La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Turismo
Con el regreso de los turistas tras la pandemia y el fin de las jornadas demasiado cálidas del verano sevillano, el otoño y su primera gran fecha para hacer una escapada, el puente del Pilar en octubre, vuelve a llenar las calles de la capital andaluza de numerosos visitantes. Las cifras no dejan lugar a la duda y la demanda del turismo por Sevilla es la tercera que más se ha incrementado tras la pandemia.
Para esos nuevos visitantes, y para aquellos que nos vuelven a visitar, hemos recopilado los lugares imprescindibles que ver en Sevilla para que nadie se deje nada sin ponerle la vista encima.
Sevilla es una ciudad que "envuelve y cautiva al visitante con una mezcla de belleza y sentimiento. Sus monumentos, como la imponente catedral gótica, epicentro de uno de los cascos antiguos más extensos de Europa, son la perfecta puesta en escena para una ciudad que disfruta de la calle como ninguna otra". No lo decimos nosotros, lo dicen y recurrentemente, las más prestigiosas editoras de guías de viajes que tienen a Sevilla, y con razón, como uno de los mejores destinos del mundo.
La riqueza artística, su modernización, su gastronomía, su clima y las opciones sostenibles de movilidad, como su red de carril bici, son solo algunas de las excusas para visitar la ciudad y vivirla intensamente a través de un recorrido por los 20 lugares imprescindibles para conocer Sevilla.
No hace falta disponer de mucho tiempo para recorrer los jardines más conocidos y queridos de la ciudad, que fueron donados a los sevillanos por María Luisa Fernanda de Borbón en 1914. Un desvío de su avenida central nos lleva hasta la estatua de Bécquer, costeada por los hermanos Álvarez Quintero cediendo los derechos de autor de su comedia La rima eterna. Lo más recomendable, antes de entrar en la aledaña Plaza de España, es dejarse perder por sus laberínticos caminos, estanques, fuentes y abundante vegetación.
Absolutamente sevillana, española y famosa. ¿Quién no ha buscado en ella el banco de su provincia de origen para fotografiarse en la estampa colorista que ofrece su azulejería regional? Proyectada para la Exposición Iberoamericana de 1929 por el arquitecto Aníbal González , mantiene en pie toda la galantería y el halo romántico que han hecho de ella un espacio absolutamente único. Paseos en barca y puestos de barquillos ideales para un día soleado de otoño.
A un paso: Teatro Lope de Vega, Universidad de Sevilla y Prado de San Sebastián
El museo más relevante de Sevilla es también la segunda pinacoteca de España, con una valiosa colección de pintura de la escuela barroca (Zurbarán, Murillo y Valdés Leal), y exposiciones invitadas de envergadura. Para los residentes en la UE, la entrada es gratis. Los domingos abre, así que es un buen día para visitar el mercadillo de arte en la misma Plaza del Museo.
Allí mismo: La Capilla del Museo, con uno de los Cristos más llamativos de la procesión de la Semana Santa de Sevilla.
El mayor templo gótico del mundo se alza en el corazón del casco histórico con su impresionante fachada, imponentes pórticos y un sobrecogedor interior, donde el altar mayor, escenario del baile de los seises (podrán verse de nuevo días antes de la Cuaresma), está a unos metros de la (supuesta) sepultura de Cristóbal Colón. También es posible visitar sus cubiertas. Por 15 euros, lección arquitectónica y espectaculares vistas de un majestuoso casco histórico y el legendario Barrio de Santa Cruz.
A un paso: Reales Alcázares y Archivo de Indias.
La majestuosa torre almohade que corona la Catedral concentra 800 años de nuestra historia. Durante muchos años dominaba el skyline de la ciudad, con sus 101 metros, récord arrebatado por la Torre Sevilla. El Giraldillo es su orgullosa veleta, cuya réplica puede admirarse en la Puerta del Príncipe. Estudiantes, jubilados, parados y sevillanos pagan 1,50 euros si quieren vivir la experiencia de subir a su campanario.
La torre defensiva del siglo XIII es la vigía incansable del Guadalquivir y la niña bonita de Sevilla. Típica es la estampa de turistas que lanzan su foto desde el cercano Puente de San Telmo para captar la imagen de la Torre del Oro en primer término, la Giralda a su derecha y la Torre Sevilla a su izquierda. En su interior contiene el Museo Marítimo de Sevilla, que los lunes puede visitarse de manera gratuita.
Uno de los palacios en uso más antiguos del mundo, es el monumento árabe más emblemático de la ciudad, con un interior decorado con jardines reales que son escenario de muchos rodajes, siendo escenario, por ejemplo, de algunas secuencias de ‘Juego de Tronos’. Al margen de su oropel islámico, y de la huella barroca impresa por las distintas reformas, es un espacio de actividad cultural de primer orden.
Consecución laberíntica de callejuelas en el antiguo barrio judío, que nos llevan hasta casas señoriales, típicos zaguanes y patios y plazas, como la de Santa Cruz, donde una placa recuerda que en ese lugar están los restos del insigne pintor Bartolomé Esteban Murillo.
A un paso: Plaza de San Francisco, Plaza Nueva y Ayuntamiento.
