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¿Sabías que en las calles de Sevilla hay fósiles de los mares del Jurásico?

Monumentos que hablan del Jurásico

Aunque parezca imposible, Sevilla alberga algunos restos de fósiles que demuestran cómo fue su pasado y que hoy se pueden en edificios emblemáticos de la ciudad. La pregunta que todo el mundo se hace cuando los ve es la misma: ¿Cómo han llegado hasta ahí?

Para conocer por qué hay restos de erizos de mar o de rudistas, unos moluscos, en la hispalense hay que trasladarse hasta la época del Jurásico.

Los mares del Jurásico

El periodo Jurásico comenzó hace 201 millones de años y acabó hace 145 millones de años. Debe su nombre a la cadena montañosa del Jura, en los Alpes, lugar donde el geólogo prusiano Alexander von Humboldt identificó este sistema en 1795. Refiriéndose a esos mismos terrenos del Jura, el término Jurásico fue acuñado por primera vez en 1829 por el naturalista francés, Alexandre Brongniart.

Si por algo se conoce este periodo es porque en él tuvo lugar la hegemonía de los dinosaurios y la escisión de Pangea en los continentes Laurasia y Gondwana. De este último se escindió Australia y, del mismo modo, Laurasia se dividió en Norteamérica y Eurasia.

Las conchas, el fango y los animales que reinaban hace cientos de millones de años en el fondo de mares y océanos, con el transcurso de los siglos, se petrificaron y formaron piedra caliza. Pero, ¿cómo llegaron hasta Sevilla? La respuesta es que lo hacían desde las canteras de esta piedra. De esta manera los fósiles permanecen presentes como parte del material de construcción en edificios como la Catedral, la Plaza de España, la Fábrica de Tabacos, el Archivo de Indias o la Torre del Oro. Estos restos van desde erizos marinos con forma de corazón, esponjas de mar, corales, vieiras, ostiones o caracoles de hasta 500 millones de años de antigüedad que ahora se pueden ver y tocar.

Rutas de fósiles

Aprovechando esta gran riqueza que esconden los edificios de Sevilla hay empresas que ofrece rutas por los sitios en los que están los fósiles en Sevilla. En ellas se pueden recorrer los principales edificios en los que hay presencia de estos restos durante un paseo a pie.

A los pies de la Giralda, en el suelo, se puede pisar una gran piedra gris aparentemente fraccionada en varias partes. Esta corresponde a los restos de un erizo de mar con forma de corazón que tiene 65 millones de años, aproximadamente.

El mismo fenómeno ocurre en las columnas que dan paso al Archivo de Indias. En una de ellas, la conocida piedra ostionera deja ver los ostiones prácticamente enteros mezclados entre otros materiales; en otra, se distingue incluso un fragmento de caparazón formado por pequeños círculos.

También hay restos en la Plaza de España, junto a la ría, en la Glorieta de San Diego, o incluso en los aseos del antiquarium de la Encarnación, en los que hay restos de erizos.

Estos son algunos de los ejemplos que se pueden observar en la ciudad, pero hay muchos más que se encuentran escondidos por sus calles y que desvelan el pasado de hace más de 500 años que aun sigue vivo en la hispalense.

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