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Los orígenes de la Plaza de España: la Exposición Iberoamericana de 1929

La Plaza de España de Sevilla acoge innumerables eventos cada año y es uno de los puntos de interés turístico claves en la ciudad / M. G.
Daniel Caro Bozzino

06 de julio 2022 - 17:28

La Plaza de España de Sevilla atrae cada año a millones de turistas, llegando al punto de ser considerado uno de los monumentos más reconocidos de España e incluso de toda Europa. Este proyecto original de uno de los arquitectos insignia de la capital hispalense, Aníbal González, esconde infinitos secretos y ofrece a visitantes y habitantes una imagen que sin duda fascina a cualquiera que tenga la oportunidad de disfrutarla, con sus altas torres, su canal, su aplaudido estilo regionalista, y sus azulejos, en los que se se homenajea a casi todas las provincias españolas exceptuando algunas que han sufrido cambios en su organización territorial en los casi 100 años que han pasado de su construcción.

No obstante, el motivo primero de la construcción de esta plaza es para muchos desconocido, o al menos se suele tener un conocimiento muy superficial de lo que un evento como la Exposición Iberoamericana de 1929 significó a la hora de ubicar la capital hispalense en el panorama internacional. Por ello, hoy trataremos de profundizar en lo que conllevó esta celebración y por qué se organizó.

Lo que fue la Exposición Iberoamericana de 1929: la Expo antes de la Expo

Hace poco menos de un siglo, en el reinado de Alfonso XIII previo a la Segunda República, se organizaron de manera simultánea en Sevilla y Barcelona (ambas celebraciones como conjunto se denominaron posteriormente la Exposición General Española) dos exposiciones que pretendían promocionar todo lo que España tenía que ofrecer al resto del mundo en materia cultural y arquitectónica, siendo en el caso de la Exposición Iberoamericana de Sevilla una muestra de hermandad y unión entre Portugal, Hispanoamérica, los Estados Unidos de América, Brasil y evidentemente España.

Desde su inauguración, la cual data del 9 de mayo de 1929, hasta su clausura algo más de un año después, el 21 de junio de 1930, el parque de María Luisa fue el escenario de esta exposición, aunque más concretamente se ubicaba en lo que ahora conocemos como la Plaza de España. Dicho conjunto, que como hemos mencionado previamente fue diseñado por Aníbal González, trataba de encapsular la esencia de toda la nación mediante algunas representaciones, entre las que destacan sus cuatro puentes con motivo de los cuatro reinos que posteriormente se convirtieron en lo que ahora consideramos España y los azulejos que representan las que por aquel entonces eran todas las provincias en las que se separa nuestra nación, exceptuando la propia Sevilla, a la que se hace referencia en cuatro murales ubicados en dicha plaza.

Otro elemento arquitectónico que trataba de representar la esencia de toda esta celebración es la forma del conjunto, representando un acogedor abrazo entre las culturas americana e ibérica con su forma semicircular abierta.

La apertura de la Exposición Iberoamericana paró la ciudad por un día completo, incluyendo la petición expresa del por aquel entonces alcalde de cerrar todos los comercios hispalenses desde las 10 de la mañana con el fin de facilitar la movilidad de los asistentes al evento. Los Reyes de España visitaron el flamante acto inaugural entre otras muchas personalidades políticas y militares de relevancia en la época. También se organizó en días previos un acto conmemorativo de la llegada a las Indias con una recreación de la carabela Santa María llegando al Pabellón de la Marina escoltada por una división de la Armada y una pequeña flota portuguesa.

Durante aproximadamente un año a partir de esta inauguración, sucedieron eventos de naturaleza muy diversa en el que los países asistentes, junto a la propia España, por supuesto, hicieron gala de su cultura con todo tipo de demostraciones de las que incluso se conservan algunas grabaciones de la época.

Incluso 92 años después de su clausura, la relevancia de la Exposición Iberoamericana sigue en la memoria de todos los sevillanos, que bien sabemos de qué manera se marcó un antes y un después en lo que respecta a la fama mundial de nuestra ciudad tras esta celebración.

Para conseguir una imagen fidedigna de lo que sucedió entre mayo del 1929 y junio del 1930 en la capital hispalense, podemos disfrutar de las decenas de conjuntos arquitectónicos que, tras su construcción expresa para estos eventos, se conservaron a lo largo de los años por su excepcional belleza, sirviendo muchos de ellos propósitos que, aunque nada relacionados con la Exposición Iberoamericana, son determinantes en el funcionamiento del día a día de una ciudad viva y latiente como es Sevilla.

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