Etapa 1 del Camino Olvidado: Bilbao-Zalla | El 'bidegorri' de Santiago
El Camino Olvidado se estrena con una etapa muy urbana en la que no vamos a pisar tierra en ningún momento.
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Se dice que el primer peregrino a la tumba del apóstol Santiago fue el rey asturleonés Alfonso II el Casto. Al hallarse el sepulcro en Compostela en el siglo IX, el monarca de aquel reino decidió ir al lugar a visitarlo. El recorrido que realizó es lo que actualmente se conoce como el Camino Primitivo, que parte desde Oviedo. Pronto se propagó la noticia y numerosas personas acudieron de diferentes puntos de España y de Europa a Galicia.
Al principio, los peregrinos seguían las rutas más al norte de la Península Ibérica: la costa Cantábrica, pese a ser muy accidentada y dificultosa, era más segura por la protección cristiana. Conforme se fue ganando terreno a los musulmanes, se abrieron trayectos menos complicados orográficamente algo más al sur. Con el paso del tiempo, las fronteras del Reino de León se consolidaron al sur del río Duero. Fue entonces cuando se popularizó el Camino Francés, que progresaba por el límite septentrional de la Meseta Central, por un perfil más cómodo. Su uso provocó el abandono paulatino de los otros recorridos.
El Camino Olvidado, que vamos a describir en las próximas semanas, es uno de esos caminos que cayó en desuso. Originalmente, se implantó para evitar el relieve quebrado de la costa del norte peninsular, una vez que la cara sur de la Cordillera Cantábrica dejó de sufrir ataques sarracenos. Este trazado se empleó con bastante asiduidad hasta que se impuso el Francés y se olvidó. De hecho, recibe también el nombre de Camino Viejo.
Con inicio en Bilbao y final en Villafranca del Bierzo, el Camino Olvidado tiene 22 etapas en total y atraviesa las provincias de Vizcaya, Burgos, Cantabria, Palencia y León en sus más de 500 kilómetros. Pese a ser menos accidentado en términos generales que el camino que va por la costa, presenta un perfil bastante ondulado, que hasta llega a alcanzar en dos ocasiones cotas superiores a los 1.600 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Su carta de presentación es "la montaña por testigo" y esto da una clara idea de a qué paisajes nos vamos a enfrentar. A través de hermosos valles, el Camino Olvidado nunca pierde de vista la Cordillera Cantábrica, ofreciendo unas espectaculares panorámicas en gran parte de sus etapas. Es, sin duda, uno de los caminos más espectaculares y pintorescos. De hecho, otro de sus sobrenombres es Camino de la Montaña.
El Camino Olvidado y el Francés conectan para entrar en Galicia por la localidad berciana de Cacabelos. No obstante, el final oficial del Camino Viejo es Villafranca del Bierzo, municipio donde nos darán un diploma que acredita que hemos completado esta dura ruta.
Saliendo de Bilbao
El Camino Olvidado nace del Camino del Norte, ruta que va recorriendo la geografía vasca desde Irún. Nuestro punto de inicio es Bilbao, concretamente, la catedral de la capital vizcaína. La primera etapa, de 30 kilómetros, es muy urbana, pero pese a ello es muy distraída por la gran cantidad de cosas que vamos a ver y por la variedad de escenarios. Durante gran parte del recorrido iremos por carril bici (ciclo peatonal) o, como dicen los vascos, por bidegorri. En muchas guías recomiendan hacer la primera parada en Güeñes, a 25,3 kilómetros, pero aquí avanzaremos un poco más, hasta Zalla, donde hay un estupendo albergue de peregrinos.
La Catedral de Bilbao toma su nombre del patrón de la ciudad, Santiago el Mayor, estando muy vinculada al Camino del Norte, que pasa ante su puerta. El templo se comenzó a construir en el siglo XIV y no se acabó hasta el XVI. Pese a ser de estilo gótico, su fachada y torre sufrieron muchas reformas en el siglo XIX hasta tener aspecto neogótico. Comenzamos nuestra aventura desde la puerta oeste, la situada en la Plazuela de Santiago (Done Jakue Plazatxoa). Nos pueden poner el primer sello donde venden las entradas a los visitantes. El recorrido oficial del Camino del Norte cruza el río Nervión por el Puente de San Antón, pero en nuestro caso vamos a ir por la ruta más sencilla: siguiendo la ría. Por tanto, desde la catedral, enfilamos la calle Bidebarrieta hacia el norte. Acabamos dando con la calle de la Ribera, junto al bonito Teatro Arriaga. Tomamos el Puente del Arenal para colocarnos en la otra margen.
