inquisición ya existía desde la Cruzada contra los Cátaros en el siglo XIII, Sevilla sería la primera ciudad de España en la que se establecería.
El término inquisición, en sentido amplio, es un tribunal religioso que persigue y castiga los delitos contra la fe, en este caso la cristiana. Más específicamente, la Inquisición o Santa Inquisición hace referencia tanto al proceso legal como a las instituciones de la Iglesia católica y en varias ocasiones a la protestante dedicadas a la supresión de lo que consideraban «herejía».
El tribunal de la Inquisición sevillana fue el primero que se introdujo en Castilla, habiendo obtenido los Reyes Católicos la bula para su fundación del papa Sixto IV en 1478, aunque los inquisidores no llegaron a la ciudad hasta diciembre de 1480, comenzando su actuación en febrero de 1481.
Por qué Sevilla
Fue el arzobispo de Sevilla, Pedro González de Mendoza, quien promovió su creación y consolidación en Sevilla debido a que en la ciudad convivía una gran comunidad judeo-morisca, lo que podía dar lugar a que afloraran ideas no católicas importadas de otros países ya que, además, era el centro del comercio internacional.
Su primera ubicación fue el antiguo Convento dominico de San Pablo, en la actual Iglesia de la Magdalena, pero debido a la necesidad de tener mayor espacio como consecuencia del gran número de presos y presuntos herejes, se vieron en la necesidad de trasladar la sede al Castillo de San Jorge, en el arrabal de Triana, una antigua fortaleza árabe que poseía un buen número de celdas en los muros aledaños al Altozano, San Jorge y Castilla y en la parte superior de las torres. En su interior se encontraba también la parroquia de Triana, la capilla de San Jorge.
Los inquisidores fueron, en un primer momento, esencialmente teólogos, pero con el tiempo su perfil incluyó una mayor formación en leyes, que desde 1608 se hizo obligatoria para acceder al cargo. A mediados del siglo XVII contaba con entre tres y siete inquisidores, un fiscal, seis notarios del secreto, otro de secuestros, un receptor y un juez de bienes confiscados. A estos oficios se sumaban dos jueces ordinarios, uno del obispado de Cádiz y otro del arzobispado de Sevilla.
Como consecuencia de ello, más de 2000 personas fueron condenadas a morir en la hoguera por la Santa Inquisición en la hispalense. De esta forma lo que supuestamente había nacido como una forma de erradicar un posible problema con otras ideologías se convirtió en un modo de controlar y perseguir los aspectos religiosos y políticos de la sociedad de la época de forma cruel.
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