Cinco pasadizos secretos que hay bajo las calles de Sevilla
En Sevilla hay multitud de galerías secretas que conectan con algunos edificios de suma importancia.
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Habitada desde los fenicios, Sevilla es una ciudad con una larga e interesante historia que aun hoy se puede palpar en algunas de sus calles y edificios. Uno de estos lugares que desvelan el pasado de la hispalense correponde a los múltiples pasadizos ocultos que hay bajos sus calles. Aunque algunos de ellos ya se conozcan, como los que se encuentran en los Reales Alcázares, hay otros que pasan muy inadvertidos.
Callejón de las brujas
Se trata de unos pasadizos que se encuentran en una calle de pequeño tamaño que sale de Argote de Molina, donde actualmente se sitúa el Mesón Don Raimundo.
Conocido durante los siglos XVI y XVII como el Callejón de las Brujas, debe esta denominación a la existencia de varias calderas y leña encontrada en un gran espacio situado bajo la calle. Estos pasadizos son, en realidad, herencia de unas antiguas termas romanas, cuyas calderas servían para calentar el agua y que, tras la llegada de los visigodos, quedaron en desuso. Su descubrimiento daría lugar, sin embargo, a todo tipo de leyendas.
Galería en la calle Abades
En 1970, con motivo de unas obras en la calle Abades, se localizaron unas galerías de algo más de metro y medio de ancho y un metro de alto, con una longitud de 100 metros visibles, ya que el hundimiento de la tierra impedía conocer si se prolongaba más.
Este hallazgo se relación con la leyenda de que una esclava habría escapado de sus amos en el siglo XIX huyendo por un pasadizo ubicado bajo la calle Abades, cuyo acceso encontró bajo la losa del zaguán de la casa. Según esta historia, cuando quisieron seguirla para atraparla, el aleteo de una gran cantidad de murciélagos apagó las antorchas de los perseguidores, quienes volvieron a la superficie asustados por los roedores.
Al tiempo se encontró una galería de características similares al lado del teatro Quintero, por lo que se podría tratar de dos túneles hermanados que desembocaban en el río Guadalquivir.
Túneles bajo la iglesia de San Roque
Otro de los pasadizos constatados por el cronista sevillano José María de Mena se encuentra bajo la iglesia de San Roque, en la plaza de Carmen Benítez.
El túnel se encontró bajo dos de las criptas subterráneas de la iglesia, del siglo XVIII, y llegaba a la zona ferroviaria del Campo de los Mártires, donde hoy se sitúa la Estación de Santa Justa. Se trata del pasadizo de mayor tamaño descubierto en la ciudad, de dos metros de alto por otros dos de ancho.
Cueva de Hércules
Bajo la iglesia de San Nicolás de Bari, al final de la calle san José, en pleno casco histórico, se encontró en el año 1492 un conjunto de galerías y cuevas en los que se descubrió la imagen de la Virgen del Subterráneo o del Soterraño. Según se cuenta, esta se trajo desde Roma por San Isidoro en época visigoda y se ocultó en este lugar tras la invasión árabe del año 711.
Los subterráneos, conocidos como Cueva de Hércules, llegan desde la iglesia de Santa María la Blanca hasta la bajada de la calle Mateos Gago y se les ha atribuido todo tipo de usos, desde termas romanas a mazmorras o lugares donde se celebraban ritos satánicos.
Las Casas de la Judería
Ubicadas en la zona de la calle Verde, una de las más mágicas de la Judería, se encuentran estos pasadizos que aun hoy se pueden recorrer y que conectan los barrios de San Bartolomé y Santa María la Blanca y que hoy forman parte del complejo hotelero Las Casas de la Judería. El ubicado en esta calle fue excavado por los judíos como vía de escape ante posibles ataques.
Las 134 habitaciones del hotel se reparten sobre 4 palacios y 27 casas sevillanas de estilo tradicional, todas comunicadas mediante patios, jardines, túneles y laberínticas callejuelas interiores.
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