Etapa 13 del Camino Primitivo: O Pedrouzo - Santiago de Compostela | La esperada meta
Acaba esta bella ruta por un tramo demasiado masificado.
Pese a ello, la entrada en la Plaza del Obradoiro nos acelerará el pulso.
Etapa anterior: Melide-O Pedrouzo
Salida del Camino Primitivo desde Oviedo
Ruta de los Hospitales hasta Berducedo
Ficha
Ruta lineal
Distancia: 19,8 km
Dificultad: Fácil
Inicio: O Pedrouzo
Final: Santiago de Compostela
Poblaciones que atraviesa: San Antón, Amenal, San Paio, Lavacolla, Vilamaior y San Marcos.
Ascenso total: 363 m
Descenso total: 373 m
Naturaleza: 2/5
Descarga del track: Enlace a Wikiloc
El Camino Primitivo llega a su fin con una etapa sencilla de unos 19 kilómetros. Nos aguarda la gran recompensa del gozo de alcanzar la esperada meta tras una ruta exigente y dura. Muy lejano parece quedar el día en el que partimos de Oviedo. La distancia recorrida y el ondulado perfil que hemos superado nos ha fortalecido física, mental y hasta espiritualmente.
Partimos desde O Pedrouzo. Si hemos pernoctado en el centro de la localidad, hay que buscar la Rúa de Concello, que va hacia el norte, para conectar con el Camino, que pasa a la espalda del pueblo. Si hemos parado cerca de la entrada del municipio, por la zona de la rotonda con la gasolinera y el cartel de O Pino, tendremos que retroceder un poco por la carretera para tomar el primer carril de tierra a la izquierda que arranca en un ángulo muy cerrado.
De las dos formas acabamos pasando junto a un colegio y un centro deportivo. Lo último que veremos de O Pedrouzo será el campo de fútbol municipal. En apenas unos 800 metros, un desvío a la izquierda nos interna en un bonito y denso bosque. Pese a la proximidad de la capital gallega, el trayecto nos conducirá por parajes muy bucólicos y con bastante belleza natural.
San Antón está 500 metros después del bosque. La aldea es minúscula y la atravesamos de frente sin más complicaciones. Tras esto, nos aguarda casi otro kilómetro de pista forestal. De nuevo, otra carballeira, como dicen en Galicia a los robledales.
Poco a poco van imponiéndose las praderas y accedemos a Amenal, localidad con casas muy dispersas. Tras el primer conjunto de viviendas, doblamos a la derecha en el cruce en forma de T. Avanzamos sin desviarnos y pasamos el río con el mismo nombre que la aldea hasta encontrarnos con la N-547. La cruzamos por un paso inferior.
Atravesamos otro bosque. Ahora el Camino se empina durante dos kilómetros. Se ascienden unos 150 metros de altura hasta colocarnos en el lateral de las instalaciones del Aeropuerto de Santiago. El trazado bordea sus pistas de aterrizaje y despegue hasta discurrir entre estas mismas y la vía de servicio de la autovía A-54 (Santiago-Lugo). Rodeamos el perímetro aeroportuario hasta doblar a la derecha por una carretera local para dar con San Paio, donde destaca su pequeña y coqueta iglesia.
Alternando carriles de tierra y de asfalto, pasamos bajo la carretera SC-21. A escasos 400 metros, avanzamos en una bifurcación por la izquierda para entrar en Lavacolla. Esta localidad recibe este nombre porque antiguamente los peregrinos lavaban sus ropas en el río próximo para presentarse aseados ante el Apóstol.
La localidad tiene también las viviendas muy diseminadas. Nos mantenemos andando por la calle principal hasta ver la iglesia de San Pelayo de Sabugueira. Justo en este punto, da un giro a la izquierda para cruzar la carretera N-634 y superar el río Sionlla (uno de sus arroyos, el Lavacolla, era donde los peregrinos se limpiaban).
Iniciamos el último ascenso de nuestra larga peregrinación. Una pista asfaltada sube hasta Vilamaior, donde hay que encadenar un giro a la izquierda y otro a la derecha para proseguir la marcha hasta las instalaciones de la Televisión Gallega.
Ya se relaja el desnivel. Arriba, tras doblar a la izquierda, damos con el Camping de San Marcos. En el siguiente cruce, tomamos de nuevo la izquierda para enfilar una recta flanqueada por casas que nos deja en el Monte do Gozo.
Estamos en el punto importante: aquí era donde los peregrinos oteaban la Catedral de Santiago por primera vez, de ahí la alegría que les entraba y el nombre que recibe el lugar. Por desgracia, cuesta verla actualmente. Se trata de una enorme explanada ajardinada con la ermita de San Marcos al principio y el Monumento al Peregrino representando precisamente ese momento de gozo. Sin duda, el corazón de todo romero dará un salto aquí por la proximidad del ansiado final, pero también hay que admitir que este lugar se ha convertido en algo bastante alejado del espíritu jacobeo. Además de un enorme albergue, el lugar cuenta con tiendas, piscina, instalaciones deportivas y hasta ha llegado a acoger conciertos de música importantes grupos en su auditorio. Lo dicho: parece que todo está volcado más al turismo y la masificación.
Toca iniciar el pesado callejeo hasta la Catedral de Santiago. Nos aguarda aún una larga hora por trazado urbano hasta el final. Una escalera nos baja a la calle Puente de San Lázaro, que encadena varias pasarelas que superan la Autopista AP-9, las vías del tren y la ronda de circunvalación SC-20. No nos desviamos de esta avenida hasta dar con un feo monumento (una especie de pilar) en el centro de una rotonda. Nos desviamos levemente a la izquierda a la Rúa do Valiño, que un poco más adelante pasa a llamarse Rúa das Fontiñas. Cruzamos la Avenida de Lugo en busca de la Rúa dos Concheiros. Describe un amplio arco con la calle San Pedro para internarnos ya en el centro.
La calle Casas Reales nos muestra la Fuente y la Plaza de Cervantes. Viramos levemente a la derecha por Acibechería para alcanzar la Plaza de la Inmaculada, ya con el lateral de la Catedral a nuestra izquierda.
Nuestro pulso se acelerará a cada paso, especialmente si tenemos la suerte de que se ponga un gaitero a tocar por esta zona. El Arco do Pazo nos conduce al fin a la Plaza del Obradoiro, donde ya las emociones se desatan: abrazos, lloros, risas y hasta gente que se deja caer al suelo ante la imponente fachada principal de la Catedral de Santiago. La imagen hace temblar a cualquier peregrino tras tanto esfuerzo. Da igual cuántas veces haya completado alguno de los caminos.
Hemos alcanzado la meta tras un duro recorrido que nos ha traído desde Oviedo, siguiendo los pasos del rey Alfonso II el Sabio, a través de la zona más occidental de la Cordillera Cantábrica. Hemos completado una de las rutas jacobeas más exigentes, pero también una de las más bellas por la espectacularidad y soledad de sus inspiradores paisajes. Ha sido, sin duda, una experiencia que nos marcará toda la vida.
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