Camino de Santiago | Vía Arán-Pirineos, etapa 9: Monasterio de Obarra-Roda de Isábena

Recorrido distraído que sigue muy de cerca el río Isábena mientras visita varios puentes románicos de gran belleza.

Puente románico de Serraduy / Emilio J. De Los Santos

Ficha

Ruta lineal

Distancia: 22,4 km (oficiales). Si se vuelve al Monasterio de Obarra son 24,4 km. Si no se da el rodeo son 19,6 km

Dificultad: Difícil

Inicio: Casa La Cuadreta (a 2 Km del Monasterio de Obarra)

Final: Roda de Isábena

Poblaciones que atraviesa: Calvera (opcional), Morens (opcional), Beranuy, Pardinella, Veracruz (Biascas de Obarra), Serraduy y La Roda de Isábena.

Ascenso total: 880 m si se sube a Calvera. 566 m si se va directo a Beranuy

Descenso total: 1.015 m (si se pasa por Calvera); 658 si se sigue la carretera hasta Beranuy

Naturaleza: 4/5

En esta jornada iremos en todo momento junto al curso del río Isábena. El recorrido es bastante ameno, alternando tramos por el valle y con partes que suben las faldas de las montañas que lo delimitan. Visitaremos varias aldeas muy pintorescas, pero quizá lo más destacable de todo sean los bellos puentes románicos que nos iremos encontrando. De hecho, parte del trazado los compartiremos con la Ruta de los Puentes.

Aunque el inicio oficial de la etapa es el Monasterio de Obarra, la imposibilidad de pasar la noche allí nos obliga a arrancar desde el hostal de la Casa La Cuadreta, al pie de la carretera A-1605. Al salir de aquí, podemos optar por seguir la carretera hacia la izquierda 2 km, cruzar el río por el Puente de San Pablo y volver al monasterio. Posteriormente subir la fuerte pendiente del cerro que hay tras el complejo hasta Calvera y continuar en bajada por el barranco de Castrosit hasta Morens y Beranuy (8 kilómetros). En total, volviendo atrás y tomando el camino oficial, son 8 kilómetros.

Esta etapa avanzará en todo momento entre las montañas y el río Isábena / Emilio J. de los Santos

La otra posibilidad es continuar por la carretera 2,3 kilómetros por la derecha hasta Beranuy. Antes cruzamos el río. Puede que sea la opción más lógica, ya que la anterior es un rodeo considerable. Pero ahí está la opción para los más puristas que no quieran perderse un metro del trazado.

Beranuy tiene dos núcleos de casas. La Iglesia de Santa Eulalia, edificio más destacado, está en el segundo. El recorrido se desvía a la derecha tras pasar el primer grupo de viviendas. Avanza por un camino entre árboles hasta salir a una pradera. Este tramo es bastante llano y siempre vamos en paralelo al Isábena.

Sendero en subida entre Beranuy y Pardinella / Emilio J. de los Santos

Por pista y sendero, recorremos 1,5 kilómetros hasta el Barranco de Patariu. La señalización es muy buena en esta zona, con postes informativos en un par de cruces y bifurcaciones. Al superar el arroyo, la vereda asciende levemente durante un kilómetro por una parte más boscosa para entrar en Pardinella.

Entrada a Pardinella. / Emilio J. de los Santos

A la entrada, vemos una bonita ermita con su cementerio. El camino gira a la derecha al pisar cemento y va por la estrecha calle que va entre las casas. Da un giro en ángulo recto hasta de enfilar la salida.

Vistas de Pardinella. / Emilio J. de los Santos

Una suave bajada nos deja en el Barranco de la Costa, para acto seguido afrontar un repecho para superar el cerro próximo. Ya arriba, pasamos un tramo pedregoso que alcanza la parte elevada de un collado.

Un lavadero en Veracruz. / Emilio J. de los Santos

A través de una zona boscosa descendemos hasta Veracruz, una aldea vinculada a Biascas de Obarra. Las marcas nos hacen dar primero un giro a la derecha en busca del asfalto y después doblar a la izquierda siguiendo una tapia. Antes pasamos por un bonito lavadero.

