Historias de la Semana Santa de Sevilla: la leyenda de El Cachorro
El Cristo de la Expiración de Sevilla, popularmente conocido como El Cachorro, sale en procesión el Viernes Santo desde Triana.
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El Cristo de la Expiración de Sevilla, popularmente conocido como El Cachorro, es uno de los más famosos de la capital, no solo por su imagen sino porque es, tal vez, la procesión que menos haya podido hacer su estación de penitencia a lo largo de la historia. Esto se debe, principalmente, a lo delicada que es la talla y a que casi siempre llueve el Viernes Santo. No obstante, el Cristo de la Expiración se puede ver en la capilla del Patrocinio de la calle Castilla.
La historia de El Cachorro
Lo curioso es que detrás de este Cristo hay, además, una leyenda que lo hace aun más especial. Según aparece reflejada en la web de la hermandad de "El Cachorro" esta historia que data del siglo XVII y se ha extraído del libro Leyendas, Tradiciones y Curiosidades Históricas de la Semana Santa de Sevilla, de Vicente Rus y Federico García de la Concha.
El origen de esta imagen se encuentra en la historia de un gitano de la Cava de Triana al que conocían como 'El Cachorro' que, según las habladurías populares tenía un gran talento para tocar la guitarra y el cante jondo. A este hombre nunca se le conocieron amores más que el de su esposa. Sin embargo, cada día cruzaba el puente de barcas para ir a Sevilla en busca de una misteriosa persona.
Un payo que lo veía a diario sospechó que en estas visitas recurrentes el gitano cometía adulterio a su mujer y tal era la envidia que este hombre le tenía al cantaor que un día decidió esperarlo escondido mientras éste sacaba agua del pozo de la Venta Vela. Con el gitano enfrascado en la faena le asestaría siete puñaladas que le quitaron la vida.
El vínculo entre el gitano y el Cristo de la Expiración
En paralelo a esta historia, el escultor Don Francisco Ruiz Gijón estaba sumido en una crisis creativa. La Hermandad de la Expiración de Sevilla le había pedido que hiciera una escultura que representase al Señor en el momento de su muerte. Por aquel entonces éste era uno de los mejores imagineros de la ciudad pero este encargo le obsesionó desmedidamente y no daba con la tecla para crear el rostro.
Según cuenta la leyenda, una noche, el escultor se despertó repentinamente y tuvo un súbito impulso de salir a la calle. Atravesó el puente de barcas y fue hasta la puerta de la capilla de Patrocinio justo en el momento en el que El Cachorro estaba recibiendo las puñaladas de aquel payo que aseguraba haberlo visto engañando a su mujer.
Fue tal la impresión que le dio ver su cara de agonía mientras fallecía que decidió hacer un retrato a carboncillo, en ese mismo instante, de lo que estaba viendo. Luego lo plasmó en una talla para crear, finalmente, la escultura que le habían encargado: la del Cristo de la Expiración.
Lo que pasó entonces es que, cuando en el año 1682, salió la nueva imagen a la calle, muchos vecinos y vecinas de Triana reconocieron en ella al gitano asesinado y empezaron a gritar:"¡Mirad, si es El Cachorro!".
Más adelante, tras una investigación se demostró que «el Cachorro» sí que iba a ver una mujer a Sevilla, pero el payo estaba equivocado en cuanto al adulterio. En realidad se trataba de la hermana bastarda del difunto.
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