Ruta de los Molinos del Viar en Cantillana
Sendero sencillo que recorre las márgenes del río Viar próximas a la localidad cantillanera. Un bello paisaje descubre al excursionista varios molinos de bastante interés.
Las fotos del recorrido
Ficha
Ruta lineal, con un tramo circular
Distancia: 10,7 Km
Dificultad: Fácil
Inicio: Cantillana
Final: Cantillana
Poblaciones que atraviesa: Ninguna.
Naturaleza: 3/5
El recorrido que vamos a realizar va a sorprender por su variedad y belleza. Partiendo desde Cantillana, remontaremos el río Viar en busca de las ruinas de varios molinos, todo ello en un entorno muy interesante, con formaciones rocosas que nos llamarán mucho la atención. Son unos 11 kilómetros en total, con una parte circular y otra lineal.
Tomamos como punto de inicio el puente sobre la carretera A-436, justo en el límite septentrional de la localidad. Tomamos el sendero que baja del puente por la margen izquierda del río (fluye hacia el sur). Cuidado al cruzar porque suele haber tráfico.
El recorrido no tiene excesiva complicación, pero hay un par de puntos un poco confusos. Comenzamos el plácido paseo a escasos metros del cauce, pero poco a poco nos iremos separando mientras pasamos junto a zonas de cultivo con abundancia de naranjos. A un kilómetro y medio del puente, veremos la primera bifurcación. No nos desviamos a la derecha, seguimos de frente.
El punto más lioso llega a la altura del arroyo del Toril. Alcanzamos una especie de cruce con la puerta de una finca (Los Calderones) a la izquierda, un terraplén de frente y una estación de bombeo a la derecha. La cancela, si está abierta, parece invitarnos a entrar, pero este no es el camino. Hay que rodear el pequeño desnivel de tierra de delante, para colocarnos en un carril que sigue el perímetro de la parcela.
Volvemos a aproximarnos al río Viar. Veremos una señal de madera que indica dónde se ubica el puente que cruza el cauce. Lo ignoramos de momento, ya que será el trayecto que tomaremos a la vuelta.
El paisaje en esta zona comenzará a cambiar. El río se ensancha y el sendero se irá internando en una arboleda cada vez más densa. Por aquí veremos el primero de los molinos: el del Pajarero, de uso harinero y posible origen romano. Pasados unos metros, superamos el arroyo del Peñavejera por un puente de palos. La Colada de Cazalla, a nuestra derecha, irá mostrando un escalón de estratos rocosos a escasos metros de la orilla: son los Conglomerados del Viar. Iremos caminando entre el río y la pared, con ciertas zonas en las que la roca se ha desprendido por la erosión.
La estrechez irá quedando atrás poco a poco. Merece la pena mirar de vez en cuando al agua para avistar las aves que se congregan por aquí. El recorrido rodea la valla de una casa bastante improvisada e inicia una subida por roca. Son varios escalones sin dificultad y con marcas que nos indicarán por dónde ir. Al colocarnos encima de esta formación de piedra, tendremos una panorámica espectacular del entorno. Justo abajo, está el molino del Viar, segundo de la ruta.
Retomamos la marcha siguiendo el límite del elevado escalón de roca. Pronto comenzamos a descender hasta dar con otros dos edificios: el Molino de Campos y el Molino de Asperillas. El acceso a ellos es fácil e incluso podremos entrar para verlos. En uno, sigue estando su piedra de moler.
Tras explorar la zona con calma y disfrutarla, retornamos por el camino por el que hemos llegado. Seguimos el fijo del escalón de piedra, bajamos la escalera de roca, volvemos a los Conglomerados del Viar, atravesamos el puente de palos y pasamos ante el molino de Pajarero.
¿Recuerdas el cartel con la indicación del puente que cruza el río? Pues debemos volver por ahí. Son varios troncos con barandilla: se pasa sin peligro. Pero mucho cuidado, porque yendo de regreso es posible que se nos pase. Si no lo vemos, convertiremos la ruta en lineal por la margen izquierda del río. No obstante, merece la pena cruzar.
En la margen derecha del Viar, doblamos a la izquierda y caminamos por un carril muy amplio, llano y bien definido. Es el Camino de las Huertas del Viar. En cierto punto, veremos las ruinas del Molino Perdido, último de la excursión. Aunque no se puede entrar en él, sí podremos ver el buen estado en el que se encuentra.
Ya sólo resta avanzar un poco más entre fincas y campos de cultivo de cítricos. El suelo de tierra dará paso al asfalto antes de alcanzar al puente donde comenzamos la ruta, justo delante de una venta.
El sendero es bastante variado y entretenido gracias a sus cambios de paisaje y vegetación. Asimismo, las ruinas de los molinos le dan un encanto especial. No se trata de un trazado con un perfil complicado, por lo que también es bastante recomendable para ir en familia.
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