Iniciamos el largo recorrido por la ría. Es un agradable paseo que nos muestra mucho de la capital vizcaína. Pasamos bajo el Puente del Ayuntamiento y veremos la Casa Consistorial en el lado opuesto. Más adelante, tenemos el Puente Zubizuri con el característico diseño del arquitecto Santiago Calatrava. Poco después, veremos el elevado Puente de la Salve y, tras él, el imponente Museo Guggenheim. Pocos Caminos pueden presumir de tener un arranque tan espectacular como éste. Caminamos por el Muelle Campa de los Ingleses, que ofrece una panorámica inmejorable de todo el edificio y algunos de sus elementos más destacados, como la araña Mamá.
Aunque el decorado no ayuda, no interesa entretenernos demasiado. La etapa es muy larga. Continuamos el avance por la ría dejando a la derecha la Pasarela Pedro Arrupe Zubia y pasamos bajo los puentes de Deusto y Euskalduna. Ahora veremos las instalaciones del Museo Marítimo y la Grúa Carola con su llamativo color rojo, un recuerdo del pasado industrial de toda esta zona. Ya por el Muelle Olabeaga, podremos ver a la izquierda, a cierta elevación, el Estadio de San Mamés.
Poco a poco vamos notando que el paseo va perdiendo tanto glamur y se va haciendo más industrial... aunque con cierto toque decadente. El paseo progresa a los pies del Monte Kobeta y sigue en paralelo la Avenida de Montevideo, la Ronda de Circunvalación Sur de Bilbao y las vías del tren. No las veremos porque se encuentran unos metros por encima, pero sentiremos en todo momento el ajetreo del tráfico. Al llegar al Muelle de Sigueras, a unos 3,5 kilómetros del Guggenheim, veremos que la izquierda hay unos carriles que suben por unas pasarelas circulares. Las tomamos para superar por encima las vías y colocarnos en el lateral de la Avenida de Montevideo. Entramos en el barrio de Zorroza.
Cruzamos el paso de peatón a la izquierda al llegar a la glorieta para enfilar la carretera Zorroza-Castrejana (BI-3742). En suave pendiente, pasamos bajo la Circunvalación Sur de Bilbao y cruzamos las vías del tren por el paso a nivel con barreras. Dejamos a la derecha una estación.
Continuamos por el carril ciclo peatonal (bidegorri) por el lado derecho de la carretera. Rodeamos rápidamente el Polígono Industrial de Ibarreta para poco a poco ir dejando atrás los edificios. Nos internamos en el valle del río Cadagua. Aunque la zona sigue siendo bastante urbana (siempre junto a las vías del tren a nuestra derecha y alguna que otra fábrica), observaremos al fin el bonito entorno verde de los montes vascos a nuestro alrededor.
Pronto entramos en Castrejana. A la derecha, damos con el Puente del Diablo, de un solo ojo y construido en el siglo XV. Tiene una leyenda curiosa: una doncella ofreció su alma al diablo para poder cruzar el río y ver a su amado, que vivía en el otro lado. Por suerte, cuando estaban a punto de completarse, la doncella se arrepintió y un gallo, con su canto, ahuyentó al demonio.
Al pasar al otro lado del Cadagua hay que tener mucho cuidado, pues el Camino de Santiago se bifurca. El Camino del Norte sigue por la cuesta que está delante, a través de la vía del tren; el Camino Olvidado va por la calle Las Delicias hacia la izquierda. En el suelo hay unas señalizaciones curiosas: nosotros debemos seguir las flechas que van a Santiago por "Burgos".
El recorrido progresa entre parcelas, antiguas naves industriales y viejas fábricas. Es un escenario algo abandonado que transmite cierta sensación de tristeza, pero que habla bien del pasado que tuvo esta zona. Siempre de la mano del ferrocarril Santander-Bilbao, pasamos bajo los viaductos de la AP-8 Supersur y entramos en la próxima localidad: Alonsótegui.
No abandonamos en ningún momento la vía por la que caminamos, aunque va cambiando de nombre cada cierta distancia. En cierto momento, da un ligero quiebro para visitar el centro del pueblo y visitar la sencilla Ermita de San Antolín. A los pocos pasos, nos deja en un vistoso paseo fluvial donde veremos el río Cadagua bajar con mucha fuerza. El Puente de Loibi, con dos arcos, nos servirá para pasar al otro lado.
Continuamos de frente por la rotonda y enfilamos la calle Loibeberri. Al fondo, doblamos a la derecha y nos colocamos en el arcén de la carretera BI-3651. Tenemos por delante dos kilómetros muy aburridos junto a varios polígonos industriales. Este tramo acaba cuando veamos la Ermita de Nuestra Señora de la Guía. Debemos rodear la enorme nave que hay detrás para tomar otro bidegorri que pasa bajo el carril de incorporación la autovía BI-636.
Al otro lado, el carril bici afronta una cuesta. No tiene nada de exigente y es muy corta, pero tiene el honor de ser la primera subida perceptible de este Camino Olvidado. En poca distancia, inicia un suave descenso y nos separamos de la carretera para avanzar en paralelo a un canal de riego.