Iremos subiendo la falda de esta montaña. Algunos tramos tienen piedra derrumbada y dificultan el paso. / Emilio J. de los Santos

Comenzamos a subir otra vez. Lo haremos por una ladera que presenta varios tramos peligrosos por el desprendimiento de rocas. Ojo al pisar y si hay que dar algún salto. El desnivel por el lado derecho es bastante pronunciado e impone. La trocha describe una amplia curva a la derecha hasta coronar al punto más elevado. En la cresta, viramos a la izquierda un poco para seguir el Barranco de Rubera. Precioso paraje, por cierto. Un par de zigzags nos conducen al punto más alto de la jornada: Fornons.

En el alto la vegetación es más escasa. / Emilio J. de los Santos

A continuación, tenemos uno de los tramos más desquiciantes de esta Vía Arán-Pirineos. En los próximos 3 kilómetros vamos a perder unos 250 metros de altura. Lo haremos bajando por una pista que encadena 24 horquillas. El zigzagueo nos suaviza la pendiente, pero puede que nos ponga un poco nerviosos. En la parte final, se endereza y atraviesa una carretera local mientras sigue sobre un escalón el río Isábena. Así llegamos a Serraduy.

Llegada a Serraduy. / Emilio J. de los Santos

Este pequeño pueblo es muy pintoresco y ofrece unas bellas estampas por encima de las turbulentas aguas del río. Primero vamos siguiendo la trasera de unas casas hasta dar con una calle. Aquí giramos a la derecha hasta acercarnos al puente románico. No pasamos por él. Interesa hacer una parada y explorar un poco la localidad: algunas de sus casas están hechas dentro de la misma pared de roca.

Algunas casas de Serraduy están construidas en la misma roca. / Emilio J. de los Santos

Como se ha dicho, no cruzamos el río. Seguimos por la margen izquierda del Isábena avanzando por la calle La Escuela hasta dejar atrás las casas. Ahora vamos por el fondo del valle, muy cerca de la orilla. Nuestro GR-17 comparte recorrido con la Ruta de los Puentes. En los próximos 4 kilómetros van a ser así, siempre encajonados entre los escalones que el río ha ido erosionando con el paso del tiempo. Primero vamos por un pedregal lleno de cantos rodados; después por una cómoda pista, en una zona conocida como el Barranco Zipagerne. Ya iremos viendo a lo lejos nuestra meta, aunque aún queda un poco.

Iremos cambiando de altura conforme sigamos el río. / Emilio J. de los Santos

A La Puebla de Roda se accede por un puente románico espectacular. Nos llamará la atención los amplios ojos de su elevado arco. Esta localidad cuenta con todos los servicios, incluidos bares, farmacias y hospedaje. Está a unos 3 kilómetros del final del recorrido.

Cruzamos el río por este impresionante puente románico que da acceso a La Puebla de Roda. / Emilio J. de los Santos

Al superar el río, seguimos de frente por la calle Baja. En la primera bifurcación, vamos a mano izquierda hasta dar con la carretera A-1605. La cruzamos y seguimos unos metros el arcén hacia la izquierda. La dejamos en la primera salida a la derecha (en la esquina hay un hotel con un restaurante). Caminamos de frente por una pista de tierra que va junto a unas naves. A continuación, nos aguardan dos repechos bastante pronunciados. Aunque cortos, nos dejarán sin respiración. Así alcanzamos el Alto de las Forcas.

Calles de Roda de Isábena. / Emilio J. de los Santos

El perfil se suaviza ahora y recorre una planicie que ofrece unas vistas estupendas de Roda de Isábena y de las formaciones montañosas de los alrededores. Desde aquí se puede apreciar perfectamente la intensa erosión que ha sufrido todo este paisaje. Una amplia curva, en alto, nos deja en el Pilaret de San Juan. Ya solo queda recorrer un trecho por el arcén de la carretera hasta llegar a la monumental meta.

Catedral de San Vicente. / Emilio J. de los Santos

Roda de Isábena más que un pueblo es un museo situado sobre un promontorio que domina perfectamente el paisaje. Pasear por su casco histórico nos traslada a la Edad Media. Es obligatorio visitar la catedral románica de San Vicente, ver su claustro interior o el impresionante refectorio. Tampoco nos podemos perder el Palacio del Prior o simplemente pasear por su laberíntico callejero y el perímetro amurallado. Una joya.

Perfil de la novena etapa de la Vía Arán-Pirineos
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