Un remedio canino para luchar contra el olvido

La residencia Ballesol Azalea desarrolla con sus mayores una terapia asistida con perros impulsada por la ONG Galgos 112

1. Varias usuarias del centro Ballesol Azalea con los animales de Galgos 112 que participan de la terapia. 2. Uno de los residentes, en silla de ruedas, pasea por el patio con uno de los galgos. 3. La terapia sirve también de ayuda a los animales, todos ellos maltratados o abandonados en el pasado.
1. Varias usuarias del centro Ballesol Azalea con los animales de Galgos 112 que participan de la terapia. 2. Uno de los residentes, en silla de ruedas, pasea por el patio con uno de los galgos. 3. La terapia sirve también de ayuda a los animales, todos ellos maltratados o abandonados en el pasado.
Ángela Serrato

06 de agosto 2014 - 01:00

Ya ha cumplido 100 años y, a veces, los recuerdos de toda una vida se agolpan en su cabeza de manera confusa. Acariciando a uno de los galgos que visitan la residencia en la que vive, sin embargo, aflora en ella un sentimiento -su amor por los perros- que dibuja en su cara una sonrisa. Junto al resto de usuarios de la residencia Ballesol Azalea, Rosario participaba hace unas semanas en una sesión de terapia con animales impulsada por la asociación Galgos 112, que además de cuidar y buscar un hogar a perros maltratados y abandonados, desde hace dos años desarrolla también con ellos programas sociales dirigidos a niños, ancianos y personas con discapacidad. Los beneficios que aporta a los mayores la terapia asistida con animales de compañía ha abierto un interesante campo de investigación -la Universidad de Sevilla fue pionera en España con su Máster en Aplicaciones del Perro a la Terapéutica Humana- y la experiencia en este centro sevillano ha sido tan positiva que la dirección planea integrarla a partir de septiembre en su programa de terapia ocupacional. Para los galgos, algunos aún intentando superar las secuelas de un pasado lleno de maltratos, la terapia es una manera de devolverles la confianza en el ser humano.

"La soledad, la ansiedad o la depresión", explica José Antonio Delgado, médico de la residencia Ballesol, "son algunos de los problemas más frecuentes a los que se enfrentan los mayores, aún sin tener problemas como demencia o alzhéimer". Este tipo de terapias, continúa, "les ayuda emocionalmente, los anima y les permite, por ejemplo, establecer un vínculo con su biografía anterior e incluso recordar buenos momentos de su vida". Asimismo, asegura el doctor, "al tratarse de una terapia no farmacológica nos ayuda a reducir la gran cantidad de medicamentos que toman los mayores y, como consecuencia, también sus efectos secundarios". En el caso de los ancianos con problemas cognitivos, apunta Delgado, "esta terapia favorece una comunicación no verbal con estos animales con los que, de alguna manera, comparten un mismo lenguaje no basado en las palabras".

La vida de Inka fue hasta hace seis años una sucesión de episodios de maltrato y sufrimiento. Abandonada en plena calle y preñada, algún desaprensivo quemó a sus cachorros antes de que, aterrada y con varios dedos amputados, fuera a parar a casa de la psicóloga Marité Culasso, delegada en Sevilla de la ONG Galgos 112. Hoy, Inka es feliz y no escatima en mimos a cuantos niños o mayores participan en las acciones que desarrolla la asociación. Junto a Marité, la galga estuvo presente también en las sesiones realizadas en la residencia Ballesol, un tipo de experiencia que le ayuda a seguir recuperándose de las mismas secuelas emocionales que hacían impensable hace sólo unos años que alguien pudiera acariciarla. "Este tipo de terapias supone una ayuda mutua", explica la psicóloga. "Por su edad o por su estado, a muchos ancianos les resulta más fácil entablar comunicación con un perro que con otras personas". A los animales, por su parte, "les sirve para recuperar la confianza en el hombre, ya que todos han sufrido maltrato o abandono antes de llegar a la asociación". La conexión que se establece entre uno y otro "sólo con una caricia o incluso a través de la correa", asegura Marité, "es muy beneficiosa para ambos.

Los profesionales que trabajan día a día con los mayores están cada vez más concienciados de que este tipo de terapias no farmacológicas pueden ser de gran ayuda. Cristina Gómez colabora desde el año 2010 como terapeuta ocupacional en Ballesol Azalea y es una de las promotoras de esta iniciativa. "Para ellos y sus familiares -algunos participaron también de la terapia- ha sido una gran experiencia", explica. "A nosotros nos ha servido también para ver cómo algunos de los mayores que, normalmente, son más agresivos o desconfiados se han mostrado más tranquilos e incluso han participado de la terapia de forma muy activa", añade.

La residencia -una de las 47 que la firma Ballesol tiene por toda España- planea incorporar esta terapia a su programa anual a partir de septiembre de la mano de Galgos 112, una ONG con sede en Gerona y que se articula como una gran red de voluntarios repartidos por todo el país. Sólo en Sevilla tienen en acogida en estos momentos a más de una treintena de perros, que viven con estos voluntarios a la espera de encontrar a alguien que quiera adoptarlos. Junto a su lucha contra el maltrato y su defensa de los beneficios terapéuticos del contacto con animales -desarrollan también acciones en hospitales y cárceles-, la asociación trabaja por concienciar a la sociedad de la necesidad de educar en el colegio sobre la tenencia responsable de mascotas.

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