¿Cómo recibió su nombre la calle de la Cabeza del Rey Don Pedro?
Esta calle se encuentra en el casco antiguo de la ciudad y su historia está unida a la de la calle Candilejo.
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Las calles de Sevilla han sido recorridas por multitud de personas a lo largo de su historia, pero pocas han conseguido trascender al paso del tiempo y convertirse ya no solo de la historia oficial de la ciudad, sino también en parte de sus leyendas como lo hizo el rey Pedro I.
En torno a su polémica persona (el sobrenombre de Cruel va unido a su figura y a las historias que cuentan sobre él) en Sevilla se pueden encontrar varias leyendas populares, una de ellas tiene que ver con su propia cabeza.
La cabeza del rey don Pedro
Esta leyenda da nombre a dos lugares de Sevilla: las calles Cabeza del Rey Don Pedro (que en aquel momento recibía el nombre de los Cuatro Cantillo) y la calle Candilejo y en cuyo punto de encuentro se dice que tuvieron lugar los hechos.
Todo comienza con una rivalidad entre el rey Pedro I y la familia de los Trastámara-Guzmán, de los cuales un caballero se dedicaba a ir embarrando el nombre del rey con mentiras. Se dice que Pedro I no podía enfrentar directamente a su difamador, puesto que de hacerlo podría desembocar en una guerra civil con la poderosa familia, por lo que el monarca optó por otras vías.
Para limpiar su nombre de tales afrentas, Pedro I se encontró una noche con el caballero en los Cuatro Cantillo, donde le dio muerte. De estos hechos fue testigo una mujer mayor, que asomó un candil a su ventana para intentar ver qué ocurría, aunque sin poder distinguir a los combatientes, un hecho que le comentó a su hijo, carbonero de profesión.
Al día siguiente la ciudad entera conocía ya la noticia y el padre de la víctima acudió al monarca para pedir justicia por el asesinato es descubierto. Ante lo que Pedro I aseguró que si la persona que mató al caballero aparecía, su cabeza sería puesta en un nicho en la calle en la que se cometió el altercado. Para ello, se ofreció una recompensa para que la gente hablara sobre lo que sabía.
Llegó esto a los oídos del carbonero, que informó a su madre y acudieron a ver al rey. Pedro I, al verse acusado entregó la recompensa. También cumplió con la promesa de colocar la cabeza del asesino en el nicho del lugar de los hechos, pero lo hizo con la cabeza metida en una caja de madera, quedando fuera de la vista de todo el mundo.
Se dice que no fue hasta la muerte del monarca, en la guerra contra su hermano Enrique de Trastámara, cuando se abrió la caja, revelando en su interior una cabeza de piedra de Pedro I, reconociendo así su crimen.
Se mantiene dicha cabeza en una hornacina en la que hoy se conoce como calle Cabeza del Rey Don Pedro con motivo de estos hechos. Por otra parte, la calle desde la que la mujer se asomó, recibe hoy el nombre de calle Candilejo y en uno de sus edificios puede verse un candil que recuerda los hechos.
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