“Mola más tu Madrid que el Aranjuez de Rodrigo”
calle rioja
Desde ese año 1985no gana un francés el Tour de Francia, 40 años de sequía

Amí, Sabina, que los arrollo. Le tomo prestada la frase a Belauste, el abuelo de mi amigo Santi Belausteguigoitia, aquel mítico futbolista que en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920 le habló de esta guisa a Sabino Bilbao, futbolista del Athletic de Bilbao, en el partido de la selección española contra Suecia. Leer convertidas en poemas las canciones de Joaquín Sabina es arrollador; o tararear canciones que nacieron como poemas. No lo hacía desde el centenario de Bukowski. El 12 de febrero, cumpleaños de Sabina, me lo pasé leyendo los versos de su libro De lo cantado y sus márgenes.
Desde ese año 1985no gana un francés el Tour de Francia, 40 años de sequía
“Sea piadoso el lector con estos textos”, escribe en un prólogo que titula En defensa propia y dedica a Rafael de León, “que, mucho me temo, separados contra-natura de las melodías que le sirvieron de soporte, van a quedarse un tanto desabridos, como puchero de pobre”. Versos que volverán a sonar convertidos en canciones los días 2, 4 y 6 de septiembre en la plaza de toros de la Maestranza, fechas señaladas para Sevilla en la gira crepuscular que el cantante iniciará el 1 de mayo en Las Palmas de Gran Canaria. Canciones con más de cuatro décadas de cocción que mantienen su poderío como Pongamos que hablo de Madrid, Calle Melancolía o ¡Qué demasiao!, esa maravilla que compuso al alimón con José Ramón Ripoll.
Incólumes siguen temas como Princesa, esa canción que tanto le gusta a Irene Villa, o Güisqui sin soda (sexo sin boda). Escribo estas líneas en el día de san Valentín, “no hay nada mejor que encontrar un amor a medida”, escribe Sabina en sus bellísimas Rebajas de enero. Cantará en la Maestranza quien se sentía “como un torero al otro lado del telón de acero”. “El torpe maletilla que, hasta ayer, afirmaba / que con las banderillas nadie me aventajaba, / ahora que corto orejas y aplauden los del siete / ya no dice que cito tan bien como Antoñete”. Versos de El joven aprendiz de pintor donde además de Antonio Chenel aparecen Picasso, Cela y Montserrat Caballé en una hermosa autocita, “la diva que pasaba tanto de cantautores, / llamó para decirme ‘estoy en deuda contigo’, / mola más tu Madrid que el Aranjuez de Rodrigo”.
Madrid ciudad y canción, porque Sabina es autor de un himno del Atlético de Madrid (“ni merengues ni marrones / a mí me gustan las rayas / canallas de los colchones”) que Luis García Montero y Jesús García Sánchez incluyen en Un balón envenenado, antología de Poesía y fútbol que editó la colección Visor. Se podía hacer un festival de la hímnica balompédica con Sabina (Atleti), El Arrebato (Sevilla), Silvio o los Cantores (Betis), C. Tangana (Celta de Vigo), Plácido Domingo (Real Madrid)…
En su cumpleaños, le busqué sitio a los versos de Sabina entre otras lecturas, la adictiva biografía de María Antonieta escrita por Stefan Zweig, la austriaca que llegó a una corona equivocada, o La expedición de la Kon-Tiki, ese apasionante viaje de seis nórdicos desde el Perú hasta la Polinesia en balsas como las que utilizaron indígenas preincaicos. En la biografía de la reina y en el viaje a los Mares del Sur hay un sueco, como en los vítores de Belauste a Sabino en los Juegos de Amberes. También se ha colado en un libro de discursos de Churchill editado por los profesores Salvador Rus Rufino, Eduardo Fernández García y Emilio Ramos Calzón. Churchill muere en Londres cuando Sabina tiene quince años. Una ciudad a la que llegará veinteañero después de ser estudiante en Granada, la ciudad en la que entrará en contacto con el grupo de poetas que formarán parte de la Colección Maillot Amarillo.
La Colección Maillot Amarillo la editó la Diputación Provincial de Granada con dirección de Luis García Montero y Juan Vida. Los feché en 1986 y además del de Sabina tengo poemas de Álvaro Salvador (El agua de noviembre), Rafael Juárez (Otra casa) y Felipe Benítez Reyes (Los vanos mundos).
