Etapa 4 de la Vía Serrana del Camino de Santiago: El Colmenar-Cañada del Real Tesoro

El Puente de los Alemanes.
El Puente de los Alemanes. / Emilio J. De Los Santos

Ficha

Ruta Lineal

Distancia: 12,2 km.

Dificultad: Difícil

Inicio: El Colmenar

Final: Cañada del Real Tesoro

Poblaciones que atraviesa: Sin poblaciones intermedias

Ascenso total: 349 m

Descenso total: 411 m

Naturaleza: 5/5

Descarga del Track: Vínculo a Wikiloc

La cuarta etapa de la Vía Serrana es posiblemente la más bonita y espectacular de todo el recorrido. Se puede acabar en Jimera de Líbar (23 kilómetros), pero en esta guía vamos a parar en Cañada del Real Tesoro o Estación de Cortes de la Frontera (12 kilómetros). ¿Por qué dejarla tan corta? Pues para disfrutarla más, sin duda. Pese a la reducida longitud, el avance es complicado, especialmente en la subida y bajada de Las Buitreras. Pero sobre todo, se prolongará en el tiempo porque seguramente pararemos mucho a hacer fotos o, simplemente, a admirar el impresionante paisaje.

Tomamos como punto de partida la vía del tren a su paso por El Colmenar. Mirando al este, seguimos la avenida de Santiago (MA-512). En la bifurcación del final, seguimos la izquierda, por la calle Buitreras. Así abandonamos la pedanía.

A unos 600 metros, llegamos la centenaria Central Hidroeléctrica de las Buitreras. Se nos interpone una cancela con el letrero de propiedad privada, pero se puede pasar tranquilamente por el lateral. El carril da un giro a la derecha y, tras pasar un edificio rectangular, nos topamos con una enorme tubería que baja desde la montaña. Pisamos tierra y ascendemos unos 90 metros por la cuesta tras la instalación rectangular. Superados unos escalones, las marcas nos hacen pasar bajo la canalización de agua de la instalación. Ya al otro lado de tubo, caminamos un corto trecho antes de girar en ángulo recto a la izquierda.

La trocha al principio es estrecha. Habrá tramos con importantes desniveles a la derecha.
La trocha al principio es estrecha. Habrá tramos con importantes desniveles a la derecha. / Emilio J. De los Santos

Ya estamos en el Cañón de las Buitreras. El paisaje es impresionante, con unas vistas maravillosas del río Guadiaro y de la serranía circundante. Iremos por encima del río, siempre siguiendo las balizas del GR 141 (marcas blancas y rojas), del SL-A 34 (señales blancas y verdes) o una combinación de ambas (rojas, blancas y verdes). Por arriba, aunque en muchos tramos se interna en túneles, va la vía del tren. Mucha precaución por aquí, pues el sendero es estrecho en ocasiones y hay trechos con una importante caída a la derecha.

El trazado va describiendo un amplio arco de 900 metros a la derecha con ligeras subidas y bajadas. Tras un saliente, viramos a la izquierda. Descendemos sin darnos cuenta hasta colocarnos prácticamente a la misma cota que el río. Pisamos un suelo más arenoso con restos de hojas y cañas junto a la orilla. Es una zona inundable, así que si ha llovido mucho recientemente podemos tener problemas aquí.

En esta etapa pararemos constantemente para admirar el paisaje.
En esta etapa pararemos constantemente para admirar el paisaje. / Emilio J. De los Santos

En medio kilómetro, el sendero comienza un tramo con subidas y bajadas muy cortas. Llevamos 3 kilómetros y nos hemos colocado al pie de la subida más fuerte de la etapa. En 700 metros vamos a ascender 175 metros por unas rampas bastante inclinadas que nos dejarán sin respiración.

Puente colgante antes de entrar en el Cañón de las Buitreras.
Puente colgante antes de entrar en el Cañón de las Buitreras. / Emilio J. De los Santos

A media altura, damos con un tajo, por el que bajan las escorrentías con fuerza cuando llueve. Lo cruzamos por un puente colgante. Unas escaleras de hormigón nos devuelven al sendero antes de retomar la subida nuevamente. En este punto, tendremos ya una vista impresionante de la garganta. El paso del río ha abierto una grieta de un centenar de metros en la roca. Al pie de la misma, está el Charco del Moro, una pequeña laguna a los pies de la pared rocosa. Conforme vayamos andando, veremos que a nuestra derecha salen varios ramales que nos permitirán aproximarnos a la orilla.

La impresionante Garganta de Las Buitreras.
La impresionante Garganta de Las Buitreras. / Emilio J. De los Santos

El serpenteante camino nos irá elevando y, tras alguna zona pedregosa que nos puede complicar el paso, se irá abriendo poco a poco en una parte con una abundante vegetación de matorral. En esta zona, veremos el Monumento Natural del Cañón de las Buitreras en todo su esplendor. En la parte elevada de la pared de roca caliza veremos la colonia de buitres leonados que anida aquí, con algunos ejemplares planeando sobre nuestras cabezas.

En el fondo del cañón, la vegetación es densa. Arriba nos acompaña la línea Algeciras-Bobadilla
En el fondo del cañón, la vegetación es densa. Arriba nos acompaña la línea Algeciras-Bobadilla / Emilio J. De los Santos

El recorrido va haciendo zigzagueos cada vez más frecuentes. El sendero fue acondicionado hace un tiempo con algunas escaleras y barandillas de madera. En el punto más elevado, a 448 metros, tenemos un mirador desde donde obtendremos una panorámica muy buena de todo este paraje. Si lo visitamos al amanecer o al atardecer, el contraste cromático entre la piedra, la vegetación y el cielo se nos quedará grabado en la memoria.

