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Las temperaturas que alcanza Sevilla durante el otoño, que son elevadas en comparación con otras ciudades, no permiten disfrutar como en otros lugares de los colores propios de esta época así como de los paisajes que la caída de las hojas y los árboles que se tiñen de rojo y amarillo provocan. Sin embargo, hay algunos lugares de la provincia que por si situación geográfica (están más cerca de la montaña) tienen temperaturas más bajas y, por tanto, un otoño mucho más evidente que el que se puede observar en la capital durante estos meses.
Con la llegada del frío y las primeras veces en que se enciende la chimenea, a muchas personas les cautiva la idea de pasar un fin de semana en alguna zona rural. Si quieres disfrutar del otoño sin irte demasiado lejos y te cautiva la idea de adentrarte en la naturaleza, la provincia cuenta con algunos pueblos que son perfectos para visitarlos en esta época del año:
Conocido por su impresionante paisaje, El Pedroso es ideal para disfrutar al aire libre. Dentro del Parque Natural de la Sierra Morena de Sevilla, ofrece una variedad de rutas y senderos para realizar en bicicleta o caminando. También es un lugar muy frecuentado por los aficionados a la pesca y la caza. En este término municipal se puede hacer una ruta hasta las cascadas del Huéznar, de aguas cristalinas. En lo que a su gastronomía se refiere, los platos tradicionales llevan la carne de jabalí o venado como ingrediente principal. También son exquisitas las chacinas y derivados del cerdo elaborados en sus carnicerías, así como el queso de cabra y las setas de la zona. Y, por supuesto, el queso de cabra y las setas recolectadas en la zona.
Rodeado de olivares, este pueblo encantador es perfecto para relajarse, ya que está inmerso en plena naturaleza. Se trata de un pequeño rincón de la Sierra Morena sevillana en el que hay numerosos parajes naturales y una variada y exquisita gastronomía a base de carnes de caza, setas de la zona, guisos caseros y productos autóctonos como los jamones y los embutidos ibéricos de elaboración artesanal.
Las calles del casco histórico, la Plaza de España y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción son algunos de los lugares que se pueden visitar en esta localidad, aunque lo ideal es adentrarse en sus campos y recorrer el sendero hasta el nacimiento del río Guadiamar.
Enclavada en un valle dentro del Parque Natural de la Sierra Morena, de este pueblo sevillano destacan sus casas blancas, sus mansiones señoriales y su castillo, declarado Bien de Interés Cultural en 1985. Constantina tiene una gran oferta turística tanto para los que disfrutan haciendo deporte al aire libre, como para los amantes de la Historia. En sus inmediaciones cuenta con multitud de senderos de gran interés para perderse durante los meses de otoño, aprovechando la belleza del paisaje propia de esta época del año.
En el interior del municipio, el Paseo de la Alameda es uno de los lugares con más ambiente de la localidad. Allí se disfruta de la buena gastronomía del pueblo a base de carnes de caza, embutidos y setas de la zona. Quienes busquen algo diferente deben probar las ancas de rana rebozadas, un plato muy típico de este pueblo. En el convento de las monjas Jerónimas una de las elaboraciones más demandadad es el turrón de chocolate, elaborado artesanalmente.
De Constantina también es tradicional el anís y el licor de guindas, que es posible probar tanto en sus establecimientos como en las dos destilerías que hay en el municipio, donde además también se puede conocer de primera mano cómo es su proceso de elaboración.
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