Un roscón con personalidad propia
Navidad
La pastelería Mr. Cake destaca por la decoración que realiza en este típico producto navideño
Miles de pastelerías en toda España viven sus días más frenéticos gracias a la milenaria tradición navideña del roscón de reyes. Un producto tan esperado como los propios magos de Oriente cuando se acerca la tarde del cinco de enero y la alegre mañana del seis. Pero la tradición, que proclamaba rey de reyes durante un tiempo a quien encontrara el haba oculta, evoluciona.
La pastelería Mr. Cake, situada en la calle Doña Berenguela junto a la Puerta Osario, cumple su segundo año reinventando el roscón de reyes. Sobre todo, su estética. "Este año hemos querido hacer la corona del rey Baltasar", revela Rafael Vera, propietario del negocio y minucioso decorador de los roscones. La Navidad pasada iniciaron estas decoraciones con otra corona, pero "más rústica y con un baño de chocolate", informa Vera.
Esta barroca corona real comienza como todos los roscones. Primero, en el obrador, se crea la masa, que está compuesta de harina, azúcar, ron, agua de azahar, ralladura de naranja y limón, canela, levadura y leche. Todo se remueve y se hornea. "El amasado y la fermentación son los momentos más importantes para que esté bueno", explica Daniel García, pastelero de Mr. Cake. Cuando se saca del horno, se abre y se rellena. De nata, dulce de leche, trufa o crema pastelera. Se cierra de nuevo, ya con el premio oculto y la habitual fruta escarchada, que "es natural para no tener que echarle tanto azúcar en la masa", tal como cuenta Vera. Y pasa a la fase diferenciadora del proceso. Esa en la que un roscón tradicional se convierte en un precioso dulce que merece mirarlo detenidamente antes de cortarlo y servirlo. La mesa para decorarlo bien podría ser la de un maquillador. Pinceles, brillos y mucho tacto. El chocolate, en casi todas sus formas posibles, es protagonista de este maquillaje: perlas blancas y negras, chocolate líquido o en confeti de colores. A él, se le unen trozos de calabaza o algunas guindas. Y el ingrediente estrella: el oro comestible. La nevada de azúcar glas pone el broche.
Esa nevada es un guiño al invierno, momento en que se desarrolla la Navidad. "Desde mediados de diciembre estamos haciendo roscones", comenta Vera. La artesanía de este producto que sólo venden por encargo les obliga a hacer maratonianas jornadas los días previos. La pasada Navidad la resumen recordando cómo vivieron el cuatro de enero, víspera de la noche mágica de reyes: "empezamos a la cuatro de la tarde y acabamos a las cuatro de la mañana". Este año esperan un 50% más de encargos.
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