La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¿Se imaginan un Aldama en versión sevillana?
La velocidad a la que cambia la ciudad de Sevilla, especialmente desde la celebración de la Exposición Universal de 1992, es vertiginosa. Aunque en lo arquitectónico la ciudad parezca conservar su esencia lo cierto es que desde entonces se han inaugurado construcciones que tienen especial protagonismo en la ciudad y que se han llegado a convertir en reclamos turísticos. Buen ejemplo de ello son Las Setas de la Encarnación o la Torre Pelli, ambas construcciones polémicas que han acabado integrándose en la hispalense.
Sin embargo en las últimas décadas la ciudad ha experimentado un gran cambio que se puede apreciar en sus comercios, ya que muchos de los más pequeños han acabado cerrando para darle espacio a otros nuevos y más internacionales, y en sus bares, que comienzan a abandonar su aspecto tradicional para dar cabida a comidas de otras partes del mundo.
En lo que a tiendas se refiere, hay en cambio algunas que han conseguido mantenerse a pesar del paso del tiempo y de los cambios producidos en Sevilla. Tan es así que el Ayuntamiento de Sevilla ha acabado reconociendo algunos de estos comercios como emblemáticos para darles una protección especial. Algunos de ellos se dedican a la venta de productos artesanales y de gran calidad y el tipo de trato con su clientela, que tiende a ser fija, es más cercano y pausado. Desde Vivir en Sevilla hemos querido hacer mención a siete de los más conocidos y contar su historia a través de los años en la ciudad:
Esta tienda ubicada en pleno centro de la capital nació después de que Marcelina Fernández Mendoza, una sevillana a la que todos conocían como Lina, se pusiera a coser trajes de gitana en su propia casa para venderlos en todos los tablaos flamencos de la capital. La iniciativa la llevó a cabo de la mano de su marido, el torero Francisco Montero, quien junto a ella se ocupó de la parte creativa de la pequeña empresa mientras Lina hacía los trajes.
Entre sus clientes estaban la marquesa de Saltillo y otras personas de la aristocracia. Esto les dio la posibilidad de crecer y mudarse a una casa palacio del barrio de Santa Cruz, donde montó su taller y su vivienda. Posteriormente su compañía se transformaría en una de las firmas de moda flamenca más conocidas del panorama. Fue Medalla de Ciudad de Sevilla en 2010, Hija adoptiva de Triana y Botón de Nácara por el gremio de Maestros y Sastres y Modistas.
Lina ha acabado cosiendo para personalidades como la Reina Sofía, Grace Kelly, Matilde Coral, Isabel Pantoja, La duquesa de Alba, Carmen Sevilla, Milagros Mengíbar, Manuela Vargas, Juanita Reina, Rocío Jurado, Lola Flores, Pasión Vega, las hermanas España, Matilde Coral... Hoy, sus hijas asumen la responsabilidad del negocio. Se encuentran en la calle Álvarez Quintero, 11.
Bordados Foronda fue fundada en el año 1923 de la mano de Juan Foronda Manzanares, quien se estableció en un pequeño taller de bordados y flecos que se encontraba en la calle Santa Teresa, en el barrio de Santa Cruz.
En sus inicios este bordador se centró en la fabricación de mantones lisos pero unos años mas tarde se aventuraría a bordar sus primeros mantones e incluso a hacer talleres de bordados en algunos pueblos de Sevilla. Se hizo tan famoso que durante la Exposición Iberoamericana de 1929 tuvo un puesto con algunos de sus productos.
Tras fundar su tienda, quien le tomó el relevo fue su hijo, Juan Foronda Blasco, en los años 50. En la actualidad este comercio se encuentra en manos de la tercera generación de los Foronda y es la casa más antigua dedicada a la elaboración y comercialización de mantones hechos a mano y a máquina, mantillas para novias y madrinas, foulards, chales...
Bordados Foronda ha llegado a tener como clientes a miembros de la Casa Real Española y de otras casas reales europeas. Están en la calle Argote de Molina, 20.
Federico Cárdenas y Juan Maquedano, su cuñado, fundaron en 1896 esta sombrerería en Sevilla después de que Federico realizara un viaje a Cuba en el que tuvo la idea de crear este negocio. En 1908 la tienda se trasladó a la calle Sierpes, donde permanece desde entonces en un pequeño local modernista de dos plantas en el que no hay mostrador.
La tienda alberga una gran escalera de caracol, dos sillas, un espejo y decenas de cajas con sombreros apiladas unas sobre otras. En la actualidad esta es la única sombrerería que queda en la ciudad de Sevilla. En ella cuentan con más de 1000 productos desde sombreros más clásicos hasta gorras o boinas. Se encuentra en la calle Sierpes, 40.
Esta empresa familiar se fundó en el año 1845, dedicándose a la fabricación artesanal de velas de cera para pasos, cultos, cirios de nazareno y velas de flores. En el año 1916 inaugurarían su tienda en la plaza de El Salvador que unos años después se acabaría trasladando a su ubicación actual, en la calle Álvarez Quintero, 6.
La cerería se encuentra en manos de la cuarta generación de sus fundadores y entre sus productos se encuentran, además de velas, su famoso incienso "Los tres reyes", que sirve como reclamo para decenas de lugareños y turistas que pasan por su tienda.
Este negocio se fundó en 1904 de la mano de Francisco Alba con el objetivo de vender los cordones que hilaba y cosía con la aguja de espigar, una técnica originaria del siglo XVII. En la actualidad se trata de un oficio único en España.
En la Cordonería Alba solo hay una máquina desde hace más de 140 años. Los productos que en este comercio se venden se hacen a mano en su pequeño local. Para ello solo se necesita un molde de madera de cedro y una aguja. Realizan cordones de lámparas, borlas, abrazaderas, borlajes para caballos, puntas de madroño para trajes de flamenca, cíngulos…
La clientela de esta cordonería es fija, le sirve a algunas hermandades de Sevilla y en ocasiones tienen clientes de otros lugares del mundo que aprecian el trabajo artesanal. Está en la calle Francos, 38.
Enrique Sanchís Cucart provenía de una familia que ya llevaba dos generaciones con tiendas en el Levante, pero en 1901 él se trasladó a Sevilla a un pequeño local donde había una camisería.
Allí se fundó esta mítica tienda de relojes que sigue funcionando en la actualidad, aunque adaptada a las exigencias del mercado actual. La fachada de esta tienda formó parte de un mueble publicitario en la Exposición Iberoamericana de 1929. En el interior del local se sigue conservando la esencia de una tienda creada a comienzos del siglo XX. Se trata de una relojería con productos de alto nivel que sigue estando en manos de la familia de su fundador. Está en la calle Sierpes, 19.
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