Etapa 2 del Camino Olvidado: Zalla-Nava de Ordunte | El País Vasco da paso a Las Merindades

Trayecto corto y sencillo, sin apenas desniveles, que ya empieza a mostrar un carácter más rural.

Etapa 1 del Camino Olvidado: Bilbao-Zalla | El 'bidegorri' de Santiago

Recorrido de la segunda etapa del Camino Olvidado
Recorrido de la segunda etapa del Camino Olvidado / Emilio J. de los Santos

Puede que la primera etapa del Camino Olvidado resultase algo decepcionante por el exceso de carriles asfaltados y por ser demasiado urbana. Por suerte, la segunda jornada comienza a cambiar de escenario. El recorrido, de algo más de 22 kilómetros, se despide del País Vasco tras Balmaseda y accede Castilla y León para visitar el Valle de Mena, inicio de la bucólica comarca de Las Merindades.

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Seguiremos pisando carriles ciclo-peatonales en la mayor parte de este trayecto, especialmente en la primera mitad. El cambio a la provincia de Burgos nos dará la impresión de que el ambiente industrial va quedando atrás por fin. Y así será. El paso por bosques, praderas, ríos y pequeñas aldeas será cada vez más frecuente al dejar atrás Vizcaya. El relieve de la etapa mantiene la comodidad del día anterior. Sin desniveles reseñables, es un calentamiento ideal para lo que tendremos que afrontar en las próximas jornadas.

Comenzamos en el albergue de Zalla. Desde su puerta, tomamos la calle que baja justo delante. En el primer cruce, doblamos a la derecha. Pasamos junto a un bonito parque con el Ayuntamiento de la localidad en el centro. Este edificio es el Palacio de Murga, una típica casa-torre de planta rectangular del siglo XVII.

Ermita de San Pedro de Zarikete
Ermita de San Pedro de Zarikete / Emilio J. de los Santos

La calle por la que vamos se llama Lehendakari José Antonio Agirro, aunque también es la carretera BI-3636. La seguimos durante un kilómetro, alternando aceras y carriles bici, para atravesar el barrio de Mimétiz. Lo más destacado en esta travesía será la Ermita de San Pedro de Zarikete, del siglo XVI. Este edificio tiene una larga tradición vinculada a los ritos contra los males de ojo. Como dato curioso, el gentilicio oficial de Zalla es Zallarra, pero popularmente se les llama brujos por toda esta vinculación a su lucha contra la brujería en la región.

Junto al río Cadagua.
Junto al río Cadagua. / Emilio J. de los Santos

Como hemos dicho, al kilómetro de marcha dejamos la carretera para iniciar un bidegorri (vía ciclo-peatonal) que se interna entre varias parcelas para acercarse a la orilla del río Cadagua. El agradable paseo, siempre a la sombra de árboles, pasa bajo la carretera BI-3651 y toma una amplia curva para acceder, por un aparcamiento, a la zona de ocio de Bolunburu.

Ruinas de la antigua ferrería.
Ruinas de la antigua ferrería. / Emilio J. de los Santos

El recorrido describe una amplia S antes de mostrarnos, en el kilómetro 3 de la etapa, las ruinas de una antigua ferrería, una forja destinada a fabricar vías y elementos empleados en la vía del tren que nos acompaña por el lado derecho en todo momento. En 500 metros, está la Ermita de Santa Ana (del siglo XVI), en medio de una bonita pradera. Todo esto está muy bien preparado, con bancos, merenderos y algún que otro kiosco. Se trata de una zona de esparcimiento de los vecinos de los alrededores.

Ermita de Santa Ana
Ermita de Santa Ana / Emilio J. de los Santos

El bidegorri continúa progresando a muy pocos metros de unas canalizaciones, molinos y algunas presas que aprovechan el paso del agua del río Cadagua. En el kilómetro 4,5, pasamos bajo un puente ferroviario y volvemos a la carretera BI-3651 para visitar el barrio de La Herrería.

Capilla junto al Palacio de los Urrutia.
Capilla junto al Palacio de los Urrutia. / Emilio J. de los Santos

Al dejar atrás la Iglesia de Santa Isabel, abandonamos la carretera por la derecha para enfilar un carril que nos conduce al barrio de La Mella, donde pasaremos ante el Palacio Urrutia, buen ejemplo del poderío económico de la burguesía vasca. Justo delante de la lujosa puerta, está la Ermita de la Asunción de Nuestra Señora y San Antonio de Padua.

Sendero junto a los canales del Cadagua.
Sendero junto a los canales del Cadagua. / Emilio J. De los Santos

El carril de zahorra continúa llevándonos entre el río y unos bonitos y densos bosques durante dos kilómetros antes de que comencemos a ver los primeros edificios de Balmaseda, la localidad más importante de esta etapa.

Iglesia de San Severino, en Balmaseda.
Iglesia de San Severino, en Balmaseda. / Emilio J. de los Santos

Balmaseda es un municipio con un interesante patrimonio histórico, destacando la Iglesia de San Severino, el Puente de la Muza o Puente Viejo y el Palacio Horcasitas o Buniel. Podremos visitar también el Museo de Boinas La Encartada, el Museo de Historia Villa de Balmaseda o el Centro de Interpretación de la Pasión.

