Etapa 12 del Camino Primitivo: Melide- O Pedrouzo | En la marea de peregrinos
El primer tramo compartido con el Camino Francés es largo pero bastante distraído.
Notaremos mayor afluencia de peregrinos y muchas más 'comodidades'
Ficha
Ruta lineal
Distancia: 33,5 km
Dificultad: Moderada
Inicio: Melide
Final: O Pedrouzo
Poblaciones que atraviesa: Laboreira, O Requián, San Xurxo, Montecelo, Merlán, As Seixas, Cascamiño, Hospital das Seixa, Vilouriz, Villamor, Irago de Arriba, Compostela, Zaramil, O Mascaño, Forte Vello y Forte Novo.
Ascenso total: 560 m
Descenso total: 739 m
Naturaleza: 2/5
Descarga del track: Enlace a Wikiloc
Seguimos el avance hacia Santiago en la que puede ser la última etapa dura de esta peregrinación que arrancó hace 12 jornadas en Oviedo. La duodécima del Camino Primitivo entre Melide y O Pedrouzo realmente forma parte del Camino Francés. Ya nos hemos unido a la gran marea que avanza imparable hacia la capital gallega.
El trecho hasta la Plaza del Obradoiro tiene unos 52 kilómetros. Proponemos parar en O Pedrouzo haciendo una tirada de 33 y dejar la jornada final en 19, para así llegar más temprano a la meta. Por supuesto, podemos dividirlo de otras formas: con parada en Arzúa o en alguna otra localidad intermedia. Los servicios son muy abundantes por esta zona y podremos dosificar el esfuerzo según consideremos.
La masificación del Camino Francés nos puede impactar tras llevar tantos días andando por parajes tan tranquilos en compañía de, seguramente, un menor número de peregrinos. La buena noticia es que muchas guías no consideran Melide como un final de etapa canónico dentro del itinerario francés: suelen avanzar hasta Arzúa. De esta forma, es muy posible que cuando partamos por la mañana nos situemos entre dos crestas de la marea de peregrinos. En teoría, un pico estará saliendo de Arzúa y otro lo hará desde Palas de Rei, a nuestras espaldas. Pese a ello, notaremos bastante más afluencia de gente por los senderos que en jornadas previas.
La etapa en sí no tiene complicaciones en señalización. El final está cerca y hasta resulta excesiva la presencia de flechas e indicaciones. El perfil es más bien del tipo rompe-pierna, es decir, con pocos llanos y muchas subidas y bajadas cortas. Lo notaremos sobre todo en la primera mitad.
La jornada comienza en la rotonda que hay en la Avenida de Lugo en Melide. Enfilamos la Ronda de la Coruña, al norte, para unos metros después tomar la Calle Principal, a la izquierda. Por ella, caminamos junto al cementerio de Melide para poco después cruzar la N-547. Al otro lado, tenemos uno de los muchos tesoros del Camino Francés: la Iglesia de Santa María de Melide, del siglo XII. Si pasamos a una hora prudente es posible que nos sellen aquí y que hasta nos comenten algo del edificio.
Pegados a una pradera, avanzamos hasta un denso bosque con predominancia de pinos. En su interior, vadeamos el río Catasol sobre varias piedras grandes. Poco después, dejamos los árboles atrás para aproximarnos de nuevo a la carretera nacional, a la altura de la parroquia de O Barreixo. Acompañamos su lateral unos metros antes de desviarnos a la izquierda.
Una corredoira nos vuelve a internar en otro bosque con un área de descanso en su linde de salida, justo cuando completemos los 6 kilómetros del recorrido. Entramos en Boente, municipio con todos los servicios. Volvemos a atravesar la carretera nacional perpendicularmente a la altura de las casas. Entramos entonces en un bello robledal. Repetimos la operación con la N-547, es decir, la cruzamos a la altura de otra área de descanso (Punta Brea) y proseguimos por la pista forestal.
Comienza un pronunciado repecho que pasa junto a la aldea de A Fonte Prata, anexa a A Fraga Alta. El recorrido bordea el núcleo urbano por el sur. Un poco más adelante, nos encontramos con una bifurcación: vamos a la izquierda para alcanzar O Río, donde hay un merendero. Unos metros más adelante, tras una encrucijada, tomamos el sendero que va por la izquierda para buscar el paso elevado que supera la carretera.
Tenemos delante Rivadiso, municipio a pie de río con un bonito puente de piedra y un entorno fluvial muy agradable. Hay varios núcleos de casas. La segunda tanda está pasado el cruce la carretera, por una calle que va por el interior de la amplia curva que describe la nacional. Desde el puente de Rivadiso hasta Arzúa vamos en ascenso. No es duro, pero se notará en nuestras cansadas piernas.
La localidad arzuana es grande y cuenta con todos los servicios. Su calle principal es un continuo de bares y albergues. La masificación en estado puro. Es un punto de final de etapa habitual del Camino Francés, pero nosotros estamos aún a media jornada del final. No obstante, no está mal parar aquí a descansar o a desayunar tras casi 15 kilómetros de recorrido. Arzúa es el punto donde desemboca el otro Camino del Norte, el de la variante de la costa.