Canciones de la España de los ochenta. Sabina firma su prólogo en Granada, noviembre de 1985. Maillot Amarillo es el que cada año luce el ciclista que sube al podio después de vencer en el Tour de Francia. Como un nuevo maleficio de la mariposa, el año que Sabina firma su prólogo del libro donde aparece su Manual para héroes o canallas, 1985, fue el último en que un francés, Bernard Hinault, ganó el Tour de Francia. Cuarenta años de sequía en la patria de Jacques Anquetil, Laurent Fignon y Raymond Poulidor. Todavía mandaba Mitterrand.
El año que Sabina firma su prólogo, Gordillo ficha por el Madrid. ¡Cómo pasa el tiempo! Terminando de leer al Bob Dylan de Úbeda, paisano de Muñoz Molina, hijo de la ciudad que Andrés de Vandelvira incorporó al Renacimiento, hago un sucinto zapping y veo a otro Joaquín, tocayo de Sabina y del equipo de Gordillo, paseando por Las Vegas con su mujer y sus dos hijas. Una ciudad que es lo más parecido al árbol del bien y del mal del Génesis.
Antes de sus tres noches en Sevilla, el cantautor ubetense actuará en Santander, en la campa de la Magdalena. En los dominios de José María de Cossío, autor del tratado taurino, amigo de los poetas del 27, el editor que vio con Alberti y Gardel aquella final de Copa de 1928 de la que surgió la oda a Platko, oso rubio de Hungría. Cossío fue en la República presidente del Racing de Santander.
Además de Rafael de León, en el poemario de Sabina hay dedicatorias a León Felipe y a Scott Fitzgerald, el autor de El Gran Gatsby. El cantautor fue pregonero del Carnaval de Cádiz. En su prólogo, jugando con el guiño ciclista de la colección, el autor aspira a “colarme en bicicleta por la puerta falsa en las librerías de Andalucía, de Granada; embutido en este hermoso maillot amarillo que me viene más bien grande”. Granada ha acogido la gala de los Goya y Sabina ya tuvo su película, que dirigió Fernando León de Aranoa.
Cuarenta años sin que un francés gane el Tour de Francia. Enmanuel Macron tenía siete años en el último Tour de Bernard Hinault. Les quedaría el consuelo de intentar ganar la Vuelta Ciclista a Andalucía, que se corre entre el 19 y el 23 de febrero. Mientras Sabina prepara su gira, que empieza el 1 de mayo en Las Palmas de Gran Canaria, la Ruta del Sol arrancará el 19 de febrero en la localidad malagueña de Torrox con final en Cueva de Nerja. La segunda etapa transcurre entre Alcaudete (Jaén) y Torredelcampo, cuna de Juanito Valderrama, a quien tanto admira Sabina. La tercera sale de Arjona, patria chica de Juan Eslava Galán, y termina en Pozoblanco, donde Paquirri, cuando todavía los franceses ganaban el Tour de Francia, fue cogido mortalmente la semana de septiembre de 1984 que andaban por Sevilla Borges e Italo Calvino. La penúltima etapa, 22 de febrero, aniversario de la muerte de Antonio Machado en Colliure, irá de Córdoba a Alhaurín de la Torre. La Vuelta Ciclista a Andalucía termina el domingo 23 de febrero entre Benahavís (Málaga) y La Línea de la Concepción, a la sombra del Peñón y el Ulises de Joyce. Ese día se corre el maratón de Sevilla y faltarán cinco días para la final del Falla.
El año de la última gira de Sabina, digamos siempre penúltima, Maillot Amarillo de la poesía y de la canción, es el centenario de la Vuelta Ciclista Andalucía. Se disputó por primera vez en 1925. La ganó el ciclista abulense Ricardo Montero. La prueba no volvió a disputarse hasta 1955. Venció José Gómez del Moral. En 1969 lo hizo su hermano Antonio. Estos egabrenses tuvieron sendas tiendas de bicicletas en las calles Jesús del Gran Poder y en Calatrava. En 1949, el año que nace Joaquín Sabina, ganó el Tour de Francia Fausto Coppi. Tan mítico como Antoñete, Picasso o la Caballé. Mola más su Madrid que el Aranjuez de Rodrigo.
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