Etapa 12 de la Vía Serrana del Camino de Santiago: Utrera-Alcalá de Guadaíra-Sevilla

Recorrido largo de 35 kilómetros que pone punto final a esta variante jacobea, justo a los pies de la Catedral de Sevilla.

Etapa anterior: El Coronil-Utrera

Inicio de la Vía Serrana desde La Línea de la Concepción

El Puente del Dragón, en Alcalá de Guadaíra. / Emilio J. De Los Santos

Ficha

Ruta Lineal

Distancia: 35,4 km

Dificultad: Difícil (muchísimo cuidado con el calor)

Inicio: Utrera

Final: Sevilla

Poblaciones que atraviesa: Alcalá de Guadaíra

Ascenso total: 152 m

Descenso total: 180 m

Naturaleza: 1/5

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La Vía Serrana llega a su fin y lo hace con una etapa muy larga, aunque se puede dividir en dos si se desea. Tenemos dos opciones para ir a la capital hispalense: pasar por Dos Hermanas o por Alcalá de Guadaíra. En esta guía iremos por la segunda ruta.

El trazado que vamos a seguir tiene 35,4 kilómetros en total con tres partes: la primera sale de Utrera y atraviesa una amplia llanura hasta Alcalá de Guadaíra; la segunda sigue el río Guadaíra por un agradable paseo; mientras que la tercera es la aproximación y el largo trecho urbano hasta la Catedral de Sevilla. Nos aguardan al menos 7 u 8 largas horas. Como en las etapas previas, muchísimo cuidado con el calor y el sol, pues la sombra escasea.

En esta bifurcación (calles La Corredera y Veracruz), se separa el ramal que va por Dos Hermanas del que va por Alcalá de Guadaíra.

Podemos tomar como puntos de salida la Plaza de la Constitución o la Iglesia de Santiago el Mayor de Utrera. Al final, acabaremos yendo por la Calle la Fuente Vieja. En la cercana Plaza de Santa Ana, tomamos la primera salida a nuestra derecha en la glorieta, por la larga Calle la Corredera. La bifurcación con la Calle Veracruz supone también la separación con la variante que va por Dos Hermanas. Nosotros seguimos de frente.

Dejamos atrás la Plaza de la Trianilla, con la estatua de Bambino en el centro, y continuamos siempre recto por las avenidas General Giráldez y Alcalde José Dorado Alé. Conviene pasarnos al lado derecho. A la altura de una gasolinera, hay una vía de servicio llamada Calle Comercio. La enfilamos hasta alcanzar la próxima rotonda. Al fin nos despedimos del abundante tráfico de esta arteria de Utrera: doblamos a la derecha por la Calle Progreso, internándonos en un polígono industrial. Al fondo, la calle se trifurca. Vamos por el ramal a la izquierda o Camino Viejo de Alcalá. Poco después, cruzamos por un paso elevado la vía del tren y ya hemos dejado la ciudad atrás.

A la salida de Utrera, pasaremos por algunos olivares. / Emilio J. de los Santos

En los próximos kilómetros, vamos a seguir un camino vecinal de tierra que se interna entre varias urbanizaciones: Casablanca, La Pachequilla, Las Perdigueras, Doña Jacinta o El Saltillo. No hay complicación alguna, pues siempre iremos recto. Al final, alcanzamos un cruce de caminos con una amplia llanura al frente. Hasta este punto hemos recorrido 7 kilómetros de la etapa.

Cuando dejemos la línea de casas atrás, el sendero desciende unos metros por una pista que perdemos en el horizonte prácticamente. A la derecha, tenemos una línea de vegetación que sigue el Arroyo de Guadairilla y algo más lejos el Río Guadaíra. De frente, se distingue ya Alcalá, pero nos faltan aún muchos kilómetros. Esto nos puede minar anímicamente: lo peor en un camino de estas características es que otear la meta al fondo de una larga recta a sabiendas que faltan varias horas para llegar.

La amplia llanura que separa Utrera de Alcalá de Guadaíra. / Emilio J. de los Santos

Nos aguardan nada más y nada menos que 7 largos kilómetros por este paisaje tan monótono. Sólo nos sacarán de la rutina otros senderistas o ciclistas que recorran la zona. Los cruces que nos encontremos los atravesaremos siempre perpendicularmente.

