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Medio Culo, Rascaviejas, Teta... Seis calles en Sevilla que tuvieron nombres muy raros

Calle Matahacas / Google Street View

Si por algo se podría decir que se caracterizan las calles de Sevilla es por la amalgama que forman sus nombres, que van desde figuras célebres (Mateos Gago) hasta elementos de la naturaleza (Agua) pasando por otras alusiones menos agradables (Entrecárceles o Cabeza del Rey Don Pedro).

Muchas de estos nombres están relacionados con historias y leyendas que sucedieron en dichas vías, tal es el caso de la calle Susona, pero otros se han puesto de manera prácticamente azarosa. Sin embargo no todas estas calles se han conocido siempre de la misma forma y hay algunas alusiones que son especialmente raras. Aunque muchas de ellas han desaparecido en la actualidad aquí hacemos un repaso de las más bizarras:

Calle Teta

Se tiene constancia de que en Sevilla hubo, antaño, una calle Teta en las inmediaciones de la calle Sol. Según parece el nombre se debía. a una piedra con forma redondeada y saliente que podía verse bajo una de sus fachadas. Se trataba de una pieza de mármol posiblemente de la época romana. Esta calle recibe hoy el nombre de Espada.

Callejón de Medio Culo

El callejón de Medio Culo es en la actualidad la calle Sagunto y se ubicada al lado de la parroquia de San Gil. A pesar de lo peculiar de su nombre no hay constancia de por qué empezó a denominarse así, lo que sí es cierto es que popularmente se conocía de esta manera y debido a que podía resultar obsceno en el año 1483 lo modificaron por el nombre de San Sebastián.

Calle Niño Perdido

Cerca de la Alameda de Hércules se encuentra esta calle cuyo nombre lleva a pensar que en ella pudo extraviarse algún menor. Sin embargo su nombre hace alusión, en realidad, a aquellos niños que eran rescatados y que estaban en una situación de calle.

El orígen de esta viña se remonta al siglo XVI , con la existencia de una cofradía encargada de acoger y educar a niños desamparados , comprando casas para ello en la cercana Calle Joaquín Costa.

Calle Enladrillada

Aunque resulte paradójico esta calle recibió dicho nombre porque fue la última de la ciudad que se adoquinó, quedando durante mucho tiempo con un piso de ladrillos.

Anteriormente a este suceso las vías del centro histórico de Sevilla eran de barro. Sería Guiomar Manuel, una mujer perteneciente a la nobleza, quien donaría su dinero para que las calles del casco histórico fueran adoquinadas y hacerlas más limpias y transitables, aunque también se volvieron más ruidosas con el paso de los carruajes. Más adelante se iría sustituyendo el ladrillo por los conocidos adoquines de piedra, siendo la calle de la que hablamos la última en sufrir esta transformación, con gran diferencia en el tiempo.

Calle Matahacas

Cuenta la leyenda que el nombre de esta calle se debe a que en ella había un huerto, al que llamaban ‘del Tío José’, en el que se sacrificaban los animales que en él se guardaban y que pertenecían a familias que vivían por los alrededores de esta calle. En este caso una haca es un caballo de poca alza, de tamaño pequeño. Puesto que era el sitio en que se sacribifican a los animales, pasó a llamarse calle de Mata-hacas.

La calle Matahacas, ubicada en pleno centro de la capital no tiene más de 100 metros pero hasta el año en que se proclamó la República, en 1936, conectaba la actual calle Sol con la que entonces se llamaba calle Luna y que hoy conocemos como Escuelas Pías. Ese juego de palabras (de Sol a Luna) dio pie a que popularmente se dijera que Matahacas era, sin duda, la calle más larga del mundo.

Calle Rascaviejas

A pesar de que su nombre lleve a pensar que en esta calle sucedía algo con mujeres de elevada edad la realidad es que se conocía así porque era allí donde, en el siglo XV se afilaban los cuchillos y las armas antiguas de unos talleres del Ejército.

También se la conoció como "Raspaviejas", "Rascaviejas" o "Rasca-Viejas". En el año 1845 la calle cambió de nombre, llamándose desde entonces Hiniesta en honor a la imagen de la Virgen del mismo nombre que recibía (y recibe) culto en la cercana parroquia de San Julián.

Como curiosidad, la "Rasca-Vieja" es también la Aliaga o Aulaga, un tipo de arbusto espinoso de flores amarillas, usado como leña para los hornos de cocción. No deja de ser curioso que cerca de allí haya otras calles con nombre de plantas, como Arrayán, Laurel, Morera o Clavellinas.

Otros nombres peculiares

Son muchos los nombres curiosos que en algún momento de la historia tuvo el callejero de Sevilla. Calles como del mendrugo, del pepino, de la pulga, de la cantimplora, del cochino... acabaron formando parte de la historia de la ciudad, a pesar de que hayan desaparecido con el paso de los años.

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