La oscura historia de la antigua calle del Ataúd en el barrio de Santa Cruz

Imagen de archivo de una calle en el barrio de Santa Cruz
Imagen de archivo de una calle en el barrio de Santa Cruz / José Ángel García

Sevilla y sus calles están llenas de leyendas e historias, unas más reales que otras, sobre épocas pasadas. Este es el caso de calles como Susona, Hombre de Piedra, Matahacas o, en este caso, la calle del ataúd, un callejón corto y estrecho que a día de hoy no existe pero que antiguamente desembocaba en la calle Vida, en pleno Casco Antiguo de la ciudad. Esta desaparecería después de unas obras de ampliación de la Plaza de Doña Elvira en el siglo XIX.

La realidad es que esta vía se llamó así simplemente porque su forma, tan corta y estrecha, era similar a la de un ataúd pero lo cierto es que alrededor de ella surgieron varias leyendas macabras sobre el origen del nombre. La que se hizo más popular fue la protagonizada por un aristócrata sevillano del siglo XVII: Miguel Mañara.

La leyenda de Miguel Mañara

Cuenta la historia que este hidalgo gozaba de una buena vida en la ciudad hasta que algo en su rutina transformó profundamente sus creencias religiosas. Parece ser que, un día Mañara se encontraba paseando por el barrio de Santa Cruz junto a su paje, Alonso Pérez de Velasco, cuando llegaron a la iglesia que lleva el mismo nombre que la barriada. Allí oyeron unos cánticos fúnebres y pensaron que provendrían de un entierro pero al asomarse al interior del edificio no vieron nada.

Tras aquel episodio ambos siguieron su camino pero al llegar a la calle del ataúd, el aristócrata sintió un fuerte golpe que lo tiró al suelo con brusquedad. No había nadie en la calle que pudiese haberle agredido. Sin embargo, ambos pudieron escuchar una voz que decía «traigan el ataúd que ya está muerto».

La leyenda prosigue asegurando que ese día alguien esperaba a Miguel Mañara en su casa para acabar con su vida pero gracias a lo que les ocurrió y a su demora, éste pudo salvarse. Tan es así que, ante el supuesto milagro, el aristócrata decidió funda el Hospital de la Santa Claridad, declarando así su inclinación hacia la fe cristiana.

Aun a día de hoy en dicho Hospital de la Caridad se conserva el rótulo original de la antigua calle dentro del recinto, en uno de sus patios sobre un pozo flanqueado por dos columnas. Bajo la placa hay un azulejo en honor a esta leyenda y otro que lleva al visitante a los aposentos que ocupó Mañara hasta el día de su muerte.

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