Vistas desde uno de los miradores.
Vistas desde uno de los miradores. / Emilio J. De los Santos

Es hora de iniciar la bajada... y será dura. Perdemos 115 metros de alto en apenas 300 metros. La zona más elevada es de piedra viva. Conviene fijarse en la abundancia de palmitos por aquí y hasta es posible que nos encontremos con alguna cabra montesa. Las señales nos irán orientando cada cierta distancia. El recorrido al principio es recto, pero los metros finales sortearemos el descenso con zigzagueos. Mucha precaución porque se nos puede ir el cuerpo por la fuerte pendiente.

Se accede al Puente de los Alemanes por una cueva.
Se accede al Puente de los Alemanes por una cueva. / Emilio J. De los Santos

Abajo del todo, cruzando la grieta, está el Puente de los Alemanes, que ni es realmente un puente ni lo hicieron los alemanes. Se trata de un azud o sistema de canalización de agua de la Central Eléctrica de Las Buitreras construido por ingenieros belgas en 1918. Para acceder, tenemos que entrar en una pequeña cueva que nos obliga a agacharnos. Un codo en ángulo recto nos lleva a la plataforma del puente. Está a 60 metros sobre el lecho del río. Impresiona asomarse y ver la estrechez de las paredes. Por cierto, estamos en un lugar muy frecuentado por barranquistas.

La garganta vista desde el Puente de los Alemanes.
La garganta vista desde el Puente de los Alemanes. / Emilio J. De los Santos

Tras embobarnos con esta antigua infraestructura, recuperamos el camino. En el lado opuesto del puente hay una pared con unos escalones de piedra muy inclinados. Un cable metálico que nos ayudará a subir. Ya arriba, seguimos remontando el repecho. Otra vez volvemos a ir sobre piedra sin un camino muy claro. Improvisamos el trazado nosotros mismos. A medio ascenso, el sendero vuelve a definirse. En la parte más alta, a unos 410 metros, nos aguarda el Cortijo del Marqués. Son unas ruinas sobre un agradable balcón con hierba. Ahora las vistas sobre del valle del Guadiaro son desde otro ángulo, con el río avanzando entre las verdes lomas de las montañas. Merece la pena fijarse en el recorrido del tren, que intercala viaductos y túneles por esta complicada orografía.

Las ruinas del Cortijo del Marqués.
Las ruinas del Cortijo del Marqués. / Emilio J. De los Santos

La encina comienza a imponerse a partir de ahora. Abunda más la sombra. Tras el cortijo, empezamos a recorrer el Camino de los Puertos. En esta ocasión, tendremos la caída del valle a nuestra izquierda. A 500 metros tenemos el Mirador de las Buitreras, un ligero saliente en la falda de la montaña que nos permitirá obtener otro ángulo de este entorno. Hasta aquí llevamos 5 kilómetros.

El ligero respiro que nos ha dado el perfil desde el cortijo se termina. Volvemos a ascender, aunque será más suave que lo que hemos dejado atrás. El recorrido no tiene pérdida aquí, lo cual es estupendo para poder ir admirando lo que tenemos alrededor. La subida nos deja en la cota de 485 metros de alto, techo de esta etapa. Coronamos el Puerto de la Fresneda. A escasa distancia, se incorpora otro camino por la derecha.

El Camino de los Puertos nos ofrecerá una vista muy bella del valle del Guadiaro.
El Camino de los Puertos nos ofrecerá una vista muy bella del valle del Guadiaro. / Emilio J. De los Santos

El escenario se va aplanando un poco: perdemos el desnivel tan pronunciado de la izquierda. Cuando crucemos el arroyo de los Puertos, empieza un vallado a nuestra derecha. Unos metros más adelante, en un quiebro, sorteamos el arroyo de Abejera. Nos topamos con las casas del Cortijo Fresneda e iniciamos el suave descenso. Perdemos unos 100 metros de altura en 1,5 kilómetros de distancia.

Así llegamos al arroyo del Salitre. Justo aquí hay un cruce. Doblamos 90 grados a la izquierda para enfilar la Cañada Real de Gibraltar. Completamente en llano, caminamos junto a varias casas y granjas. A unos 800 metros del cruce previo, alcanzamos una bifurcación. Tomamos la izquierda otra vez y superamos el río por el Puente de las Pepas.

Cruzamos el Guadiaro por el Puente de las Pepas, a escasa distancia ya del final.
Cruzamos el Guadiaro por el Puente de las Pepas, a escasa distancia ya del final.

En la otra margen, viramos a la derecha. Seguimos otros 500 metros hasta la próxima intersección, junto a una casa grande. Volvemos a ir hacia la izquierda. Ya sobre asfalto, en apenas unos 300 metros estamos entrando en la barriada de Cañada del Real Tesoro o Estación de Cortes de la Frontera. Ponemos fin a la etapa en esta tranquila población.

La Plaza Nueva de Cañada del Real Tesoro.
La Plaza Nueva de Cañada del Real Tesoro.

Sin duda, esta etapa que hemos recorrido es de las más bonitas de la Vía Serrana por su importante patrimonio natural. Ya estamos a los pies de la Sierra de Grazalema. En las próximas jornadas, siempre junto al Guadiaro, iremos rodeando el macizo montañoso.

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