Entre los campos de cultivo de este trecho, puede que vamos unos simpáticos burros de color negro o castaño con hocico blanco: son asnos de Las Encartaciones, una raza autóctona de esta zona que además son los más pequeños de la Península Ibérica. Estos animales se usaban para tiro antiguamente, pero casi cayeron en la extinción con la mecanización industrial. Es un gusto poder ver cómo los están recuperando. Precisamente, Las Encartaciones es la comarca en la que hemos entrado.
Cruzaremos el canal de agua en dos ocasiones antes de acceder a La Quadra, bonita pedanía dependiente ya de Güeñes. Muy ajardinada y con algún edificio típico de la zona, da la sensación de que ya hemos dejado atrás las zonas urbanas más saturadas. Al salir de la población, tomamos otro bidegorri que alterna bosques con algún edificio industrial abandonado, siempre con el río Cadagua a nuestra derecha. Hay que reconocer, no obstante, que ésta es la parte más pintoresca de esta etapa.
Durante tres kilómetros disfrutaremos de este carril que en ocasiones despliega algunos pequeños robledales. A media distancia de este tramo, aproximadamente, observaremos en la margen opuesta la enorme Subestación Eléctrica de Güeñes.
La próxima población que vamos a visitar es Sodupe. Mucho antes de llegar, comenzaremos a apreciar una mayor concentración de naves y almacenes. Su núcleo principal se encuentra tras pasar el río Herrerías por un puente. Al superarlo, seguimos la calle Iartu hasta el primer desvío a la derecha, que nos conduce hasta la Iglesia de Vicente Mártir, del siglo XVIII. La plaza anexa concentra gran parte de la vida del pueblo, con muchos comercios y bares. Es un buen sitio para descansar un poco antes del trecho final. Faltan aún unos 11 kilómetros hasta la meta.
Salimos de Sodupe buscando la calle Ibide, que va junto al río Cadagua otra vez. Cuidado por aquí porque la señalización es regular. De nuevo, caminaremos por un carril asfaltado que surca pequeños campos de cultivo y praderas. En el kilómetro 22 de la etapa, dejamos a la izquierda una planta de tratamiento de aguas. Un paso subterráneo nos deja cruzar una carretera y visitamos Santxosolo, donde está la bonita Ermita de San Martín y un mirador que ofrece la primera panorámica de Güeñes.
Tras este pequeño tempo, debemos tomar el camino que va por la izquierda en la bifurcación inmediata. Rebasado un merendero, el recorrido pasa por otra zona de praderas antes de cruzar la vía del tren por un paso a nivel. Así entramos en Güeñes.
Esta localidad es la meta de la primera etapa en otras guías, pero aquí avanzaremos cinco kilómetros más hasta la vecina Zalla. No obstante, Güeñes tiene algunos atractivos, como la imponente iglesia tardo gótica de Santa María o el llamativo edificio que alberga su Ayuntamiento. Hay algunas casas de indianos, personas que hicieron fortuna en América y que volvieron a sus pueblos de origen, donde construyeron ostentosas villas, en ocasiones acompañadas de hermosos jardines.
Tras el paso por la vía del tren, enfilamos la calle Enkarterri, cruzamos el río Cadagua una vez más y avanzamos hasta la Plaza de Euskadi, que es donde está la mencionada Iglesia de Santa María. Tomamos la curva a la izquierda. Siempre por acera, vamos encadenando varios polígonos industriales y barriadas en un continuo muy concurrido. La calle, o más bien carretera, tiene mucho trasiego de coches. Así pasamos por el Barrio de Arangoiti.
Las flechas del Camino Olvidado nos van a tener siempre recorriendo calles secundarias que siguen de cerca el meandro que dibuja el río, pero si seguimos por la calle principal acabaremos llegando a la misma meta más rápido.
Un enorme Eroski junto a una rotonda será la bienvenida que nos dé Zalla. Demos seguir un poco más, hasta pasar la Plaza Carolina Renobales y dar, finalmente, con Iglesia de San Miguel Arcángel, que llama la atención por la estatua del ángel en su fachada principal. El novísimo albergue de peregrinos lo tenemos un poco más adelante, junto al Colegio Público Mimétiz.
Aquí acaba la primera etapa de este Camino Olvidado. Para nada representa lo que vamos a tener más adelante. Era necesario salir de Bilbao y de la inmensa zona urbana que la rodea. Lo hemos conseguido, pues en la próxima jornada el recorrido se vuelve más rural, especialmente en su segunda mitad. Como dato curioso, en los 30 kilómetros que hemos andado en esta etapa inaugural no hemos pisado nada de tierra. Paciencia, pues lo mejor está por llegar.
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