Calle rioja
Francisco Correal
El filósofo de Cerro Muriano
Bodas
Los grandes eventos llevan consigo que los asistentes saquen de su armario sus mejores galas para ser la invitada ideal. Sobre todo si se trata del look para una boda.
Como ocurre con otras indumentarias, la evolución de la moda ha hecho que el tipo de ropa que se luce en este tipo de eventos no haya dejado de variar.
El tipo de tejido, los colores o los complementos han ido evolucionando conforme a las necesidades de las mujeres y al contexto de cada época.
Si bien es cierto que hace unos años mientras más pomposo fuese el estilismo, mejor, en la actualidad esta tendencia parece estar completamente desfasada. Prendas monocromáticas, cortes rectos y sencillos, peinados informales y complementos más sobrios son las tendencias en materia de invitadas en bodas esta temporada.
Lo bueno de la segunda década de los 2000 es que ha dejado atrás todo barroquismo estético. Si los primeros años del milenio destacaron por el exceso, en esta tanda la sencillez (muy de la mano de la funcionalidad) es la reina.
De ahí que los vestidos de invitadas presuman de tener cortes sencillos que juegan a darle protagonismo a la figura femenina. Cuellos a la caja, mangas francesas, largos por debajo de la rodilla y algún que otro generoso escote en la espalda.
Pero no sólo de vestidos tira la invitada cuando va a una boda. Las faldas lápiz –que recuerdan mucho a los años cincuenta– se han colado en este tipo de eventos y ya no hay quién las pare.
Muchas mujeres, hartas de hacer grandes desembolsos económicos para las bodas, han optado por utilizar estilismos más fáciles de volver a utilizar, de ahí la aparición de las faldas.
Elegantes y favorecedoras, las faldas lápiz pueden lucirse en muchos eventos, ya sea la propia boda, un bautizo, un día de Feria e incluso para una cena especial. Por seguir con la dinámica de lo sencillo, esta prenda se puede combinar con un cuerpo, un top o una blusa sin necesidad de ir muy recargada.
Protocolarias donde las haya, las bodas han traído de cabeza a más de una mujer. Que si vestido largo para la noche, que si corto por el día... Aunque para las ceremonias vespertinas siempre es preferible ir de largo, de un tiempo a esta parte las matutinas permiten determinadas licencias.
Nunca se debe ir con un traje largo, pero sí con un pantalón o un mono. A muchas mujeres les resulta mucho más cómodo y luego pueden aprovechar las prendas para otras ocasiones. Un palazzo con un top cruzado o un mono sencillo con escote a la caja o de corte griego suelen ser las opciones que ofrecen las firmas.
En materia de tejidos la cosa ha cambiado mucho de un tiempo a esta parte. Si antaño el satén o los drapeados eran la tónica dominante, ahora el punto de seda y el crepé le sacan ventaja a todos los tejidos en materia de invitada.
¿La razón? Son cómodos, adaptables a cada cuerpo y muy favorecedores. Además, se asemejan más a lo que cada mujer usa en su día a día y eso es algo que muchas mujeres buscan a la hora de ir a una boda.
Los enlaces matrimoniales invitan a que las mujeres sean algo más atrevidas con sus estilismos y, por tratarse de una ocasión especial, muchas busquen un look más elaborado de lo habitual. Pero, ¿qué ocurre? Que luego se miran en el espejo y no se ven reflejadas en él.
Una pamela demasiado grande oculta a la mujer que diariamente va a trabajar en coleta y unos ojos excesivamente perfilados desdibujan esos alegres ojos con los que se enfrenta en su día a día.
Por eso, para evitar ser una caricatura de ellas mismas y sentirse disfrazadas, muchas renuncian a colocarse un tocado o hacerse peinados demasiado elaborados. Un pequeño detalle en el pelo, una coleta baja o el pelo suelto con unas tímidas ondas son tendencia esta temporada.
Se trata de un evento importante, pero es fundamental no dejar de sentirse una misma en ningún momento. Mirarse en el espejo, verse guapa y reconocerse es clave. Un estilismo que se aleje en exceso del estilo de una mujer no debe llevarse a cabo, que luego vienen los arrepentimientos.
En cuestiones de chapa y pintura ocurre exactamente lo mismo. ¿Cuántas veces hemos pecado de excesivas a la hora de maquillarnos y nos hemos visto rarísimas después? Para evitarlo es preferible tener un propio conocimiento de nuestras facciones.
Dar un aspecto uniforme al rostro, sonrojar las mejillas, potenciar la mirada e iluminar las zonas necesarias deberían valer.
Es cierto que no vas a ir con la cara lavada –por aquello de que es un día especial, no por imposición– pero no es necesario llevar una máscara y parecer cualquier persona menos tú. Menos es más y en cuanto a maquillaje esta premisa cada vez se tiene más en cuenta.
En definitiva, cada mujer es libre de lucir sus mejores galas como mejor le plazca, pero la tendencia de las últimas temporadas habla por sí sola. Para la invitada perfecta, menos siempre es más.
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