El final de este tramo lo marca la Cuesta de Carretilla, un repecho que nos hará ascender unos 50 metros de alto en unos 600 metros de distancia. Arriba, continuamos siempre de frente por la zona llamada el Puntal de Oromana, con la Hacienda la Boticaria a la izquierda y el Cortijo de Maestre a la derecha. Aproximadamente, a un kilómetro de la subida, alcanzamos un campo de tiro y poco después veremos ya las primeras casas de Alcalá de Guadaíra.

El Puente Romano de Alcalá. / Emilio J. de los Santos

El recorrido desemboca en la Avenida de Portugal. Doblamos a la izquierda, bordeando los Pinares de Oromana. El suave serpenteo de la calle nos hace pasar bajo la Ermita de San Roque y finalmente nos deja en las proximidades del río Guadaíra. Este paraje cuenta con un bello paseo que avanza bajo su densa vegetación de ribera: es muy recomendable realizar esta ruta, que además nos descubre varios molinos de harina de origen medieval que aprovechan la fuerza del agua.

Buscamos el Puente de Jesús Nazareno para pasar a la margen opuesta. Conocido popularmente como Puente Romano, realmente data del siglo XV, aunque se tiene constancia de que se construyó sobre un paso más antiguo de época romana.

Subiendo a la Parroquia de Santiago de Alcalá de Guadaíra. / Emilio J. de los Santos

Ya al otro lado del río, atravesamos la Plaza del Perejil usando los pasos de cebra. Suele haber bastante tráfico por aquí. Posteriormente, tomamos la Calle Sánchez Perrier hasta que unas escaleras nos dejan ante la Parroquia de Santiago. Proseguimos por el lado izquierdo de la Plaza del Derribo hasta enfilar la Calle Orellana, que nos acerca a una gran rotonda que ofrece una bonita panorámica del fantástico Castillo de Alcalá, que domina desde arriba todo el municipio. Se trata de otra fortaleza de la Banda Morisca.

El Castillo de Alcalá de Guadaíra desde el Camino. / Emilio J. de los Santos

Ahora debemos buscar el peculiar Puente del Dragón para volver a superar el río. Conviene pararnos admirar su interesante y fotogénico diseño con el castillo a su espalda. El agradable parque que sigue la orilla del río será nuestra vía de salida de Alcalá. Hasta aquí llevamos unos 19 kilómetros de la etapa. Si lo necesitamos, podemos parar a dormir en este municipio, ya que cuenta con todos los servicios y es la única parada posible si queremos dividir en dos esta larga jornada.

El curioso puente del Dragón de Alcalá de Guadaíra / Emilio J. de los Santos

Recorremos el paseo fluvial hacia el norte. Desde el Puente del Dragón hasta el Acueducto del Canal de los Presos, que es donde nos separaremos del río Guadaíra, hay un total de 6 kilómetros de distancia. Los tramos iniciales, más cuidados, tienen sombra. La parte final... no tanta.

Los primeros tramos del paseo junto al Guadaíra tienen muchos árboles. / Emilio J. de los Santos

Caminamos este trecho siempre con el curso de agua a muy pocos metros a la izquierda. Los amantes a la Ornitología disfrutarán mucho de esta zona, pues podrán avistar interesantes ejemplares en las proximidades.

Molino del Realaje / Emilio J. de los Santos

A un kilómetro del Puente del Dragón, descubrimos el Molino del Realaje, con un azud en sus proximidades. Dos kilómetros más adelante, damos con otro: el Molino de Pelay Correa. No será el último, pues aún queda el Molino de Cerrajas, tras pasar bajo el viaducto de la SE-40. Este último está en una situación algo más ruinosa.

Molino de Cerrajas. / Emilio J. de los Santos

La caminata junto al río se acaba justo en el Acueducto del Canal de los Presos o del Bajo Guadalquivir. Tomamos el sendero que en suave ascenso va por la derecha. Vamos en busca del trazado del Metro de Sevilla. Poco antes de llegar al viaducto, doblamos a la izquierda en ángulo recto para superar el mencionado canal por un corto puente. A los pocos metros de dos edificios abandonados, viramos a la derecha para pasar bajo las vías del interurbano.

