Etapa 5 de la Vía Serrana del Camino de Santiago: Cañada del Real Tesoro-Jimera de Líbar

Ganado por la vía pecuaria próxima a Jimera de Líbar / Emilio J. De Los Santos

Ficha

Ruta Lineal

Distancia: 12,1 km (10,2 km si se para en Estación de Jimera de Líbar)

Dificultad: Fácil

Inicio: Cañada del Real Tesoro

Final: Jimera de Líbar

Poblaciones que atraviesa: Estación de Jimera de Líbar

Ascenso total: 270 m

Descenso total: 125 m

Naturaleza: 4/5

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Tras las intensas cuatro primeras etapas, la quinta supone un respiro. Es corta y no exige grandes esfuerzos. Un descanso antes de la dura jornada hasta Ronda. El paisaje sigue siendo de extrema belleza gracias a la Sierra de Grazalema, que nos acompañará por la izquierda en todo momento.

Salimos de la barriada de Cañada del Real Tesoro siguiendo la carretera A-373 rumbo al norte. Una curva ya en las afueras nos da acceso al puente que cruza el Guadiaro. Pasamos junto a una urbanización y un poco más adelante, a unos 500 metros, tomamos el ancho carril de tierra que parte a la izquierda.

Por esta pista dejamos la carretera que sale de Estación de Cortes.

Accedemos a un paraje llamado El Tórtolo. A los 200 metros del desvío, en ligero ascenso, damos con una encrucijada de caminos entre dos casas. Descartamos la primera salida y empezamos a describir una curva cerrada. Tampoco abandonamos el camino por el ramal que sale a la izquierda.

Ahora, sin pérdida, continuamos con la suave subida. Superado un paso canadiense, alcanzaremos una cota de unos 448 metros justo al pasar el arroyo de la Bovedilla. Después hay una bifurcación: avanzamos por la izquierda.

La Laguna Honda con la Sierra de Líbar al fondo / Emilio J. De los Santos

Ya en descenso, veremos la Laguna Honda a nuestra derecha. El camino va virando a la vez que baja. Por aquí, atravesamos el arroyo de la Vega. Desde esta zona tendremos una vista muy buena de Cortes de la Frontera. El municipio, al otro lado del valle, parece estar colgado de la ladera de una montaña. La sierra que tenemos a nuestro lado supera en muchos puntos los 1.300 metros de altura.

El impresionante paisaje que nos acompañará durante toda esta etapa. A la izquierda, está Cortes de la Frontera.

La bajada tiene 1,7 kilómetros y es suave. Nos vamos aproximando a un par de cortijos y al trazado del tren Algeciras-Bobadilla. Tendremos que pasar por debajo de las vías por un túnel. En el paso inferior, también cruzamos el arroyo de la Alfacara. Hay una especie de acera dentro para ayudarnos a evitar el agua (aunque si el caudal va alto... servirá de poco). Al salir por el otro lado, caminamos 500 metros con el Guadiaro a la izquierda y las vías a la derecha. Más adelante, tomamos otro túnel para pasar al otro lado de la línea férrea.

La amplia pista de tierra se acaba separando de las vías tras un kilómetro aproximadamente. Nosotros no lo haremos: continuamos de frente por un tramo sin sendero definido. Nuestra referencia serán las vías, que debemos llevarlas siempre a nuestra izquierda a poca distancia. Cuidado que puede haber ganado suelto por aquí.

Cruzando el arroyo de los Judíos / Emilio J. De los Santos

A unos 500 metros, nos topamos con el arroyo de los Judíos. Hay que vadearlo pisando piedras si no nos queremos mojar. Entramos en una zona muy boscosa con el recorrido aún sin definir. Puede que veamos algunas marcas orientativas, pero no existe una trocha como tal. Como antes, el trazado ferroviario siempre lo tendremos a la izquierda, a un nivel ligeramente inferior. Daremos con varias pequeñas puertas de un par de vallados. Nos ayudarán a rectificar la ruta a modo de puntos de control si es que nos hemos desviado.

La vegetación irá clareando poco a poco hasta que vayamos intuyendo con más facilidad el recorrido. A unos dos kilómetros del arroyo de los Judíos, conectamos con una vía pecuaria. El sendero atraviesa ahora una zona de pasto de forma transversal hasta encontrar un paso elevado, de llamativo color verde, sobre las vías del tren.

Vistas de Grazalema desde la Estación de Jimera de Líbar / Emilio J. De los Santos

Al otro lado, justo cuando acabemos la plataforma hormigonada, giramos en un ángulo muy cerrado a la derecha, en busca del río. Llegamos a la Charca de la Llana, en la que una represa permite el acumulado del agua para el baño. El sitio es muy agradable y cuenta con merenderos. El recorrido avanza muy pegado a la orilla mientras pasa junto a varios chalets y huertas. Tras otro kilómetro, entramos en la Barriada de la Estación de Jimera de Líbar.

Podemos alojarnos en este lugar, pero nuestra recomendación es subir hasta el pueblo. Para llegar a él, tomamos el paso elevado sobre las vías, pasamos bajo la carretera y damos un rodeo por las calles Miguel de Cervantes y Martín Gil. Conectaremos con la MA-8307 tras una rotonda. Seguimos la zigzagueante carretera durante dos kilómetros por un carril peatonal en su lateral. Hay un par de atajos perfectamente señalizados para evitar tanta curva. Eso sí, la subida es constante: 100 metros en dos kilómetros.

Monumento dedicado a Fray Leopoldo de Alpandeire en Jimera de Líbar / Emilio J. De los Santos

Jimera de Líbar, punto de acceso a las sierras próximas, es un pueblo muy típico. Sus calles son estrechas y empinadas con las casas pintadas de blanco y coloridas macetas colgadas de las paredes. Podemos visitar la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, justo en la tranquila Plaza del Ayuntamiento. Hay también un monumento dedicado a Fray Leopoldo de Alpandeire, ya que el beato solía parar aquí en sus viajes entre Granada y su localidad natal, la vecina Alpendeire. El pueblo destaca sobre todo por las impresionantes balcones con formidables vistas a la Sierra de Grazalema. Los atardeceres aquí nos dejarán sin palabras.

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