Pasando el Puente Viejo de Balmaseda.
Pasando el Puente Viejo de Balmaseda. / Emilio J. de los Santos

El callejeo por Balmaseda no es complicado. La población está muy estirada a lo largo del río. Entramos por la calle Magdalena y caminamos, entre varias casas de indianos, hasta la Plaza de San Severino con su imponente iglesia del siglo XV con exterior barroco. Seguimos a mano izquierda por la calle Martín Mendia, que nos mostrará el Palacio de Horcasitas y el Museo de Historia de la localidad. A pocos metros de la Plaza de San Juan, doblamos a la izquierda en la calle San Lorenzo. Así damos con el vistoso Puente Viejo. Cruzamos por él el Cadagua y, en el otro lado, en la Plaza de los Tilos, viramos a la derecha por la calle El Cristo, que discurre tras los talleres de Renfe. Al fondo, describe una curva a la izquierda, pero nosotros seguimos de frente por otro bidegorri. Nos enseñará las traseras de las casas de una urbanización antes de conectar con la calle La Calzada.

Tramo de carretera a la salida de Balmaseda.
Tramo de carretera a la salida de Balmaseda. / Emilio J. De los Santos

Cruzamos el río otra vez por el Puente de la Perilla, sobre el que pasa el viaducto de la BI-636. Cuidado con este nodo de calles y carreteras porque hay bastante tráfico. En la margen opuesta, doblamos a la izquierda en la rotonda y nos colocamos sobre el carril bici. Caminaremos unos dos kilómetros por este bidegorri. Pasamos junto al Polígono Industrial de El Peñueco, donde está el Museo de las Boinas La Encartada, producto autóctono muy famoso por su calidad.

Primer tramo por tierra de todo el Camino Olvidado.
Primer tramo por tierra de todo el Camino Olvidado. / Emilio J. de los Santos

En el kilómetro 13, dejamos al fin el carril bici y la carretera para cruzar el río por el puente que da acceso al Polígono Industrial El Páramo. Por suerte, justo antes de entrar en él, las flechas del Camino Olvidado nos internan en un denso bosque de castaños. Encajonados entre la vía del tren por la izquierda y el Cadagua por la derecha, pisamos tierra por primera vez desde que salimos de Bilbao. De esta forma, nos despedimos de Vizcaya y del País Vasco.

Arroyo de las Oleas
Arroyo de las Oleas / Emilio J. de los Santos

Cuando salgamos del bosque, Burgos nos da la bienvenida. Entramos en el término del Valle de Mena, que ya forma parte de Las Merindades. Tras pasar por un puente de piedra sobre el Arroyo de las Oleas, accedemos a El Berrón, primera localidad burgalesa. Pisamos el asfalto de una calle y no nos separamos de ella hasta cruzar el Arroyo de la Teresa. En la otra orilla, tomamos el carril de la derecha. No tiene pérdida: hay una fuente en la esquina.

Palacete barroco de los Martínez de la Riba
Palacete barroco de los Martínez de la Riba / Emilio J. de los Santos

Un paso subterráneo nos permite cruzar la vía ferroviaria. Posteriormente, enfilamos el diseminado a la izquierda, que nos enseña el bonito conjunto del palacete barroco de los Martínez de la Riba, con la Iglesia de Nuestra Señora de Montserrat adosada.

Rodeamos el Polígono Industrial Santecilla
Rodeamos el Polígono Industrial Santecilla / Emilio J. de los Santos

Un poco más adelante, tomamos el carril de la izquierda en la bifurcación. El recorrido rodea el Polígono Industrial Santecilla, que tenemos a la derecha. No nos salimos del camino principal hasta dar con la Iglesia de San Cecilia. En encrucijada, avanzamos por la primera calle a la derecha. Pasamos entre dos naves y dejamos a la izquierda la población de Gijano de Mena. Una cuesta nos hace subir a la carretera CL-629. Con mucho cuidado y aprovechando los refugios, cruzamos al otro lado para iniciar un camino vecinal.

La parte final es mucho más rural.
La parte final es mucho más rural. / Emilio J. de los Santos

Entramos en una zona más bucólica, que alterna pequeños bosques y praderas con ganado pastando. El carril asfaltado atraviesa primero un canal de riego y, posteriormente, el río Cadagua. A continuación, hay otra bifurcación: debemos avanzar por la izquierda. En 500 metros veremos la desembocadura del río Ordunte en el Cadagua.

Avanzamos un poco más para tomar un puente que nos permite cruzar La Vega, aldea con preciosas casas y jardines. Desde aquí, el tramo final es muy sencillo, pues no nos saldremos de la estrecha carretera por la que vamos. El paisaje es muy agradable y cómodo, con la serranía siempre a la derecha. Por aquí sobresale más el Pico Albedo (363 metros de altura). El trayecto que resta es de algo más de 2,5 kilómetros. Antes de la meta, pasamos por la aldea de La Tapia.

Puente sobre el río Cadagua, en Nava de Ordunte.
Puente sobre el río Cadagua, en Nava de Ordunte. / Emilio J. de los Santos

La meta la tenemos en Nava de Ordunte. Se trata de un pueblo muy pequeño y tranquilo vertebrado alrededor de un puente que cruza el río Cadagua. Cuenta con un bar y un buen albergue de peregrinos junto a la Iglesia de San Juan Bautista. De hecho, su hospitalero, Adolfo Diego de Miguel, es el gran impulsor de la recuperación de este Camino Olvidado. Tiene la costumbre de acercarse a hablar con los peregrinos, siempre con simpatía y con mucha información de la aventura que tenemos por delante.

Iglesia de San Juan Bautista en Nava de Ordunte.
Iglesia de San Juan Bautista en Nava de Ordunte. / Emilio J. de los Santos

La segunda etapa del Camino Olvidado es muy sencilla y corta. Lo bueno es que lo urbano ya ha quedado atrás. Las Merindades, comarca en la que nos hallamos, desplegara ante nosotros un entorno muy rural. La ruta empieza a desplegar ahora su belleza... pero también su dureza y aislamiento.

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