Ahora toca atravesar una zona de escombreras en busca de las naves que vemos al fondo. No hay pérdida. Terminamos pisando asfalto por la trasera del edifico que alberga una tienda de Decathlon. Seguimos su lateral para dar con la Carretera de Mairena en una rotonda. Vamos hacia la izquierda, por un camino de tierra fuera de la calzada.

Hay que cruzar al otro lado con mucha precaución.

En la segunda glorieta, tomamos un carril ya asfaltado. En el próxima rotonda, tendremos que cruzar. No hay paso de peatones y el tráfico es abundante, por lo que hay que extremar la precaución y aprovechar los refugios. Al otro lado, Sevilla nos da la bienvenida con el Polígono El Pino y Palmete.

La entrada a la capital hispalense no es bonita. Aún nos quedan 6 kilómetros hasta la Catedral y no serán agradables, pues al cansancio se le une un trazado urbano que resulta bastante pesado. Puede que más de uno prefiera tomar un autobús de Tussam llegado a este punto, aunque los puristas preferirán recorrerlo al completo.

El recorrido nos hace rodear el Parque Amate.

Desde el cartel que indica el límite de Sevilla, vamos recto por la Calle San José de Palmete, cruzamos la vía del tren por un paso elevado elevado para acceder al Polígono La Negrilla. Continuamos derecho para pasar bajo la SE-30. Al otro lado de la ronda de circunvalación, comienza la Avenida Ramón Areces. Rodeamos el perímetro del Parque Amate por las calles Amor y Carlos Marx, que nos dejan en la Glorieta del 1º de Mayo. Bajamos por la Calle Federico Mayo Gayarre hasta la intersección con la Ronda del Tamarguillo. Sin desviarnos, caminamos recto por la Calle Marqués de Pickman para alcanzar la Gran Plaza. Ya vamos por Nervión, en concreto, por la Avenida Eduardo Dato. Es muy larga, pero al menos tenemos el consuelo de ver ya la Giralda a lo lejos. Siempre de frente, terminamos topándonos con el Puente de San Bernardo y, justo detrás, la Puerta de la Carne, que da acceso al centro de la ciudad.

Callejeando por el Barrio de Santa Cruz.

Esto se acaba al fin. El recorrido por el casco antiguo sigue la concurrida Calle Santa María la Blanca (atención a la antigua sinagoga que dejaremos a la derecha: un auténtico tesoro). En la plaza, doblamos a la izquierda para internarnos en el Barrio de Santa Cruz. El trazado avanza por la estrechez de Ximenez de Enciso hasta la Calle Mateos Gago, siempre llena de turistas. La meta está justo delante, con la Giralda dejándonos claro hacia dónde dirigirnos.

Llegando a la Catedral de Sevilla / Emilio J. de los Santos

Al bajar a la Plaza Virgen de los Reyes, parece como si la Catedral nos quisiera abrazar. Rodeamos la fachada del imponente templo por la izquierda: la bella Plaza del Triunfo da paso a la Calle Fray Ceferino González y, finalmente, a la Avenida de la Constitución. La Via Serrana concluye justo en el sello que hay en el suelo ante la Puerta de San Miguel (la primera que nos encontramos). Un camino muere donde otro nace: la Vía de la Plata nos aguarda a partir de aquí para conducirnos a Santiago de Compostela.

Este sello pone fin a la Vía Serrana e inicia la Vía de la Plata. / Emilio J. de los Santos

En total, hemos recorrido algo más de 250 kilómetros en un total de 12 etapas desde la ya lejana ciudad de La Línea de la Concepción. Han sido días llenos de belleza, con paisajes espectaculares a los pies de las montañas con rincones cargados de naturaleza e interesantes pueblos. Pero también ha habido momentos de gran dureza con tramos de subida importantes, carreteras con mucho tráfico o auténticos secarrales a pleno sol.

¿Qué le aguarda ahora al peregrino? No es poca cosa. Hasta la tumba del apóstol faltan aún 36 largas jornadas y casi mil kilómetros de distancia: la aventura no ha hecho más que empezar. Recomendamos seguir esta guía completa de la Vía de la Plata desde Sevilla.

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