Ruta de los Molinos en Júzcar: un sendero de ensueño para disfrutar en familia en la aldea azul
Ruta familiar maravillosa que nos llevará por un entorno natural guiado por el agua y la historia
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Ficha Técnica
Tipo: Ruta Circular
Distancia: 1,28 Km
Dificultad: fácil
Desnivel acumulado de subida: 56 m
Desnivel acumulado de bajada: 56 m
Altitud máxima: 634 m
Altitud mínima: 581 m
Estimados ruteros hoy os traemos una ruta familiar, agradable, fácil y para hacer con niños sin problemas. Como diría Kristian Pielhoff, todopoderosa alma máter de Bricomanía, estamos ante una ruta en tierras malagueñas "Fácil, sencilla y para toda la familia". El sendero escogido para hoy es la Ruta de los molinos de Júzcar. Este enclave privilegiado de la Serranía de Ronda, en el Alto Genal, despegado ya de la denominación de Márketing Pueblo Pitufo (pintó todas sus casas del color de los pitufos en un acuerdo con Sony para promocionar la película internacionalmente, y ha decidido mantener el color como seña de identidad para pasar a denominarse Aldea Azul), dispone de una cantidad de rutas en la zona que hará las delicias del senderista. Por ello recomendamos, en la medida del presupuesto y las posibilidades, quedarse a pernoctar por la zona para sacarle rendimiento a la zona. Así Júzcar, Parauta, Cartajima, Alpandeire, Pujerra, Faraján o Igualeja, todas muy cercas una de otras, son una buena opción.
Contexto
La Ruta de los Molinos, de trazado circular, discurre por un entorno espectacular en las inmediaciones del municipio de Júzcar. Podremos contemplar el río de las Zúas, un puente árabe de un ojo, un trozo de calzada romana, y algunos de los molinos harineros que aún quedan en pie de los cuatro que existieron en su momento. En el paisaje predomina el bosque de ribera con adelfas y nogales, aunque por parte del camino se observan signos de vegetación perteneciente al bosque Mediterráneo.
Debemos prestar atención en los descensos del recorrido debido a que nos podemos encontrar material suelto en distintos tramos, creando falta de adherencia, al igual que en las zonas de umbría, también deberemos extremar las precauciones, debido a que, por la acción de la humedad, la roca caliza, se transforma en roca caliza activa, dotándola de un índice de rozamiento realmente bajo.
El primer descenso es el que podría entrañar mayor dificultad, debido al desnivel y la falta de adherencia en algunas partes. En principio es una ruta asequible para todas las edades, siempre que se encuentren en un estado físico medio.
La ruta
Para buscar el comienzo de la ruta, si tenemos aparcado el coche en la entrada del pueblo, que es donde está el párking público, tenemos que buscar como referencia el cementerio. Está dentro del pueblo al lado del Ayuntamiento, por lo que cualquiera de las calles del municipio por el que se siga son buenas para llegar. Recomendamos seguir por la carretera principal, que lleva a Faraján y Alpandeire. Si vamos todo recto llegaremos a una zona con un precioso mirador, el Mirador de la Torrichela, donde también se puede luego parar a comer en alguno de los bares de la zona ( o echar el café/ desayunar/ merendar/usar el servicio antes de empezar). Desde aquí las vistas de Júzcar son espectaculares.
Desde el mirador de la Torrichela, seguiremos bajando y directamente llegaremos a la indicación de la Ruta de los Molinos, dejando a la izquierda el mencionado cementerio y el Ayuntamiento de la localidad.
Una vez aquí tenemos una bajada que tiene justo en la mitad un mirador que nos da un anticipo de lo que nos vamos a encontrar: el río de las Zúas y el puente de un ojo árabe.
Encontramos una bajada bastante pronunciada, pero es posible hacerla sin problemas (no está habilitada para carritos de niños ni sillas de ruedas) con niños de todas las edades. En nuestro caso nos acompañaba un niño de 2 años y medio que pudo hacerla sin impedimentos. Justo al llegar abajo del todo nos topamos con una estampa que quedará grabada a fuego en la mente de los senderistas: El río de las Zúas y el puente árabe de un ojo del siglo XVI por el que transcurre con fuerza, transparencia y limpieza las aguas del río de las Zúas.
Tras contemplar el tiempo necesario la naturaleza en su esencia plena (en tiempo de lluvias es muy impactante) seguimos la ruta con una leve subida hasta coronar el puente empedrado desde el que se puede ver el discurrir del río.
Hay que cruzar el puente, y, a mano derecha, tenemos dos de los molinos harineros por el que toma nombre la ruta.
Dejamos los molinos y comenzamos una subida, no muy pronunciada pero si empedrada: son los restos de la antigua calzada romana. A la izquierda queda el Molino de la Sangre, hoy en ruinas, que era un molino asistido por fuerza animal (de ahí el nombre).
La subida hace una curvita a la derecha bastante resbalosa por la hierba y la humedad y el verdín.
Tras esta subida sigue otro tramo empedrado hasta que se adentra en una zona boscosa y de tierra. La vista de los huertos, el olor a bosque y tierra húmeda, el canto de los carboneros, jilgueros, verdecillos, verderones o pinzones dan paso al sonido lejano de una pequeña cascada de agua que alimenta el río de las Zúas.
Un camino estrecho te lleva hasta el agua en bajada. Un aviso, puede ser que si las lluvias son abundantes te tengas que dar la vuelta, o aventurarte y saltar el río hasta la otra orilla. Siempre puedes dar la vuelta y hacer la otra parte de la ruta que queda al contrario.
Si has conseguido pasar al otro lado te encontrarás toda una alegría para tus sentidos: el nacimiento del río que nos ha acompañado en esta ruta.
Una cascada de agua brota desde el estanque habilitado para los dos ojos desde los que brota la vida, desde los que nace el río. La zona es espectacular y es idónea para tomar una fruta o bocadillo sentado en una piedra mientras se contempla la escena idílica.
Desde este espectacular sitio seguiremos hacia arriba por un senderito marcado. A unos metros de subida si nos metemos hacia la izquierda saliéndonos del sendero podremos observar otra pequeña, pero maravillosa, cascada.
Y después de esto acaba lo más interesante de la ruta pues tras cruzar por el lateral de una cancilla abierta para el paso de los senderistas, se sale a la carretera de Faraján y Alpandeire. Tomaremos la dirección a la derecha ( si giras a la izquierda hay un mirador hacia el río, y en la otra orilla sale un pequeño barranco con otra cascada). Por carretera andaremos unos metros hasta hallar una acera que nos llevará directamente al comienzo de la ruta.
Una vez acabada lo recomendable es ver el pueblo completo. El Ayuntamiento, el kiosco-seta, la iglesia y su plaza, y en general todas sus calles y agradables casas decoradas con mucho gusto, y con pinturas que evocan a la naturaleza, los animales y como no al paso de la factoría Sony pictures por la localidad: Los Pitufos. En todo el pueblo hay repartidos animales de bosque a tamaño gigante que harán las delicias de niños y no tan niños.
En definitiva, una ruta que será un acierto por ser muy sencilla de realizar y por tener como aliciente Júzcar y sus alrededores. Recomendamos parar a la vuelta en Parauta, localidad elegida como una de las más bonitas de España con su certificación correspondiente.
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