Historia de la Fábrica de Tábacos de Sevilla, la primera que se hizo en el mundo
La primera fábrica de tabacos que se creó en Sevilla se ubicó en el actual solar de la plaza Cristo de Burgos
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La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, actual sede central de la Universidad Hispalense y cuyo edificio es conocido como "Rectorado", es una de las mayores construcciones civiles e industriales de todo el siglo XVIII en Europa. Esta se comenzó a construir en 1728 y fue hasta mediados del siglo XX la fábrica de tabacos de la capital hasta que en esa fecha adquirió el edificio la Universidad de Sevilla.
Tal y como recoge la Universidad de Almería, las Reales Fábricas tuvieron su origen en la Francia de Luis XIV con el objetivo de crear un conjunto de manufacturas de lujo entre las que podía haber sedas, tapices, porcelanas, etc. que sirvieran para sutir a la Corte. En España, las fábricas reales al modo francés se implantaron diversas factorías dedicadas a la producción de objetos suntuarios en torno al año 1700.
Además de esto, con la intención de aumentar la racionalización de la producción y mejorar el control de la calidad de los productos se remodelaron otras factorías ya existentes. Este fue el caso de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, ciudad que en el siglo XVI se convirtió en uno de los centros del comercio con las Indias, lo que le permitió tener el monopolio tanto de la materia prima como de su elaboración artesanal en los distintos obradores que había en la ciudad.
La primera fábrica de tabacos de Sevilla
Aunque la Antigua Tabacalera sevillana del Rectorado sea la más conocida en la ciudad, lo cierto es que antes de su existencia la fábrica de tabacos hispalense se ubicaba en otro lugar del centro de la ciudad, concretamente en el actual solar de la Plaza del Cristo de Burgos. Instalada en una manzana de casas frente a la parroquia de San Pedro, esta sería la primera fábrica de tabacos del mundo, construida en torno a 1620. La fábrica de San Pedro, propiedad de la Corona, surgió por la necesidad de reagrupar los talleres que había dispersos por la ciudad en una sola factoría para tener una producción más eficiente.
La llegada al trono de Felipe V comenzó a plantearse la sustitución de esta factoría por "Nuevas Fábricas" capaces de responder mejor a unos procesos de producción cada vez más industrializados. Para ello se puso en marcha un proyecto que, en unos inicios pretendió trasladar la fábrica de San Pedro a algún edificio ya existente como las Atarazanas o el Palacio de Dueñas. Pero finalmente se optó por construir una nueva edificación que estuviera fuera de la muralla de la ciudad para que, de esta manera, se pudiera acceder a ella más fácilmente.
El lugar de las Calaveras
El sitio escogido para llevar a cabo dicho proyecto fue una zona de Sevilla conocida como "el lugar de las Calaveras", una antigua zona de enterramiento romana que se encontraba al sur de la urbe, junto a la Puerta de Jerez. Este sitio no solo acceso sencillo sino que, además, su cercanía con el río Guadalquivir facilitaba el traslado del tabaco indiano que llegaban en barco.
El diseño del edificio es obra del ingeniero militar Ignacio Sala y Garrido. El edificio, que originalmente solo contaba con una puerta, estaba rodeado por un foso y con una serie de garitas y cuerpos de guardia que lo rodeaban y que actuaban como sistema defensivo, ya que la materia prima con la que se trabajaba era muy codiciada. Tras la intervención de Sala hubo otros ingenieros que fueron trabajando en la construcción hasta darle el aspecto que tendría cuando finalizó la obra en la segunda mitad del siglo XVIII.
Pronto la Fábrica de Tabacos se convirtió en un edificio que generaría gran expectación y que contaría con un sistema propio de defensa, con una capilla e incluso con su propia cárcel. Tal y como recoge la Universidad de Almería en un artículo sobre este edificio, la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla "constituía una ciudadela, poblada por las <
De tabacalera a Universidad
A mediados del siglo XX, el edificio que había sido la sede de la fabricación de cigarros en Sevilla pasó a formar parte de la Universidad de Sevilla, convirtiéndose en sede principal de la misma. Actualmente el edificio atesora un rico patrimonio de bienes muebles. Sobresalen por su singularidad y calidad el Cristo de la Buena Muerte (1620), tallado en madera de cedro por Juan de Mesa, imagen que presidie el retablo de la capilla; el retrato a tamaño natural, de pie, en bronce fundido de Maese Rodrigo de Santaella (1900), fundador de la Universidad Hispalense, modelado por Joaquín Bilbao; y la monumental reja de hierro fundido que separa la fachada principal del edificio de la calle San Fernando en sustitución del antiguo murallón primitivo. Esta pieza fue ejecutada hacia 1860 por la fundición local Portilla Hermanos Y White, según un modelo usado en el interior del Cristal Palace de la Exposición de Londres de 1851.
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