Tiendas de postín en la Plaza Nueva, donde se encuentra el Ayuntamiento plateresco, que son la antesala del despliegue comercial de las calles Tetuán y Sierpes. Aunque las franquicias se suceden a lo largo de estas vías, aún quedan comercios tradicionales capaces de hacernos vivir un hermoso regreso al pasado. A las espaldas del Ayuntamiento, que ofrece visitas guiadas, se encuentra la Plaza de San Francisco, centro neurálgico de la Sevilla del XIV, donde a lo largo de los siglos fue sede de torneos, corridas de toros, mascaradas y ejecuciones públicas.
A un paso: Las setas de la Encarnación y la Plaza de San Pedro.
Metropol Parasol de la Encarnación, obra de Jürgen Mayer, es mega-gastrobar y museo subterráneo, Antiquarium, todo en uno bajo seis impresionantes paraguas (parasoles) que asemejan a una gigante esponja de mar. Se trata de un punto de encuentro vital (diurno y nocturno) de la ciudad.
A un paso. El Rinconcillo y la Plaza de San Pedro.
En 2022 Sevilla celebrará su Bienal de Flamenco, un evento que congrega a los espacios culturales más importantes y lugares al aire libre en torno a este arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. El Teatro de la Maestranza, el Teatro Central, La Fundación Cajasol (con sus veteranos Jueves flamencos) o escenarios más íntimos como el Tablao El Arenal, uno de los escenarios más emblemáticos de la ciudad fundado hace más de 40 años por el bailaor Curro Vélez.
A un paso: Triana, El Castillo de San Jorge.
Plaza de Toros y Teatro Maestranza comparten nombre y calle. Junto a la Torre del Oro, son los tres vecinos más admirados del Paseo de Colón, avenida sobre el río Guadalquivir con agradables kioscos-bares con vistas a Triana. El interior del coso de la Maestranza aloja el Museo Taurino, con objetos, estampas y pinturas de tauromaquia.
A un paso: La Iglesia de la Caridad, Lonja del Barranco y el mercado de Triana.
Destacar una sola iglesia de Sevilla es muy complicado, pero como muestra un botón. Imprescindible para conocer la impronta dejada en Sevilla el Barroco. En la decoración de su capilla (s. XVII) intervinieron artistas tan prestigiosos como Murillo, Valdés Leal, Pedro Roldán y Bernardo Simón de Pineda. En su interior se encuentran sepultados ilustres sevillanos pertenecientes a la Hermandad de la Caridad.
A un paso: Mercado del Arenal y el cofradiero arco del Postigo del Aceite.
En esta isla creada para la Exposición Universal del 92 se encuentra uno de los espacios culturales más importantes de la ciudad, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, que ocupa el antiguo Monasterio de la Cartuja. En sus salas, por ejemplo, de manera permanente, centenares de obras que el tarifeño Guillermo Pérez Villalta ha legado al centro, y exposiciones de artistas nacionales e internacionales, pero con gran predilección por la creación andaluza.
A un paso: Puente del Alamillo y Torre Sevilla.
Construida en el s. XVIII, se trata de uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca en Sevilla. Fue diseñado por el arquitecto Leonardo de Figueroa y construido entre 1699 y 1730 por encargo de la Compañía de Jesús. Destaca en su interior el retablo y la cripta. La entrada general es de 4 euros, aunque hay numerosos descuentos. Los sevillanos pagan solamente un euros y las visitas de grupo, dos euros por persona.
De vuelta al barrio de Triana para admirar el río desde el Puente de Isabel II (de la escuela de Eiffel), o su puente desde el río, o desde la calle Betis, y tapear en cualquiera de los locales, viejos o nuevos, de los alrededores: Las Golondrinas, La Azotea, La cazuela de Manuela o Victoria 8.
Tenga en cuenta que internarse en Triana es hacerlo en la calle Castilla, en uno de cuyos extremos está la Basílica Menor de uno de los Cristos de mayor devoción de la Semana Santa de Sevilla: el Cachorro, obra cumbre de la imaginería barroca. Muy cerca de su Iglesia, el bar ‘Sol y sombra’ alimenta su fama con su cocina casera, sus pescados y mariscos y su exquisita chacina de la Sierra de Huelva.
Ubicada en la plaza del mismo nombre, y sólo superada en tamaño por la Catedral, esta impresionante colegiata fue construida sobre los restos de una mezquita y convertida en parroquia cristina en 1340. En su patio pueden apreciarse resquicios de la época romana y visigoda de la ciudad. Su entorno, frecuentado por público de todas las edades, constituye un céntrico lugar de encuentro de los sevillanos.
Este valiosísimo tesoro, mayoritariamente de oro, (hallado casualmente a mediados del siglo pasado en Camas, a las afueras de la ciudad) muestra un exquisito trabajo de orfebrería fenicia, cuyas reproducciones pueden verse en el Museo Arqueológico de la capital hispalense y en el Ayuntamiento de Sevilla. El original lo custodia la caja fuerte de un banco.
Quien se permita una escapada que no deje de visitar el conjunto arqueológico romano de la vecina ciudad de Santiponce. Son unos restos correspondientes a la primera ciudad romana de la Península, cuna de los emperadores Trajano y Adriano. Contiene calles, mosaicos sorprendentes, termas y el teatro romano descubierto a mitad del siglo XX.
En último lugar pero casi siempre presente en cualquier espacio (Parque del Alamillo, bancos de la Puerta de Jerez, aledaños del río Guadalquivir o una de las muchas terrazas de la ciudad) que permita una parada otoñal para disfrutar bajo el sol de Sevilla.
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