Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 31 de la Vía de la Plata (Sanabrés): Laza-Xunqueira de Ambía
Otra jornada larga y solitaria por las montañas gallegas con una subida dura al principio. El final cuenta con uno de los tesoros de esta variante: la Colegiata de Santa María.
Ficha
Ruta lineal
Distancia: 33 Km
Dificultad: Difícil
Inicio: Laza
Final: Xunqueira de Ambía
Poblaciones que atraviesa: Soutelo Verde, Tamicelas, Alberguería, Vilar de Barrio, Bóveda, Vilar de Gomareite, Babadela, Padroso, Cima de Vila y Quintela
Naturaleza: 4/5
Otra jornada con un kilometraje por encima de 30. El Camino de Santiago continúa su avance por la Galicia más rural y solitaria. Se nos vuelve a presentar un trazado montañoso con una de las subidas más pronunciadas de la variante sanabresa.
La salida de Laza no es problemática. Abandonamos el pueblo por la Rúa do Cruceiro, que desemboca en la carretera OU-113. Por su arcén, prácticamente en línea recta, se atraviesa el arroyo Támega y se accede a Soutelo Verde. Este pueblo tiene un bar y la típica iglesia rural con encanto. El tránsito por el municipio nos hace dar un pequeño rodeo, aunque se puede seguir la carretera de frente.
Justo al abandonar las casas, la OU-113 serpentea. Salimos por la derecha por un pista de tierra muy cómoda que nos deja en Tamicelas, segunda localidad de la jornada. Hasta aquí llevamos recorrido unos 6,5 kilómetros. Acaba la parte sencilla de este trayecto.
Empezamos la dura subida de esta etapa. El camino no tiene pérdida. Al poco de pasar la ermita de Tamicelas, arranca el desnivel tras zigzaguear un poco. Por tierra al principio y por piedra al final. El paisaje sobre el bucólico valle del río Támega, que vamos dejando a la derecha, es realmente espectacular, sobre todo si coincide con el amanecer. Finalmente, el sendero vuelve a unirse a la carretera OU-113 casi arriba del todo, cuando la cuesta es menos pronunciada, y por ella se accede a Alberguería. El pueblo cuenta con un curioso establecimiento, El Rincón del Peregrino, que merece la pena visitar. Sus dueños suelen recibir a los caminantes con mucha amabilidad y siempre dispuestos a charlar o dar información. Sus paredes, literalmente forradas de conchas, tienen recuerdos de caminantes de gran cantidad de países.
Llegados a la Capilla del Carmen, tomamos la calle de la izquierda y salimos de la aldea. Recorremos unos metros aún en ligero ascenso por una pista con hierba hasta una cruz que marca el Alto de Talariño (965 metros). Al fin se inicia el descenso por el valle de Allariz. Alternaremos tierra con asfalto, pero siempre por una zona de abundante arboleda. Así se alcanza Vilar de Barrio. Esta localidad ofrece todos los servicios y es un punto ideal para descansar.
Atravesamos el municipio por la Rúa do Vilar y la plaza mayor para salir por la Rúa do Outeiro da Padreira. Caminamos después por un camino asfaltado hasta dar con una bifurcación. Por la derecha cruzamos los pueblos de Bóveda y Vilar de Gomareite.
El próximo tramo, de unos 5 kilómetros, nos hará rememorar nuestros días por Zamora: caminos rectilíneos y muy llanos entre cultivos. Conforme abandonemos las casas, doblamos a la derecha en ángulo recto por una pista de tierra que parece estar trazada con una regla. Esta zona era antiguamente la laguna Antela, pero se desecó en los años 50 y ahora es tierra fértil para huertos. Como apriete el sol por esta zona, nos va a castigar bastante dada la falta de sombras. Más adelante, giramos a izquierda y después a la derecha, siempre en ángulos rectos, antes de ir directos a Bobadela.
Hemos completado 27,5 kilómetros hasta este punto. Falta el pujón final y, muy probablemente, nos costará, ya que aún tenemos que superar un par de collados que, sin ser exigentes, pueden cansarnos bastante. Los parajes vuelven a ganar en belleza, por fortuna: caminaremos por un denso bosque, por un robledal concretamente. A un kilómetro y medio, el sendero conecta con una carretera local con poco tráfico que nos lleva a la aldea de Padroso.
A poca distancia de esta última aldea, la vegetación pasa a ser más baja. El sendero, algo más abrupto, transita por una zona de peñascos mientras sube con suavidad. En cuanto lo superemos, volvemos a meternos bajo el dosel de la arboleda antes de alcanzar las inmediaciones del pueblo de Cima de Vila. No penetramos mucho en la localidad. Dejamos las casas a la izquierda en cuanto pisemos el asfalto de una calle. Doblamos a la derecha para seguir por una pista.
En los 3 kilómetros restantes, se sigue el eje de la carretera OU-110. Aunque el camino progresa por tierra bajo los árboles, irá describiendo curvas en torno a esta carretera, cruzándose en dos ocasiones. En la segunda ocasión que lo haga, accedemos a la aldea de Quintela. La pasamos con rapidez. Damos unos pasos por el arcén antes de temor el carril asfaltado que ya desciende hasta Xunqueira de Ambía (Junquera de Ambía). El albergue está a las afueras.
Cuenta la leyenda que en el siglo IV se apareció la Virgen en un juncal de la zona y que de ahí viene el nombre de esta localidad. La importancia de este hecho se plasma en su colegiata, sin duda, uno de los tesoros de este Camino Sanabrés. Con la advocación de Santa María, tiene elementos románicos y barrocos. El templo contiene además un órgano del siglo XVIII que está considerado como uno de los mejores de España.
Tras varias jornadas por una zona muy aislada y natural, el Camino de Santiago vuelve a la civilización. Nos encaminamos a Ourense y, como suele pasar cuando se aproxima a una ciudad grande, comenzaremos a sufrir el paso continuado por carreteras, urbanizaciones y polígonos industriales. Paciencia. La capital ourensana merece la pena.
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