‘Apollo 11’: una magnífica desolación
Salir al cine
Desde hoy y por tiempo limitado está en salas el estupendo documental 'Apollo 11'
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Inspirado por Jules Verne (1865), el cine quiso ir a la luna desde su más tierna infancia, apenas unos años después de presentarse en sociedad en el Boulevard des Capucines. El mago George Méliès materializó aquel sueño de la ciencia-ficción literaria en una colección de escenas que, ya con un notable sentido de la narrativa, configuraron el mítico Le voyage dans la lune (1902) que todavía hoy se recuerda en su ingenua iconicidad (esa luna como una gran tarta y ese cohete incrustado en su rostro) como el primer gran hito del subgénero de los viajes espaciales.
El cine de ficción siguió soñando con ese fantástico destino mientras que en la NASA y en la URSS los científicos e ingenieros se afanaban en una batalla tecnológica que tenía tanto de pulso político en plena Guerra Fría como de exhibición patriótica de fuerzas a la conquista de una quimera sin unos fines demasiado concretos. Títulos como Aelita (1924, Protazanov), La mujer en la luna (1929, Lang), Con destino a la Luna (1950, Pichel), De la Tierra a la Luna (1958, Haskin) o 2001: una Odisea del espacio (1968, Kubrick) precedieron, adelantaron o fantasearon con lo que, finalmente, iba a ser la gran conquista en los pies de Neil Armstrong y Buzz Aldrin, los dos cosmonautas que, mientras Michael Collins daba vueltas en el módulo de mando alrededor de su órbita esperando para recogerlos, pisaron la luna un 20 de julio de 1969, justo hace ahora 50 años, ante la mirada atónita de los espectadores televisivos de medio mundo.
Después vendrían otros títulos como Elegidos para la gloria (1983, Kaufman), Apollo 13 (1995, Howard), Moon (2009, Jones) o la más reciente First Man (2018, Chazelle), películas que trabajarían ya sobre expediciones y hechos conocidos o que aprovecharían el mítico viaje lunar como pretexto para la reflexión filosófica y existencial sobre la condición humana y su relación con el universo.
Verán estos días al respecto de la efeméride numerosos programas y reportajes especiales en prensa, radio y televisión, pero tal vez nada parecido a lo que ofrece el documental Apollo 11, de Todd Miller, en salas desde hoy martes y por un tiempo limitado, un espectacular trabajo audiovisual que recopila y da a ver por primera vez en la historia, liberadas al fin de los archivos de la NASA, las imágenes filmadas (en 70 mm, en color y en unas calidades visuales apabullantes) durante la preparación y el lanzamiento del cohete y, muy especialmente, aquellas que rodaron los propios astronautas desde el interior de la nave y en la superficie de la luna.
Si hasta la fecha recordábamos visualmente la llegada a la luna en blanco y negro y en una pantalla de apenas unas pulgadas, con imagen parpadeante y sonido entrecortado, Apollo 11 nos devuelve en todo su esplendor realista, en formato panorámico y un depurado trabajo sonoro el ambiente de excitación popular en los alrededores de Cabo Kennedy (Florida), los momentos y protocolos previos al lanzamiento, incluidas las incidencias de última hora o unas imágenes de la ignición a cámara lenta que cortan el aliento, y el trayecto hacia la Luna, filmando en un primer momento desde la Tierra y luego recogido por las cámaras que, instaladas en la nave o manejadas manualmente por los propios astronautas, dieron fe y testimonio, aun a pesar de los muchos conspiranoicos (ahí tienen el espléndido falso documental Operación Luna, de William Karel, para regodearse) que aún lo niegan, de aquel “pequeño paso para el hombre y gran salto para la Humanidad”.
Todd Miller consigue crear una lograda narrativa de expectación, épica y suspense gracias al montaje, sin otra voz narradora que la de las grabaciones de aquellos días entre los mandos de control y la nave, a recursos como la pantalla partida, la música y el uso de gráficos y cronómetros que marcan las distintas cuentas atrás (despegue, eyección, ensamblaje, alunizaje, entrada de vuelta en la Atmósfera, amerizaje, etc.) que se vivieron en las ocho jornadas de las que constó la expedición entre ida y vuelta.
Especialmente memorable es la secuencia de alunizaje, observada desde el hueco de la pequeña ventanilla del Apollo 11, así como los primeros pasos sobre la superficie grisácea y polvorienta del astro, también la conversación telefónica entre el Presidente Nixon y los tripulantes en la que se pueden oír de nuevo esas poéticas frases para la posteridad que no hablan tanto de la victoria en una particular guerra (fría) por la conquista del espacio, como de la capacidad del hombre para superar límites y fronteras en su inagotable ansia de conocimiento.
Pero si tuviéramos que elegir un solo momento de este espléndido documental, sería ese en el que, ante el horizonte lunar iluminado por los focos del LEM, oímos decir a Aldrin esa inolvidable y melancólica descripción de aquel paisaje como “una magnífica desolación”.
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