Así fue como se creó la cerámica de la Cartuja de Sevilla, conocida en todo el mundo
La cerámica de la Cartuja data del siglo XIX y se creó tras la prohibición de importar loza extranjera a España.
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Sevilla ha sido, tradicionalmente, una ciudad donde la alfarería tenía un papel importante. Prueba de ello la vemos en el trabajo de las patronas de la ciudad, las hermanas Justa y Rufina, en el siglo III d.C. o en la cerámica de Triana, del siglo XV. De origen más reciente, sucede algo similar con la cerámica de la Cartuja de Pickman, emblema de la ciudad en todo el mundo.
Los orígenes de la venta de loza
Para conocer la historia de la cerámica de la Cartuja de Sevilla hay que remontarse a la primera mitad del siglo XX, cuando un comerciante inglés llamado William Pickman se estableció en la ciudad de Cádiz en el año 1810. Desde este lugar comenzó a vender loza y cristalería extranjera a toda España.
Doce años después, en 1822, William fallecería y el negocio de venta de loza quedaría en manos de su hermano, Charles Pickman (apodado como Carlos Pickman en España). Por aquel entonces Charles se encontraba viviendo en Liverpool, por lo que al morir su hermano decidió trasladarse a Sevilla y montar allí, en la calle Gallegos concretamente, una tienda para vender dichos productos.
Creación de la fábrica
A pesar de que era un negocio fructífero, debido a la gran importación de cerámica inglesa que se estaba dando en España, el diplomático y político Cea Bermúdez instauró una medida proteccionista prohibiendo la importación de cerámica extranjera al país.
De este modo pretendía que se fomentara la industria alfarera dentro de nuestras fronteras. En este contexto Carlos Pickman, que se iba a quedar sin negocio al no poder traer productos de Inglaterra, decidió crear una fábrica de cerámica en Sevilla.
Una vez tomada esta decisión, solo debía encontrar un lugar en el que instalar su fábrica. Para ello trató de aprovechar los procesos de desamortización por los cuales muchos bienes de la Iglesia pasaban a disposición de las autoridades del Estado para ser subastados. En la ciudad de Sevilla esto sucedió con varios conventos y monasterios.
En 1836, con la desamortización de Mendizábal, Carlos Pickman pensó en hacerse con el monasterio de San Agustín, que se encontraba extramuros de la ciudad de Sevilla, pero éste estaba ya destinado a funcionar como prisión. Por este motivo solicitó el monasterio cartujo de Santa María de las Cuevas de Sevilla, que es donde está hoy el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, para instalar su nueva fábrica.
Las creaciones
La Real Orden del 4 de abril de 1839 concedió el edificio a Carlos y el 1 de enero de 1841 se puso en marcha el primer horno. Al igual que en otras fábricas de cerámica españolas del siglo XIX, como la de Sargadelos (en Galicia) o la de La Amistad en Cartagena (Murcia), llegaron maestros ingleses que eran conocedores de la producción de cerámica de forma industrial. A la fábrica de Sevilla llegaron 56 maestros británicos para enseñar a los lugareños a trabajarla y en unos años éstos ya manejaban la técnica a la perfección.
En 1849 la fábrica ya contaba con 22 hornos y unos 500 operarios en los que se producía loza estampada, loza blanca de pedernal, loza decorada sobre barniz de calco, loza pintada y loza china opaca. Esta fábrica alcanzaría tanta fama que, además de ganar numerosos premios, acabaría siendo proveedora de la Casa Real en 1871.
La cerámica de la Cartuja en la actualidad
El 21 de febrero de 1899 la empresa pasó a constituirse como Sociedad Anónima. Desde entonces este negocio ha tenido muchas idas y venidas, estando al borde de la quiebra en varias ocasiones.
En el año 2017 salía de una situación crítica (había estado en concurso de acreedores) y era adquirida por dos empresarios que pretendían darle un toque más renovado, no solo en su estilo sino también en su producción. Tras varios cierres y aperturas así como problemas en el pago de sus impuestos, la empresa ha seguido fabricando productos en sus instalaciones de Salteras.
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