El pueblo se vertebra en torno a la carretera N-547. La seguimos por la acera hasta dar con un parque en el cruce con la rúa do Rego da Raña, en los Juzgados. Justo aquí, nos desviamos a la izquierda en paralelo a la nacional por la Calle Da Cima do Lugar. Por aquí, visitamos la Iglesia de Santiago, de la que sólo se conserva del edificio original su torre.
Sin apartarnos de la calle por la que vamos (rúa do Carmen), poco a poco los edificios se van haciendo más antiguos, de piedra vista. Por aquí dejamos atrás Arzúa. El asfalto da paso a la tierra e inicia un descenso, con la Fuente de los Franceses a la mitad de la cuesta.
El desnivel acaba en el río Vello. Unos pasos más adelante está la minúscula aldea de As Barrosas, en cuya salida está la Escultura a Ramón Pazos Seaje, un homenaje que se colocó en 1996 en honor a un peregrino que murió haciendo esta ruta. Un bonito sendero se adentra en otro robledal para dejarnos en Pregontoño, donde lo más destacado es una pequeña ermita de San Pelayo.
En cuanto dejemos atrás la localidad, cruzamos la N-547 con cuidado. Entre campos de labranza, describimos una curva en ángulo recto a la izquierda y pasamos una encrucijada para acceder a A Peroxa. El Camino transita sin apenas demora por las casas en su límite sur.
Nos internamos en otro bosque de gran belleza. Entre castaños y robles, superamos algún que otro repecho. Dejada atrás la arboleda, llegamos a As Quintas. Minúscula aldea con albergue. Efectivamente, da igual lo pequeño que sea el pueblo: o tiene bar o tiene hospedaje o una máquina expendedora.
Al poco de abandonar As Quintas, cruzamos por un paso elevado la autovía A-54. Por aquí hemos completado ya unos 20 kilómetros. A Calzada está a solo 500 metros. Es un pueblo algo mayor que los anteriores. Casi pegado a éste tenemos la pedanía de Gueán, en la linde de otra arboleda que hace las veces de frontera con el término municipal de O Pino.
El recorrido va avanzando en paralelo a cierta distancia de la carretera nacional. No la observaremos directamente, pero ahí está. El murmullo del tráfico nos llegará de vez en cuando. El paraje sigue alternando pradera con arboleda y campos de cultivo. Muy gallego todo. A 1,8 kilómetros de A Calzada está A Calle de Ferreiros.
A la salida de este último núcleo de población, hay una zona de descanso junto a la carretera local. Tomamos el camino de tierra que sale por la derecha. A medio kilómetro, está el cruce a Casal: lo ignoramos y seguimos de frente, rumbo A Boavista.
Entre esta aldea y Salceda hay 2,2 kilómetros. Es el último tramo agradable de la etapa, pues más adelante estaremos moviéndonos muy cerca de la N-547. Salceda es algo mayor y otro punto interesante para descansar o considerar el final de la etapa. Nuevamente, es una localidad volcada con los peregrinos.
La ruta que seguimos acaba conectando con la carretera nacional. Nos quedamos en el lateral unos 400 metros hasta salir por la derecha junto a la enésima área de descanso para peregrinos. Por aquí hay otro monumento en honor a un peregrino muerto: Guillermo Watt. Muchos de los que pasan suelen dejarle mensajes, flores o recuerdos. En este tramo, a cada paso que demos hacia la Catedral de Santiago notaremos que hay muchos detalles interesantes que van dejando otros compañeros de fatigas: pintadas, papeles u objetos cargados, sin duda, de muchas emociones.
A la altura de un concesionario de tractores, volvemos a cruzar la carretera. Al otro lado, nos aguardan las casas de Xen y As Ras. Volvemos a pasar al otro lado de la nacional para acceder a A Brea. La sucesión de pequeñas aldeas es constante: le siguen A Rabiña y O Malle, para colocarnos otra vez junto a la N-547.
En O Castro, alcanzamos un cruce bastante peligroso. Hay que doblar a la derecha para rodear unas casas. Al fondo, viramos 90 grados a la izquierda para volver a colocarnos en un carril próximo a la carretera. En pocos metros tenemos Santa Irene, pero para acceder al pueblo hay atravesar la calzada nuevamente, por lo que no merece la pena salvo que queramos parar a dormir aquí.
A 1,2 kilómetros de Santa Irene, pasamos al otro lado de la N-547 por un paso subterráneo. Nos separamos de la nacional un rato y encadenamos las aldeas A Rúa y O Burgo, antes de llegar por una serie de caminos vecinales a O Pedrouzo.
O Pedrouzo, Arca, O Pino. Hay un poco de confusión sobre el nombre de este sitio. Hasta es posible que los vecinos rechacen alguna de estas denominaciones o que los carteles nos confundan. El término municipal se llama O Pino, siendo O Pedrouzo su capital. Arca es el nombre de la parroquia, como demarcación religiosa.
Sea como sea, no nos faltará de nada aquí: servicios por todos lados, peregrinos en cada esquina y muchas ganas por llegar ya a Santiago. La capital gallega está a menos de 20 kilómetros.
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