¿Sabías que en Sevilla iba a haber una segunda catedral y que sus restos se pueden ver?
Los restos de este proyecto se encuentran en la zona de la Buhaira y datan de la primera mitad del siglo XX.
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Si pasas por la Avenida de la Buhaira de Sevilla es muy posible que veas, junto a los jardines, los restos de una construcción que nunca se terminó de llevar a cabo. Se trata de la obra inacabada del famoso arquitecto Aníbal González a la que, durante un tiempo, se consideró como la segunda catedral de la ciudad de Sevilla. Sin embargo debido a la muerte del arquitecto ésta nunca llegó a término.
La historia del proyecto
El proyecto de construir una segunda catedral en la ciudad de Sevilla se ideó en el año 1920 de la mano de la Compañía de Jesús. Esta orden había solicitado construir una basílica y un centro educativo en unos terrenos cedidos a los jesuitas en Huerta del Rey por lo que decidieron hacerle el encargo a Aníbal González.
Aunque la idea inicial de los jesuitas era crear algo de dimensiones habituales, al arquitecto se le ocurrió la idea de construir una iglesia colosal que rivalizara, incluso, con otros templos emblemáticos de Europa. Su proyecto era desmesuradamente ambicioso.
Además de contar con una iglesia con dimensiones próximas a las de la Catedral de Sevilla flanqueada por dos torres de la misma altura que la Giralda, el plano incluía una gran plaza enfrente del templo, un centro de enseñanza para uno 1000 estudiantes, residencia para los religiosos, sala de conferencias, un internado y una escuela de artes y oficio.
Tal era la inmensidad del proyecto de Aníbal González que pronto se comenzó a hablar de la segunda catedral que imperaría en la ciudad de Sevilla.
La primera piedra
En mayo de 1928, en presencia del rey Alfonso XIII y bendecida por el cardenal Ilundain se colocaba la primera piedra de la gran obra de este arquitecto: la Basílica de la Inmaculada Milagrosa.
A pesar de los esfuerzos del arquitecto sevillano, con el que algunos historiadores señalan que pretendía mostrar su valía y talento, un año más tarde de comenzar la ambiciosa obra, el 31 de mayo de 1929, Aníbal González moría, prematuramente, a la edad de 53 años. En el momento de su fallecimiento solo estarían construidas la base de la basílica y el basamento, de más de tres metros de altura.
Abandono de la obra
Eran tales las dimensiones del proyecto de Aníbal González que tras su muerte ningún arquitecto quiso hacerse cargo de él y continuarlo.
En los años 40, más de diez años después, otro arquitecto sevillano, Antonio Illanes del Río, decidió tomar parte de la obra de González y construyó lo que hoy se conoce como el Colegio Inmaculado Corazón de María, Portaceli. Sin embargo abandonó la idea del templo por lo que esta quedaría en el olvido y no se hizo nada con sus restos, que acabó sirviendo como lugar de juego para los niños del colegio.
En la actualidad estos restos pueden visitarse paseando por la Avenida de la Buhaira, aunque están en estado de abandono, prácticamente.
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