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La historia de la calle Entrecárceles de Sevilla

Fachada de la Cárcel Real de Sevilla hacia la Calle Sierpes. Plano de Juan Navarro datado en 1714

La historia del callejero de Sevilla guarda un sinfín de leyendas y curiosidades que no todo el mundo conoce. Desde la calle Matahacas, la más larga del mundo por ir desde la calle Sol hasta la calle Luna, a la historia de la calle Córdoba, la leyenda de Sierpes o el trágico suceso de la calle Susona, la ciudad está repleta de historias y vivencias.

Una de ellas es la que encontramos en la calle Mosqueta, una vía ubicada junto a San Esteban y Puerta Carmona en cuya pared hay un explosivo (una granada) incrustado. Esto se debió a un bombardeo que sufrió la ciudad a mitad del siglo XX. Otra de las leyendas es la que protagoniza la calle Entrecárceles.

El nombre de esta calle se debe a que en ella llegaron a coexistir dos cárceles en sus apenas 65 metros de recorrido: la antigua Cárcel Real y la Reañ Audiencia.

La Cárcel Real

Se situaba en la calle Sierpes y su origen se remonta al Repartimento de Sevilla tras la Reconquista de la ciudad por Fernando III, en el siglo XIII. Precisamente en el lugar en el que se encuentra la taberna Entrecárceles en la actualidad, había celdas en la que pasó una temporada Miguel de Cervantes. Estuvo preso y según cuenta la historia, la novela más importante de la literatura hispana, Don Quijote de la Mancha,empezó a escribirla entre los muros de esta prisión.

Esta cárcel también contó con otros célebres ilustres del Siglo de Oro como Mateo Alemán, Alonso Cano, Martínez Montañés o Bartolomé Morel. La cárcel fue derribada en el siglo XIX y desde entonces ha tenido diversos usos: hotel, café, sede del Círculo de Labradores y por último, sede de Caixabank.

Una losa de 1905 y una placa de cerámica de 1984 recuerdan la historia de la Cárcel Real, mientras que también hay un homenaje a Cervantes en forma de estatua en la parte trasera.

La Real Audiencia

Es una institución de justicia creada en 1525 que dependía de la Corona de España y que contaba con cárcel propia, aunque ésta fue derribada en una serie de intervenciones que llevó a cabo el arquitecto Andrés de Vandelvira.

Sí hubo una reforma decisiva del edificio fue la que llevó a cabo Aníbal González tras un incendio que sufrió en 1918. Es como consecuencia de estos espacios que la vía comenzó a llamarse calle de Entrecárceles.

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