La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Situada junto a otro de los locales más emblemáticos de Sevilla como es la cafetería de La Campana, se encuentra la Papelería Ferrer, un negocio tradicional cuya fachada no pasa desapercibida para el paseante debido a su belleza y al aspecto añejo que tiene.
Ventanas de madera, multitud de libretas, plumas y materiales de escritura en su escaparate y un bonito letrero en negro y dorado en el que reza "Papelería Ferrer, fundada en 1856". Se trata del negocio de este tipo más antiguo, no solo de Sevilla, sino de España.
Tal y como recogen en su página web, la historia de este negocio comienza con la llegada a Sevilla de un joven matrimonio procedente de Capellades (Barcelona) conformado por José Ferrer y Poch y Josefa Vidal y Fragoso. Su idea al llegar a la ciudad hispalense era la de continuar rumbo a Cádiz y desde allí embarcar con destino a América para probar fortuna y empezar una nueva vida en otro continente fabricando papel. A esto, por aquel entonces, se le conocía como "hacer las Américas".
Sin embargo, no se sabe bien cómo, estando ya en Andalucía se enteraron de que su barco, que zarpaba solo dos veces al año, había partido sin ellos. Puesto que no tenían más remedio que esperar seis meses hasta el siguiente buque, el matrimonio decidió montar un pequeño negocio en Sevilla durante este tiempo.
Para ello alquilaron un local en la cerería (lugar donde se venden productos elaborados con cera) del convento de Santa María de Gracia. Allí se dedicaban a vender objetos que su familia les enviaba desde Cataluña. Por suerte o por desgracia, la desamortización de Madoz de 1855 les permitió comprar otro pequeño local en la calle Sierpes y un año después nacía la Papelería Ferrer. En él se dedicaban a vender tinta con la que se podía escribir.
Transcurridos todos esos meses, el matrimonio conformado por José y Josefa decidió continuar con su negocio en el que cada vez incluían más materiales. Desde plumas estilográficas hasta diferentes tipos de papel y bolígrafos.
Más tarde el negocio lo heredaría uno de sus hijos, Federico Ferrer, que decidió continuar con la tradicional venta de útiles para la escritura hasta que logró traspasárselo a sus hijos y, después, a sus nietos.
Durante el periodo en que Federico regentó la papelería, ésta vivió su momento de mayor esplendor. Llegó, incluso, a albergar tertulias protagonizadas por la clase intelectual hispalense. Por el local pasaron literatos como Bécquer y los Álvarez Quintero, escultores como Susillo, la bailaora Carmen Amaya o el pintor Gonzalo Bilbao, quien compró allí el lienzo de su cuadro famoso Las cigarreras.
Al estallar la Guerra Civil, se hicieron cargo del negocio los hermanos Manuel y Adolfo Ferrer y sufrieron el corte de abastecimientos. Para poder subsistir, tenían que ir en bicicleta hasta Osuna para conseguir los productos que vendían y que les suministraba un fabricante local.
Actualmente, al frente del negocio están Estrella y María del Carmen Ferrer. A pesar de que el negocio conserva la esencia de antaño se ha ido adaptando a las nuevas necesidades de su clientela. Por ejemplo han incluido en su catálogo de productos útiles de escritura de marcas japonesas muy famosas o libretas de piel y bronce.
Desde la llegada de la joven pareja Ferrer y Vidal a la ciudad de Sevilla han sido cinco las generaciones que han pasado por la papelería, todas ellas con un mismo objetivo: ayudar a escribir.
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