Circular de la Dehesa de Abajo, en la Puebla del Río: una amalgama de paisajes
Una ruta muy sencilla y distraída que recorre en muy poca distancia unos parajes muy diferentes: un acebuchal, un denso pinar y un humedal.
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Muy cerca de Sevilla capital, en La Puebla del Río, hay un tesoro ecológico que reúne un humedal, una dehesa y un pinar en la zona meridional del Aljarafe: la Dehesa de Abajo. Su gran variedad le permite albergar una cantidad enorme de especies vegetales y animales, siendo un paraíso para los aficionados a la ornitología. La ruta que vamos a describir a continuación recorre esta amalgama de paisajes que se alternan en apenas 9,5 kilómetros de trayecto.
El recorrido no es complicado en general, aunque puede que tenga algunos tramos sin una señalización clara. Hay que ir con el mapa en la mano o saber orientarse mínimamente. Por lo demás es una ruta muy llana y poco técnica.
El punto de inicio es el aparcamiento del Centro de Visitantes de la Dehesa de Abajo. Se llega en coche siguiendo la SE-3302 desde la Puebla del Río. Pasada la rotonda de la Venta del Cruce, hay otra glorieta donde debemos tomar un carril asfaltado que sale por la izquierda hasta la entrada del recinto.
Junto al parking arranca la ruta. La veremos avanzando entre vallas de madera hacia la derecha, dando la espalda al edificio principal del centro de visitantes. Los primeros compases son por una pista ancha de tierra. Tendremos ocasión de ver por aquí, muy de cerca, varias cigüeñas blancas anidando sobre acebuches o postes de luz. Hay que destacar que éste es uno de sus principales puntos de cría de toda Europa. Supone una ocasión ideal para oír sus crotoreos y observarlas con gran detalle.
Al poco de la salida, dejando a la derecha un edificio, la senda da un suave giro a la izquierda por un paraje adehesado con predominancia del acebuche. Asimismo, iremos avanzando por el límite de una cornisa que nos permitirá divisar los extensos arrozales que se abren hacia el sureste. A un kilómetro del inicio de la ruta, damos con el Mirador de la Gravera, desde donde tendremos una panorámica clara de los campos de cultivo que se pierden en el horizonte.
Proseguimos por el bonito acebuchal, cada vez con mayor concentración de estos olivos silvestres. Esta zona tiene bastante relevancia ecológica al haberse convertido en un hábitat fundamental para el incremento de población del lince ibérico, siendo un importante territorio de cría. A 500 metros del Mirador de la Gravera, nos separamos del carril principal. Precaución aquí porque la trocha que vamos a seguir se difumina bastante y es posible perderla con facilidad. Entre los acebuches cambiamos de rumbo hacia el norte. El delgado sendero avanza casi en línea recta. Un vallado a escasa distancia a la derecha puede servirnos para orientarnos.
Esta zona es muy interesante porque poco a poco apreciaremos el primer cambio de paisaje de la ruta, al pasar del acebuchal a los límites de los Pinares de Aznalcázar. Las copas de sus pinos piñoneros, en gran concentración, cubrirán nuestras cabezas con una densa sombra mientras caminamos por un terreno más ondulado. Nuestra vista se pederá entre los abundantes y alargados troncos de los árboles. Por este tramo, podremos oír o hasta ver algunas rapaces, como cernícalos o milanos.
La trocha nos dirige hacia la carretera SE-3302. Cuando la distingamos delante, observaremos que hay una valla y un merendero en medio. Debemos doblar a la izquierda, aún por el pinar, y caminar a cierta distancia de la calzada. La pisada se vuelve algo irregular e incluso tendremos que atravesar un pequeño arroyo. Poco a poco, vamos describiendo un amplio arco hasta orientarnos hacia el sur y desembocar en un carril de tierra bien definido. Hemos completado la mitad de la ruta.
El suelo alterna algunos tramos más arenosos. Comenzamos a notar que el paisaje vuelve a cambiar. Ahora dejamos atrás el pinar y entramos en una amplia zona con una arboleda más rala: va dando paso a un humedal. A la derecha, vemos un terreno inundable con el arroyo Majalberraque bajando; de frente, tenemos nuestro próximo objetivo la Laguna de la Rianzuela.
En el kilómetro 5 de la circular, damos con una granja. Tenemos que rodear su perímetro por la derecha. Cuidado porque puede haber vacas sueltas. Seguimos el perímetro de los edificios hasta dar con una valla de madera. La tenemos que saltar para proseguir por la pista principal hacia la derecha. No tiene dificultad.
Y por fin tenemos ante nosotros la que es la principal atracción de esta ruta: la Laguna de Rianzuela. Se trata de un humedal marismeño de gran riqueza natural. No obstante, su fisonomía actual es artificial, debido a la necesidad del control hídrico de la zona para evitar inundaciones. Nos acompañará a nuestra derecha en el próximo tramo, delimitada por una alambrada.
En el kilómetro 6,5 de la ruta, nos encontraremos con otro mirador de madera que ofrece una buena panorámica del entorno. El trazado prosigue a su espalda, por una leve subida hasta un cruce donde volveremos a distinguir a lo lejos el centro de visitantes del inicio del recorrido. Tomamos el ramal de la derecha, por un camino estrecho delimitado por vallas bajas de madera. En ocasiones. pisaremos tablas por zonas que son inundables.
El recorrido nos encamina a dos observatorios de aves con unas vistas estupendas a la laguna. Aquí se puede ver una enorme cantidad de aves: flamencos, somormujos, espátulas, patos colorados y azulones, zampullines, agujas colinegras, fochas morunas o pollas de agua, entre otras. Los ejemplares más interesantes que se pueden llegar a ver son los patos malvasías, que están en peligro de extinción.
Tras engloriarnos con las aves y la tranquilidad del paisaje, retornamos la marcha hacia el centro de visitantes. Otra suave cuesta nos lleva ante el antiguo edificio de la finca de la Dehesa de Abajo. Concluye así la circular.
Sin duda, estamos ante una ruta muy recomendable, de un valor medioambiental elevado. Interesante y educativa, se puede realizar perfectamente en familia. Además, su variedad y la presencia de tantas aves hacen de ella un trayecto realmente distraído.
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