José Moro: "Mis vinos gritan 'Ribera del Duero' de otra manera"
El bodeguero vallisoletano renueva sus vínculos sevillanos en la presentación de la última añada de Cepa 21
Entrevista a José Moro: "El vino saca lo mejor de nosotros, ahora más nunca debe unirnos"

Sevilla/"Ahora estoy contento", reconoce José Moro cuando habla de los vinos que embotella en su bodega de Cepa 21, en pleno corazón de una denominación de origen muy instaurada en la restauración sevillana. "Mis vinos gritan 'Ribera del Duero' de otra manera. Estamos llegando al alma de los vinos", proclama ilusionado en la presentación de su última añada, que ha tenido lugar esta semana en el restaurante La Isla.
El que fuera presidente de bodegas Emilio Moro plantó en 2000 cincuenta hectáreas de viñedo con clones de las cepas centenarias de los viñedos de su padre y de su abuelo. Dos años después embotelló sus primeros vinos. Ya en 2007 inauguró las modernas instalaciones donde implanta su espíritu innovador en el trabajo del viñedo y la crianza del vino (por algo la revista Forbes lo eligió como uno de los 100 empresarios más innovadores del mundo) y hoy, al fin, con sus cepas arraigadas a cuatro o cinco metros de profundidad, comprueba que extraen todo lo bueno de esas tierras privilegiadas. Castrillo de Duero, Pesquera, Peñafiel...
"Mi primera imagen de pequeño en mi memoria es dentro de una cuba, lavándola. Y trasegando, arando... Lo denostaba entonces y al final ha sido mi pasión", comienza a la mesa del almuerzo donde citó a periodistas sevillanos vinvulados al mundo del vino. "Quería más expresión frutal, cosas distintas de esos vinos que casi se consumen con cuchillo y tenedor que marcaban la DO. Estamos en un momento en que el mundo del vino está cambiando, se busca más inmediatez en todo. El público está además cansado de vinos convencionales, quiere nuevas cosas".
Y en esa línea rupturista se encadenan sus vinos, cada vez más habituales en los lineales y en las cartas de los restaurantes. Desde el Hito rosado, de pálido color piel de cebolla, untuoso, floral, fresco y con la tensión de su adecuada acidez. O el Hito 2023, un tinto en el mismo concepto de frescura, que se pule ocho meses en barricas de roble francés de tercer uso para que la madera sea muy tenue, apenas para ensamblarlo todo.
La complejidad aparece ya con Cepa 21, un tinto que se ha abierto paso con brío bajo su nuevo estilo. La bodega ha crecido un 14% en el mercado andaluz. "Aquí subimos de suelos arcillosos, que dan más robustrez, a otros suelos más calizos que procuran vinos más finos y profundos", detalla José Moro.
Seguimos ascendiendo en las cuidadas laderas cercanas a Castrillo de Duero. De esas cepas enclavadas en suelo más pedregoso y pobre salen los vinos top, Malabrigo (entre 60.000 y 78.000 botellas) y Horcajo (entre 4.000 y 5.000 botellas solo). Allí el viento frío también tiene algo que decir para esos vinos terrosos, profundos, minerales pero que también guardan con sus hermanos pequeños un cromosoma fundamental para el vino moderno: la viveza.
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