Camino de Santiago desde Sevilla | Etapa 21 de la Vía de la Plata: El Cubo del Vino-Zamora

Otra etapa bastante larga hasta la bonita capital zamorana. De nuevo, muchos campos de cultivo y extensas llanuras, aunque hay alguna sorpresa, como las ruinas del Convento de Santa María del Soto.

Vistas de Zamora, a orillas del Duero.
Vistas de Zamora, a orillas del Duero. / Emilio J. De Los Santos

Ficha

Ruta lineal

Distancia: 31,5 Km

Dificultad: Moderada (precaución con el calor)

Inicio: El Cubo de la Tierra del Vino

Final: Zamora

Poblaciones que atraviesa: Villanueva de Campeán. Pasa muy cerca de San Marcial.

Naturaleza: 1/5

En esta jornada alcanzamos ya Zamora, una joya románica que nos invitará a recorrer su bello casco histórico. Pero antes tendremos que soportar otra etapa larga de escaso atractivo. Entre El Cubo del Vino y la capital zamorana hay un total de 31,5 kilómetros de más avance por extensas llanuras de campos de cereales y escasa sombra. La recompensa que encontraremos en la meta es grande: el esfuerzo siempre merece la pena en el Camino.

En el primer tramo iremos junto al Arroyo del Valle de la Corta, próximos a la antigua vía del tren de Salamanca a Zamora.
En el primer tramo iremos junto al Arroyo del Valle de la Corta, próximos a la antigua vía del tren de Salamanca a Zamora. / Emilio J. de los Santos

De El Cubo de la Tierra del Vino salimos sin excesivos problemas. Tomamos la Calle Mayor y avanzamos por el lateral derecho de Iglesia de Santo Domingo de Guzmán y del crucero anexo. A los pocos metros superamos el Arroyo de San Cristóbal sobre un carril asfaltado y acto seguido lo abandonamos cogiendo un sendero de tierra que empieza a la izquierda.

De nuevo, extensas llanuras.
De nuevo, extensas llanuras. / Emilio J. de los Santos

En el próximo tramo, vamos a ir durante 5,5 kilómetros a la izquierda de la antigua vía del tren entre Salamanca y Zamora. Está abandonada, así que no hay nada que temer. Superada esa distancia, un pequeño quiebro nos apartará de trazado ferroviario y en línea recta hacia el noroeste nos aproxima a un monte bajo con arboleda. Siguiendo el eje del collado, el sendero virará hacia el norte y en ligero descenso veremos a lo lejos la primera localidad intermedia de la etapa: Villanueva de Campeán.

Un miliario restaurado antes de Villanueva de Campeán.
Un miliario restaurado antes de Villanueva de Campeán. / Emilio J. de los Santos

Esta localidad, de algo más un centenar de habitantes, se fundó en torno al convento franciscano de Santa María del Soto, que está declarado Bien de Interés Cultural aunque por desgracia está en estado ruinoso. El Camino no pasa por delante, pero sería una pena no desviarse para verlo... aunque sólo sea por fuera. Está situado al sureste del municipio: al entrar en él lo veremos a nuestra derecha.

Fachada de las ruinas del Convento de Santa María del Soto.
Fachada de las ruinas del Convento de Santa María del Soto. / M.G.

El recorrido por este pueblo es sencillo: siempre de frente por la Calle Calzada, que atraviesa el núcleo urbano de sur a norte. En el límite de las últimas casas, otro carril de tierra nos aguarda. Aún quedan 18,5 kilómetros hasta el final.

Tenemos por delante otra larga recta entre cultivos sin nada de sombra. Aproximadamente a 4 kilómetros de Villanueva de Campeán llegaremos a una bifurcación. Al fondo veremos las casas de San Marcial. El recorrido oficial gira en ángulo recto a la derecha, pero podemos seguir de frente hasta esa localidad si queremos tomar algo en su bar. Para volver a conectar con el Camino de Santiago, sólo hay que tomar el arcén de la carretera ZA-305 hacia Entrala. El trazado oficial acabará conectando con esa carretera unos metros más adelante, ya que tras el giro de 90º antes mencionado, vuelve a girar en ángulo recto a la izquierda hacia la citada ZA-305.

El camino abandona la ZA-305 por el exterior de esta curva. El miliario tras estas señales nos lo indica.
El camino abandona la ZA-305 por el exterior de esta curva. El miliario tras estas señales nos lo indica.

Se sigue el arcén otro kilómetro hasta llegar a una curva abierta. Salimos a la izquierda a un sendero que suele estar poco definido, aunque la dirección está clara y no hay posibilidad de pérdida. Esta parte es un poco cansina, sobre todo si se hace en verano, ya que el paisaje es poco atractivo y el sol nos puede castigar duramente. Iremos entrando y saliendo en distintos carriles. Caminaremos por el sendero poco perfilado durante 2,5 kilómetros antes de desembocar, doblando a la izquierda, en otro mejor conservado. A los 300 metros, nos desviamos por la derecha en otra pista y superamos el Arroyo el Perdigón. Al fondo a la izquierda, veremos el polígono industrial de Los Llanos. Cruzamos su carretera de acceso perpendicularmente.

Paciencia en el tramo previo a Zamora. La única referencia será el polígono industrial de Los Llanos, a nuestra izquierda.
Paciencia en el tramo previo a Zamora. La única referencia será el polígono industrial de Los Llanos, a nuestra izquierda.

Entramos ahora en el Camino Hondo, que serpenteante, nos paseará primero por granjas, después por una cementera y, finalmente, por una urbanización ya a las afueras de Zamora. Por fin acabaremos llegando a un parque junto al Río Duero y, al otro lado, dominando el paisaje: el espectacular centro de la ciudad. Desde el parque donde hemos llegado (Los Pelambres), vamos a la derecha hasta la rotonda y tomamos la Avenida Nazareno de San Frontis, que cuenta con varios miradores espectaculares. El bello Puente de Piedra nos dará acceso al casco antiguo. Para llegar al estupendo albergue municipal hay que tomar la Calle Puente a la derecha, Plaza de Santa Isabel y Cuesta de San Cipriano hacia arriba: en un codo, veremos una puerta con el cartel identificativo.

Vistas de la Catedral de Zamora.
Vistas de la Catedral de Zamora. / Emilio J. de los Santos

Tras una etapa tan cansina por su distancia y monotonía, la Vía de la Plata nos premia con una gran recompensa: Zamora es una ciudad preciosa. Su perfil sobre la meseta en la que se asienta, sus murallas, el Duero a sus pies con los puentes que lo atraviesan y el enorme patrimonio románico que atesora convierten a esta urbe en un lugar muy especial que merece tiempo para ser admirada. Pasear por las calles de su casco histórico visitando sus iglesias y su catedral es un placer.

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