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La historia que hay detrás de la Casa del Pumarejo, un palacio convertido en centro vecinal

La Casa del Pumarejo se ha convertido en un referente de organización vecinal para proteger el barrio de San Gil.

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La casa del Pumarejo en una imagen de archivo / José Ángel García

En pleno Casco Antiguo de Sevilla, concretamente en el barrio de San Gil, se erige una antigua casa palacio cuyo interior funciona como espacio de encuentro, cultura, trabajo ciudadano y cohesión barrial. Se trata de la Casa del Pumarejo, un centro social desde 2004 con una interesante historia detrás que no todo el mundo conoce pero que es símbolo de la lucha de los vecinos y las vecinas de esta zona de Sevilla.

Recorrido histórico

La casa-palacio de los Pumarejo es un edificio situado en el barrio de San Gil, concretamente en el número 3 de la plaza que lleva su nombre. Fue la residencia del conde Pedro Pumarejo y tras varios usos diferentes se convirtió en una casa de vecinos en el año 1883. En la actualidad este palacio es propiedad del Ayuntamiento y fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2003 por la Junta de Andalucía.

Esta construcción data del año 1773 y fue un encargo del conde Pedro Pumarejo, un indiano que llegó a Sevilla y adquirió unos terrenos para hacer en ellos su residencia señorial. De esta manera y alardeando de su poder económico, mandó incluso destruir más de 70 casas que había en la zona para que se creara la actual plaza que hay delante del edificio que lleva su apellido.

Tras unos años habitando este palacio, con una extensión de casi 1.900 m², se deshizo de él en 1785 y a comienzos del siglo XIX se convirtió en un hospicio y escuela de Niños Toribios, una asociación que protegía y daba educación a infantes pobres y huérfanos de Sevilla.

Durante la Guerra de la Independencia (de 1808 a 1814) fue ocupado por las tropas francesas que hicieron en ella una cárcel para mujeres y tras años de abandono, en 1861 una entidad privada solicitó permiso para hacer una biblioteca y escuela de adultos.

Unos años más tarde, en 1883, la casa palacio se acabaría convirtiendo en una casa de vecinos y vecinas que hacían vida en los espacios comunes del edificio (el antiguo patio noble de la casa y el de servicio). La Casa del Pumarejo comenzaba a albergar, de esta forma, un centro social y un espacio colectivo para las personas del barrio. En su planta alta estaban ubicadas las viviendas y la baja se destinó a albergar pequeños talleres y comercios.

Sin embargo, en torno a 1970 el estado de abandono del edificio y el envejecimiento de los inquilinos que residían en él dieron pie a que este espacio entrara en declive.

Fundación de la Casa Vecinal

En el año 2000, cuando la situación de la casa era delicada pero aun quedaban en ella algunos inquilinos, una cadena hotelera decidió comprar la mitad del edificio para levantar un hotel con encanto. Fue en ese momento cuando el movimiento vecinal del barrio se constituyó en plataforma para evitar que desalojaran a quienes residían en la antigua casa palacio, que en los orígenes de este movimiento eran 12 inquilinos y 10 comerciantes.

La movilización hizo posible que el inmueble fuese declarado monumento, ya que la casa fue inscrita en 2003 en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, convirtiéndose en Bien de Interés Cultural (BIC). Con esta catalogación se impedía que el edificio se privatizara. En 2009 la Casa Palacio del Pumarejo ya constaba como un edificio del Ayuntamiento y en 2015 se firmó un convenio para que la asociación que lo defendía, la del Centro Vecinal del Pumarejo, lo pudiera gestionar durante 15 años.

La lucha social del Pumarejo en la actualidad

A pesar de su larga trayectoria en la ayuda a los vecinos y vecinas del barrio, la Casa del Pumarejo ha adquirido una mayor relevancia en las últimas dos décadas, desde que se fundó su plataforma y se popularizó por ser un referente en la lucha para proteger a colectivos en riesgo de exclusión social.

En la actualidad la Casa del Pumarejo cuenta con una biblioteca con libros donados y varias habitaciones pequeñas, aunque hay una parte importante del edificio que necesita ser restaurado para que se mejoren las condiciones de habitabilidad del mismo.

Al margen de sus inquilinos e inquilinas, la Casa Grande del Pumarejo cuentan con un tejido asociativo conformado por una veintena de entidades sociales y culturales. Estas van desde una asociación de trabajadores del hogar, a grupos de teatro, un coro feminista, una asociación local de derechos sociales, una plataforma de afectados por la hipoteca, otra ecologista para salvar los árboles de Sevilla o talleres de costura, italiano y yoga.

En sus instalaciones se organizan asiduamente actividades y convivencias, llegando a propiciar, incluso, el nacimiento de una moneda social (a la que han llamado el puma) que funciona desde 2012 en el barrio.

Todo esto ha convertido a la Casa del Pumarejo en un icono contra la gentrificación en Sevilla y en un referente por la lucha de los derechos de los vecinos y vecinas del barrio para que puedan vivir en dignas condiciones.

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